EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Frustrada imposición de La Parota

Juan Angulo Osorio

Agosto 15, 2005

LA TRANSICION

 

Como en los tiempos de Rubén Figueroa –cualquiera de los dos– los gobiernos estatal y de Acapulco acudieron al expediente de usar policías para enfrentar un problema de orden social. De milagro no ocurrió un problema mayor que habría puesto a Zeferino Torreblanca y a Alberto López Rosas al borde del abismo.

Nos referimos al aparatoso despliegue policiaco que ordenaron ambas autoridades del PRD para contener a los comuneros opositores al proyecto de presa La Parota, como si quisieran agregar nuevos episodios a la larga lista que recientemente ha aportado, desde Chiapas, el subcomandante Marcos para señalar que ese partido ya nada tiene que ver con la lucha popular.

Los acontecimientos de ayer confirman que lo mismo desde el palacio de Gobierno de Chilpancingo que del Ayuntamiento del parque Papagayo se ha tomado la decisión de apoyar, y con todo, un controvertido proyecto que cuenta con la oposición no solamente de un significativo número de campesinos guerrerenses –como quedó claro ayer– sino del movimiento ambientalista nacional y mundial.

En ninguna nación del primer mundo se construyen ya grandes presas, pues con razón los ciudadanos de esos países se oponen a la destrucción de su entorno y cuentan con la información que demuestra que son más los perjuicios que los beneficios aportados por esas monumentales obras. ¿Por qué en México, en Guerrero, los gobernantes actúan de espaldas a sus ciudadanos?

En ningún acto de su victoriosa campaña el gobernador Torreblanca dijo que apoyaría la presa La Parota, y hoy está convertido en su más ferviente defensor al punto en que ha dicho que es uno de los dos proyectos prioritarios de su naciente gobierno sexenal. El otro es la autopista Acapulco-Zihuatanejo.

Pero ninguno salió de la imaginación y creatividad del gobernador y sus colaboradores, pues ya estaban allí. Así qué fácil es gobernar con proyectos elaborados por otros, y pensando no necesariamente en los intereses de los guerrerenses.

Apenas la empresa constructora del grupo CARSO, del influyente empresario Carlos Slim anunció que estaba interesada en conseguir para sí la obra de La Parota, todo se aceleró. El gobernador informó como de paso que se reunió hace unos días con el hombre más rico de América Latina, y se vino una intensa y costosísima campaña publicitaria con el futbolista Jorge Campos como estrella de anuncios en medios electrónicos e impresos que no dejaban claro quien los patrocinaba.

Asimismo, se enganchó a una cadena de radio para simular una encuesta entre los ciudadanos de Acapulco, quienes abrumadoramente se habrían manifestado en favor de la construcción de la presa.

Luego vino, como caída del cielo, la convocatoria a la frustrada asamblea de ayer, en la que de buenas a primeras se impuso una nueva estrategia para acelerar el despojo de sus tierras a los campesinos de la zona.

Sin ningún antecedente, sin alguna discusión previa, las autoridades de los Bienes Comunales de Cacahuatepec convocaron a sus más de 7 mil integrantes a dar su anuencia para que la Comisión Federal de Electricidad solicitara –se entiende que a la Secretaría de la Reforma Agraria– la expropiación de esas tierras y simultáneamente el cambio de uso del suelo de las mismas. Dejémonos ya de engorrosos requisitos de cuidado ambiental; a qué esperarnos a resoluciones de tribunales. Ya tenemos el apoyo del gobernador y la mayoría de los campesinos de nuestro lado. Vayamos de una vez por todo. Tal fue el razonamiento en las oficinas del director general de la CFE Alfredo Elías Ayub –muy cercano por cierto a los intereses de la familia Slim– y del gobernador Zeferino Torreblanca, quien siempre ha dicho –desde que es gobernador– que la mayoría de los comuneros apoyan el proyecto.

La prisa por llevar a la práctica los anteriores designios llevó al gobernador a excesos verbales. Ensalzó la figura de un político sin ninguna representatividad en Guerrero, miembro por lo demás de los grupos más atrasados del PRI. Zeferino llamó gran dirigente a Nabor Ojeda Delgado, y Televisión Azteca difundió una versión no desmentida hasta ahora en la que llamó a ese auténtico dinosaurio “líder histórico de los campesinos de Guerrero”.

Ojeda estuvo presente el lunes pasado en la tristemente célebre reunión del Colegio de Ingenieros en la cual nuestro gobernador dijo aquella frase de que no quería, ni podía ni tenía los recursos para enfrentar al narcotráfico; que en esa tarea declaraba su rendición, aunque no fuese político reconocerlo. Pues bien, en esa misma reunión que le valió una justificada andanada de analistas y conductores de noticiarios, el gobernador invitó a los ingenieros civiles a participar en La Parota, como si se tratase ya de un proyecto aprobado por los dueños de las tierras y hubiese pasado ya las pruebas ambientales pertinentes.

Y cuentan que Nabor Ojeda convenció a Elías Ayub y a Torreblanca Galindo de que la mayoría de los campesinos estaban con su CNC, y que él garantizaba una votación ampliamente mayoritaria en una asamblea.

Ya se vio que no. Testimonios escritos y fotográficos de los tres reporteros enviados por El Sur al lugar de la asamblea dan cuenta de la presencia apenas de unos 250 comuneros favorables a la presa. Cuando todo el contexto previo parecía propicio para lograr la aprobación, ésta no se obtiene no tanto –o no sólo– por la beligerancia de los opositores, sino por la raquítica asistencia de quienes apoyan la obra a una asamblea que, si se sacan cuentas, tal vez sea la más costosa en la historia de Guerrero sin que sus promotores hayan conseguido el objetivo que se propusieron.

Montado en su macho y dispuesto a cerrar los ojos ante la realidad; incapaz de reconocer que se dejó engañar por Nabor Ojeda; dispuesto a cumplir sus compromisos con el presidente Vicente Fox, con la CFE y con Slim el gobierno del estado dijo en un boletín oficial que aparte de los 400 comuneros pro presa que ya estaban en el lugar de la asamblea, 3 mil 500 más estaban dispuestos a asistir pero que no lo hicieron para evitar un mayor conflicto con los opositores. ¿Dónde estaban éstos comuneros? El gobierno no lo dijo y tampoco nadie los vio.

Ojalá que esta reacción oficial se haya dado al calor de los acontecimientos de ayer, y que ya más calmado el gobernador razone y concluya que no son tiempos de imposiciones. Si la presa La Parota fuese el proyecto que se quiere vender a la opinión pública ¿para qué tanta maniobra, engaño y manipulación? ¿Para qué tanta policía y tan poca política?