Tryno Maldonado
Octubre 01, 2024
Tres integrantes del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico (MEH) de la Comisión de la Verdad Sobre la Guerra Sucia dieron a conocer su informe final, Fue el Estado (1965-1990). Informe final del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, en agosto pasado –y hasta el último día de septiembre, un segundo equipo del mismo mecanismo no había difundido públicamente su otro informe, Verdades innegables: Por un Me?xico sin impunidad, que la Segob recibió en julio y subió a su sitio casi en secreto. Luego, a dos días de concluir el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, quienes elaboraron el documento Fue el Estado optaron por entregarlo a la presidenta que ha asumido el cargo este 1 de octubre, Claudia Sheinbaum, ante la negativa del gobierno federal saliente a recibirlo de manera formal.
Quizás la razón de ese rechazo, aunque la Comverdad para la guerra sucia fue creada por decreto presidencial de AMLO, reside en el contenido de los seis volúmenes que conforman el extenso reporte del MEH, el cual abarca violaciones graves a derechos humanos en todo el país –en Guerrero, por ejemplo, miles de desapariciones forzadas y asesinatos por parte del Ejército– durante el periodo de 1965 a 1990; es decir, el periodo en que el régimen autocrático impuso la llamada doctrina de seguridad nacional contra las disidencias políticas y partidistas, periodistas, movimientos populares campesinos y urbanos, sindicales, estudiantiles y disidencias sexo-genéricas, entre otras que se identifican puntualmente. (Esto ocurrió, cabe decirlo, no sólo en México, sino en toda América Latina bajo el fantasma del “enemigo interno” que pretendía solapar las atrocidades de Estado).
El documento responde a un derecho negado durante décadas a miles de víctimas del Estado mexicano: el derecho a la verdad. Pero también reclama la necesidad de generar memoria, la justicia y la no repetición del daño para la sociedad entera. El título del informe, de manera bastante simbólica, recoge el grito y la denuncia que ha arropado las protestas por la verdad y justicia para el caso emblemático de los 43 estudiantes de Ayotzinapa víctimas de desaparición forzada: Fue el Estado.
“Fue el Estado. Lo decimos porque los hallazgos de la investigación de esclarecimiento histórico así lo corroboran, con la misma contundencia con la que se ha demostrado también que el Estado fue responsable de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, hace casi una década atrás. Decimos que fue el Estado porque la enunciación de esta consigna, de esta denuncia, conecta los dolores viejos con los nuevos, el pasado con el presente. Decimos que fue el Estado porque fue éste el primero y el último responsable de las violaciones graves a derechos humanos durante el periodo 1965-1990, más allá de las responsabilidades de los perpetradores individuales. Fue el Estado porque desde éste se construyó la narrativa hegemónica que justificó la violencia, en aras de mantener una supuesta paz social y estabilidad del país, cuando lo único que hizo fue sostener intereses políticos y económicos espurios”.
En su introducción a los seis volúmenes que conforman el documento, Abel Barrera Hernández, David Fernández Dávalos y Carlos Pérez Ricart –parte de los miembros del MEH— hacen énfasis en la vigencia de este extenso y encomiable documento en la actualidad no sólo como un ejercicio imprescindible de memoria, sino como el contexto y los mecanismos en que ocurre la continuación de esa misma violencia de Estado en nuestros días. Aunque, como ellos mismos apuntan, el nuevo paradigma bajo el que se pretende justificar dicha violencia de Estado en los gobiernos progresistas ha cambiado del modelo contrainsurgente al actual, que se arropa en nuevos marcos como la guerra contra los narcóticos. Organizaciones político-militares, resistencias y muchas otras disidencias, al término de la Guerra Fría han sido perseguidas de esta manera. También bajo ese mismo método es que se sigue llevando a cabo el despojo en nuestro país.
A una conclusión fundamental que llega el MEH es el hecho comprobado de que la institución perpetradora de los crímenes de Estado por antonomasia en el periodo abarcado en el informe es el Ejército. “Esto es así no sólo porque las fuerzas armadas hayan sido las responsables directas de gran parte de las atrocidades cometidas durante el periodo, sino porque éstas constituyeron uno de los pilares ideológicos de un régimen presidencialista que se presentó ante la sociedad como civil, desmilitarizado y revolucionario, en el que el poder castrense estaba estrictamente subordinado al poder civil y carecía de cualquier injerencia política”.
Esta conclusión resuena con estruendo en la realidad actual en que se ha aprobado la adscripción de la Guardia Nacional al Ejército por imposición aplastante del régimen. Quizá este nervio tan sensible –la subordinación del Poder Ejecutivo a las fuerzas armadas– sea el que el Mecanismo haya tocado en sus recomendaciones finales y advertencias sobre los peligros de la militarización de la vida pública que pretende perpetuar la llamada Cuarta Transformación. No en balde el Estado institucional no cumplió con la recepción pública del informe; además de que, contrario a sus compromisos firmados en el decreto presidencial, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que hoy llega a su fin, no dio difusión ni seguimiento al valioso documento. Más aún: politizó el tema y, fiel a su estilo, abonó para la división y obstaculizó los procesos de verdad y justicia.
Lo que parecía no querer ver y silenció López Obrador es que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y lo interpelan a él, como titular del Ejecutivo que fue. Las comisiones de la verdad en todo el mundo no son para hacer borrón y cuenta nueva como él pretendía cada vez que apelaba al perdón cristiano. Si el pasado no se confronta, estaremos condenados a padecerlo una y otra y una vez más.
“Fue el Estado, decimos, porque el cambio del paradigma contrainsurgente al paradigma de la guerra contra las drogas sólo significó una vuelta de tuerca más en esta larga historia de represión, una puesta al día de la justificación de un régimen profundamente corrupto y antidemocrático, salvaje contra el pueblo y servil con las élites. Fue el Estado, que condenó a las grandes mayorías de este país a sufrir la violencia estructural de la pobreza y la miseria, y a sufrir su violencia armada a quienes lucharon por un México más equitativo. Fue el propio Estado el que engendró las causas de la rebelión y la disidencia, y el que se encargó de ahogarlas a sangre y fuego. Fue ese Estado, en su avaricia, en su despotismo y su sevicia. Fue el Estado quien, por su acción, omisión o aquiescencia, permitió la comisión de violaciones graves a derechos humanos; fue quien les negó la justicia a las víctimas, y a quien ahora demandamos la no repetición”.
En 1968 fue el Estado: 2 de octubre no se olvida.
@tryno