EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Federico Bonasso: la oscuridad diaria

Adán Ramírez Serret

Agosto 07, 2020

Siempre he pensado que cualquier poema, ensayo o narración, nace de un diario. De ese momento introspectivo, ese asomarse hacia adentro y ver la luz o el vacío y plasmar en palabras lo que se vislumbra.
Que luego de tomar notas, los creadores lo único que hacen es ocultar todo lo más que se pueda el carácter personal, confesional y privado con el que nació cualquier texto literario. Pero, ¿qué sucede si no lo hacen? ¿Por qué le quitan al ser humano que lo hizo?
Porque el género del diario como tal, cuenta con obras maestras que han cambiado el rumbo de la literatura. Los diarios de Franz Kafka son tan magistrales como cualquiera de sus relatos o novelas. Lev Tolstói o Robert Walser también dejaron una voluminosa obra en diarios en donde nos podemos meter en la piel de los autores, internar en sus vidas, en sus cerebros y paisajes; y, recientemente, en español, Ricardo Piglia y Tedy López Mils, han entregado obras experimentales y contundentes como Los diarios de Emilio Renzi del argentino y La invención de un diario de la mexicana.
Pienso en la maravilla del género del diario por la exploración entre ficción y autobiográfica que hace Federico Bonasso (Buenos Aires, 1967) en su novela debut Diario negro de Buenos Aires, en donde narra la historia de un hombre que ha vivido en dos países. Primero en Argentina, en su infancia; y después en México, en su formación y vida adulta.
Lo usual es que tuviera dos países, dos identidades, dos dialectos; así que un buen día decide que ya ha terminado su ciclo en México y que debe volver al lugar en que nació. Es aquí en donde inicia el diario de su experiencia de la vuelta a su lugar de origen.
Federico Bonasso tuvo que salir de Argentina porque su padre era perseguido por la dictadura. Luego de errar por Europa, su familia se establece en la Ciudad de México, en donde él comienza a hacer una carrera musical con el célebre grupo El Juguete Rabioso.
En la misma sintonía no sólo que Bob Dylan o Leonard Cohen, sino de Los Kinks o de Los Rolling Stones, Bonasso no se toma a la ligera la escritura de las letras de sus canciones, al grado que, lo que se mantiene en su gusto, no es la música, sino las letras.
Lo sé porque eso cuenta en esta novela-diario que ahora comento y por la relación que el autor tiene con el lenguaje: visceral y sofisticada.
Entonces, el libro, como ya dije, es una mezcla entre ficción y realidad; entre diario y novela, en donde nos lanzamos a las oscuras aguas de la identidad, del amor y la soledad y también de la belleza de las ciudades, sobre todo la de Buenos Aires.
En cuanto vuelve, quien escribe el diario, se da cuenta que ya no es argentino. El propio dialecto del español porteño y la idiosincrasia de sus habitantes –sus gritos, xenofobia y malos modales–, son una constante que le recuerda que ya no pertenece a ese país.
Pero entonces, ¿por qué no volver a México? Porque acá tampoco pertenece y quizá nunca lo hizo.
Diario negro de Buenos Aires, es la historia de un flaneur, de un paseante que vive con unos parientes, con otros, y quien pierde el tiempo en los cementerios y con personajes de la ciudad que habitan su mismo mundo errático, en donde no ser termina por convertirse en la identidad definitiva.
Un viaje intenso, profundo y apasionante hacia aquella voz que a todos nos habita y que lleva cuenta de todo lo que hacemos. Una novela que se mantiene en la placenta originaria de todas: la de la confesión que se hace a una libreta.
Federico Bonasso, Diario negro de Buenos Aires, Ciudad de México, Reservoir Books, 2019. 155 páginas.