EL-SUR

Martes 16 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Fox y Trump, una cuña del mismo palo

Abelardo Martín M.

Enero 17, 2017

La atención global toda esta semana está centrada en la toma de posesión del empresario Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos, en medio de augurios que lo presentan cercano a la locura y a un estilo caprichoso de ejercer el poder, como ocurre en aquellos países con estructuras sociales débiles y gobiernos dedicados a proteger los intereses particulares u oligárquicos y no los de las mayorías. Ahí se explica el descontento y el desprestigio de la política, paradójicamente la única vía para la superación de los problemas políticos, económicos y sociales.
México está sumido en la incertidumbre y la confusión respecto al futuro de su relación con su mejor amigo y también su peor verdugo, porque esas son las características de la vecindad con Estados Unidos. El estilo Trump no es del todo desconocido para los mexicanos. La historia reciente hace recordar al presidente Vicente Fox, cuyo discurso estuvo cercano siempre a la paranoia, la esquizofrenia y los constantes exabruptos, amenazas y promesas nunca cumplidas.
No en balde algunas voces creen que el mejor representante que pudiera tener México frente al gobierno de Trump sería, ni más ni menos, que el ex presidente Fox Quesada, con todo y su esposa Martha Sahagún. La ceremonia de presentación de cartas credenciales y las conferencias de prensa subsecuentes, juntas o por separado, serían todo un espectáculo político y mediático que nadie se perdería.
Ambos son, sin duda, mediáticos y utilizan la franqueza como pretexto para que las palabras no necesariamente pasen por el tamiz del cerebro. Fox prometió la solución de todos los problemas de los mexicanos, incluidos los 20 o 30 millones de compatriotas que viven en Estados Unidos. También se comprometió a devolver el orgullo a los mexicanos y una situación económica de bonanza generalizada. Lo mismo ha hecho Trump. Por eso el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto tendría en su embajada ante su vecino del norte, al embajador Fox en pareja con su esposa. Además, dos por uno.
Sin embargo eso, por el momento, ya no es posible, pues ha sido ya nombrado como sustituto del eficiente Carlos Sada, el embajador Gerónimo Gutiérrez.
México inicia el año amenazado por fuera y por dentro. Si el gasolinazo vino de fuera, las protestas por el incremento en cascada que eso produce o la grilla que desencadena, vienen de dentro. Eso ni quien lo discuta. En todo el país este fin de semana ocurrieron demostraciones de descontento o abierta inconformidad por lo que representa que se haya agotado a “la gallina de los huevos de oro”, para sorpresa de los millones y millones de mexicanos que nunca sintieron la bonanza petrolera y sí padecen hoy los estragos del despilfarro y la mala administración de ese y otros recursos.
Más de dos semanas después del incremento nacional de los precios de los combustibles, y a tres de que se hiciera público su anuncio, en todo el país ha habido protestas, desde las clásicas manifestaciones, marchas y mítines, bloqueos de calles, carreteras, gasolineras e instalaciones petroleras, toma de casetas de peaje, hasta los inusuales saqueos de supermercados y otros comercios, hechos estos últimos sospechosos de ser instigados de manera extraña como parte de una estrategia política, más que como parte de la reacción ciudadana.
Lo cierto es que en Guerrero, tierra tradicionalmente propicia para el descontento social, la inconformidad en esta ocasión se ha mostrado de forma más bien tardía y evidentemente tibia. La euforia contagiosa del fin de año, las fiestas y la burbuja de auge turístico nublaron la conciencia y pospusieron la acción de los grupos y organizaciones tradicionalmente activas y listas.
Los taxistas en Zihuatanejo, que luego de dos jornadas de paro consiguieron del ayuntamiento un aumento del 20 por ciento en sus tarifas, y los conductores de colectivos en Chilpancingo y en Acapulco, que no esperaron respuesta oficial sino que por sus pistolas subieron el cobro en sus rutas, pero en ambos casos, se han encontrado con autoridades municipales menos complacientes que han aplicado multas a las unidades a las que han sorprendido en flagrancia, han conformado las situaciones de mayor beligerancia.
En otro carril corren en el estado las protestas encabezados por los partidos y líderes políticos de oposición, que por supuesto han aprovechado el momento para llevar agua a su molino y para atizar la confrontación para ganar simpatizantes. Mal harían si no. Y también las acciones legales, ahora que el gremio de los abogados ha convencido a diversos empresarios y comerciantes que es viable interponer amparos que podrían llegar hasta la Suprema Corte de Justicia, para revertir la subida de precios de los combustibles.
Esta vez, los siempre combativos normalistas, en particular los de Ayotzinapa, y los profesores de la CETEG, se han visto cautos y hasta recatados. Sin embargo, el fin de semana ya se reunieron en Tixtla, y acordaron participar en Guerrero y a nivel nacional en las protestas que no han cesado por el llamado gasolinazo. Tampoco es cosa de mantenerse al margen de la movilización general que se ha vuelto la principal vía que canaliza el enojo popular acumulado en los recientes años.
Tal vez esta noticia alertó al gobernador Héctor Astudillo, que de manera prácticamente simultánea convocó a los alcaldes de todo el estado y logró reunir a 64 de ellos, para anunciarles aumentos en los presupuestos municipales y buscar un acuerdo que, dijo, mantenga la gobernabilidad en la entidad e impida el caos que se puede presentar con un aumento desenfrenado de precios, empezando por el transporte público.
A su modo, Astudillo imita con ello la fallida estrategia que también a destiempo intentó Enrique Peña Nieto con la firma de un acuerdo que recuerda los viejos pactos de la era de Miguel de la Madrid, treinta años después, cuando las estructuras del corporativismo no terminan de desmantelarse pero ya no tienen forma de recomponerse.
Así que las próximas semanas probablemente veremos calentarse de nuevo al ambiente político en Guerrero, esta vez a resguardo de la demanda de gasolina barata o de subsidios que compensen el gasto. Ni modo de quedarnos atrás.
Pero Guerrero no será el único en donde se siga calentando la sucesión del cada vez más próximo 2018, que está a la vuelta de la esquina. Pocos son quienes atisban un panorama optimista. No para Guerrero, no para México, tampoco para Estados Unidos ni para el mundo. Salvo a las excepciones en donde el gobierno existe aunque no sea mediático.