Héctor Manuel Popoca Boone
Diciembre 22, 2007
No hay que menospreciar cualquier rasgo de vitalidad; todo tiene valor, puesto que todo tiene vida. El acontecer es fértil en recursos para la capacidad de emocionarse constantemente. La vida es un manantial inagotable de ellos. Hay que mantenerse en comunión ardiente con la vida. Reconocer la vida y, sin embargo, amarla como viene. De una u otra manera, la vida siempre se encarga de hacernos entrar en razón y nos exige modestia y sinceridad. Sólo las obras de pruebas, de fracasos y desgracias, templan la vida de los pueblos que desean vivir. ¡Aún no ha llegado la hora de dormir; es preciso vivir! ¡Se vive para vivir! La vida es un duro combate que es preciso renovar cada día, sin descansar un momento, so pena de perder, en un instante, todo el terreno ganado, palmo a palmo, en muchos años de fatiga. Es lamentable emplear en la lucha contra las pequeñeces de la vida una fuerza que debería de servir para crear otras cosas excelsas. ¡No hay que desfallecer ni claudicar en ese empeño! Una cualidad que es de las mejor apreciadas y estimables en la vida es poseer una curiosidad y a la vez una insatisfacción sana, siempre frescas. Es indecente quejarse de la vida cuando se poseen tantos medios y estímulos para ser feliz o al menos intentarlo. No se hace todo lo que se desea, pero se vive. Lo esencial consiste en no cansarse de querer y de vivir. Idealizar es bueno, pero es también tener temor de ver la vida frente a frente. Es bueno ser capaz de visualizar las cosas tales como son. Si no se quiere asustar o afectar a nadie de los poderosos, hay que resignarse a permanecer toda la vida en una medianía convencional y dar a los mediocres una verdad mediocre, mitigada y diluida. Sólo se llega a ser grande cuando se pasa por encima del conformismo. Todo lo que vale algo, no tiene peor enemigo que lo habitual. El adversario mortal del espíritu es el curso rutinario y anodino de la vida diaria. Es una cosa natural, para un ser que no domina su voluntad, el ser y el decir el día de mañana, una cosa distinta de lo que es y dice hoy. Es masa humana amorfa, insegura, inestable y, por ende, pasajera. Cuando no hay definición en la acción, el espíritu tiene menos motivos para obrar. Nada une y aproxima tanto a los seres menores como el echar de ver su común impotencia e infertilidad. La supuesta superioridad sobre el semejante es como el cieno si no va acompañada de una supremacía de espíritu y altura de miras. La única rebelión verdadera es la que tiene por objeto la vida; la vida fecunda, engendradora de los siglos futuros y no aquella que se reduce al hedonismo puramente estéril. Sólo se vive cuando no se pregunta porqué se vive, sino cuando se vive por vivir con deberes, responsabilidades y compromisos con el semejante desposeído y con el medio ambiente circundante; con la intensidad que requiere cada momento. Con motivo de vida permanente. Con nuestros muertos, el medio de volverlos a ver, no es morir, sino vivir con su ejemplo. Viven de nuestra vida y mueren víctimas de nuestra propia inanición. No es permitido dejarse morir en vida. Hay que labrar con paciencia y obstinación el surco de nuestra propia vida con los instrumentos de labranza de nuestros ancestros. Siempre hay que llevar la centella de vida que brota del terruño y de la entraña sagrada de nuestra historia patria. No mostrarse ingrato con la vida; al contrario, agradecerle lo poco o mucho que otorga. El vivir no consiste en vivir lo más posible, sino en vivir con el mayor vigor y plenitud alcanzable. El filoso cuchillo del dolor y la adversidad, al desgarrar el espíritu, lo fertiliza. Abre nuevas fuentes de vida. Pero hay que saber siempre alejarse de todos los fanatismos de espíritu y de todo lo que tiene de duro y de implacable la acción sectaria. Todo lo que da valor a la vida son: el amor, el heroísmo, la virtud apasionada, la creación artística, los ideales, la libertad, la equidad, la fraternidad y… la misma muerte. Las vidas emblemáticas que de los libros y que de nuestra hoja de vida abrevamos, han sabido ya de las ondas perdurables del tiempo, son inmutables y el ejemplo que ellas inspiran ha adquirido la fijeza de la eternidad. Algunos seres humanos trascendentes valen por sí solos un pueblo entero; piensan por él y a la postre éste piensa lo que ellos pensaron. PD1. El PRD-Guerrero está partido en dos. Por un lado están los gustosos de los placeres del poder y del presupuesto público. En |
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