Arturo García Jiménez
Mayo 27, 2021
“Todos los hombres han de morir, pero la muerte tiene distintos significados: morir por los intereses de los poderosos tiene menos peso que una pluma, morir por los intereses del pueblo tiene más peso que la montaña Taishan”.
Proverbio chino.
Resulta muy difícil establecer una relación de amistad a primera vista, pero además trabajar juntos y construir de manera permanente procesos sociales es mucho más complicado.
Conocí al buen Javier después del triunfo de AMLO en 2018. Muchos comisariados de la Costa Grande me hablan bien de él como Visitador de la Procuraduría Agraria y luego como encargado de la Residencia regional. Y lo conocí precisamente en una reunión con comisariados. Le comenté del Movimiento Plan de Ayala Siglo XXI y de inmediato se sumó, participó en la mesa agraria del Primer Congreso del MCPASXXI y a partir de aquí comenzamos a trabajar con las comunidades campesinas de todo el estado.
Son pocos quienes conocen la problemática agraria, más pocos los que saben las soluciones y mucho más pocos quienes construyen y operan las soluciones, ésta era su especialidad; por ello y por sus 21 años de experiencia en el ramo, fue la propuesta idónea para representar al Registro Agrario Nacional en Guerrero. A partir de lo cual nos propusimos una agenda permanente: organizar a los Comisariados, cero corrupción y cero burocracia en las gestiones, solución de los focos rojos agrarios, terminación del rezago y organización productiva dentro de los ejidos. En esta última parte, él fue quien diseñó el procedimiento de las actas de asamblea para elaborar el padrón de beneficiarios y a pesar de la pandemia y la oposición de algunos funcionarios y líderes tradicionales, logró agilizar las inscripciones de actas. El padrón quedó elaborado a la fecha en cerca de 310 mil beneficiarios.
Javier era un personaje atípico: muy servicial, trabajador, francote para decir las cosas, amigable, bohemio, noviero, profesional, siempre apoyando a la gente en todos los aspectos. Tenía enemigos sí, pero muy poquitos, los funcionarios que durante años utilizaron el RAN y la PA para sus intereses económicos y políticos. Por ello en cada reunión campesina siempre era reconocido y agasajado por los comisariados. Una reunión sin su presencia difícilmente rendía frutos, decía la propia gente.
Con su llegada, el RAN dio un giro de 359 grados. Aquí llegaba la gente y era atendida de inmediato, aunque algunos gestores marrulleros se molestaban. Impulsó la Mesa Agraria, y como conocedor de la materia acudían con él para el arreglo de conflictos. Su equipo de jóvenes todo terreno que trabajaban sin horarios y en días festivos le permitía agilizar las cosas, a tal grado que utilizaron la pandemia para abatir el rezago mientras todas las oficinas se mantuvieron cerradas, logrando el primer lugar en todo el país. Se propuso entregar directamente a sus propietarios más de siete mil certificados que el viejo régimen guardaba en la bóveda para fines económicos y políticos; impulsó las brigadas itinerantes para llevar a ras de suelo las diversas gestiones y en fin, gracias a la confianza del director nacional de RAN logró que Guerrero fuera pionero en realizar gestiones diversas.
Hace casi dos años tuvo un accidente mortal en el cumplimiento de su trabajo; la solidaridad de los comisariados, campesinos y la fe unida de todos sus amigos y familia le ayudó a salvarse. Esta vez ya no se pudo, a pesar de que le decíamos acerca de las precauciones, la gente le buscaba y la oficina se saturaba hasta que se dio el contagio que afectó a varios miembros del equipo, uno falleció primero, el buen Braulio de Catastro, mientras que él permaneció más de un mes hospitalizado y la ciencia ya no pudo hacer nada en razón de lo avanzado del contagio. No le tocó presenciar el evento campesino del 10 de abril, ya estaba enfermo, y aunque no lo hubiera estado no asistiría porque siempre decía que había que empoderar a los comisariados y dejarlos que se conduzcan solos. Nunca un evento de 2 mil 500 campesinos se había realizado en Guerrero para conmemorar el asesinato del general Zapata, él apoyó en todo lo que pudo con tal de mostrar la fuerza campesina. Se fue con esa alegría porque después de esto ya no tuvimos contacto.
Francisco Javier se asumió siempre como un funcionario de la Cuarta Transformación, de ahí su lema de siempre trabajar a ras de suelo y construir el cambio verdadero desde abajo. Por ello, el mejor homenaje que le rendiremos es seguir con su legado y ahora más que nunca trabajar con más fuerzas. Lo sepultamos en su querido pueblo natal, El Súchil, ahí iba con sus 51 años recién cumplidos, mientras yo iba abrazando a Don Juan, su anciano padre, un campesino sencillo hecho de madera de roble como fue su ataúd; de él aprendió la cultura del esfuerzo, la honestidad y el espíritu de servir al pueblo de todo corazón. Descanse en paz nuestro amigo Francisco Javier.