EL-SUR

Viernes 29 de Septiembre de 2023

Guerrero, México

Opinión

¡Fuenteovejuna, señor!

Héctor Manuel Popoca Boone

Junio 04, 2016

A la memoria de Eloína López Cano, amiga y señorona de Acapulco

Grupos de ciudadanos guerrerenses, y otros en otras partes del país, continúan tomando las armas, lenta pero inexorablemente. Lo hacen para proteger a sus familiares y el patrimonio que tienen. Hemos llegado al punto que el pueblo toma la justicia por su propia mano ante la incompetencia o de plano colusión corrupta de autoridades institucionales con los delincuentes para seguir cometiendo libremente sus fechorías. Como diría el periodista Ryszard Kapucinski (RK): Las autodefensas de comunidad rural o de barrio urbano, “son el último cartucho y cuando un pueblo decide echar mano de él es porque una larga experiencia le ha enseñado que no le queda ninguna otra salida. Todos los demás intentos han fracasado; han fallado los demás recursos.”
El hacerse justicia por propio accionar ciudadano, es la bárbara señal del límite que tiene el hartazgo popular ante la situación de indefensión frente a los malosos, que se refocilan y enriquecen al sustraerle a la ciudadanía sus haberes materiales, la libertad personal, la cohesión familiar, la libertad de tránsito o de expresión, así como coartar la seguridad social ante el temor de ser secuestrado o extorsionado, cuando no vilmente robado y asesinado. En cualquier parte y a toda hora. También escribió RK: “Empieza a prevalecer un estado de agotamiento general en la población y eso se da en un marco de agresividad contenida pero exasperada.” “El poder ha perdido ya toda la confianza y tiene las manos vacías; el pueblo ha perdido los restos de su paciencia y aprieta los puños. Reina un clima de tensión y agobio, cada vez más insoportable. Empezamos a dejarnos dominar por una psicosis de terror.”
Es vox populi y hecho sabido que parte de la policía preventiva es delictiva y de proximidad peligrosa para la ciudadanía. Ante su ineficacia, la probabilidad de los linchamientos populares es alta y están a la vuelta de la esquina. Por más que gobernantes e ineptos justicieros institucionales vociferen lo contrario o adviertan a los ciudadanos no osar aplicar la justicia por su propia cuenta. Pero al no proporcionar al pueblo respuestas reales y contundentes, concitan parálisis e inmovilidad social; obturando la apertura de cauces no corruptos, a través de los cuales gobierno y pueblo, en forma conjunta y coordinada, puedan abatir los estragos de la delincuencia organizada.
No menos alarmante es que las autoridades gubernamentales estén afectadas por el síndrome del mono autista: simulan no escuchar, no ver, no prevenir y no actuar ante un delito o un delincuente que puede ser capturado en flagrancia. Coraje da, ver ciudadanos que tuvieron el valor de atrapar ladrones, asesinos y entregarlos a las autoridades, para que éstas inmediatamente los dejen libres en forma rauda y sin mayor sanción. Esa es la razón de la proclividad al linchamiento popular que va en aumento. Y cuando ésta hace acto de presencia, surge la pregunta ¿Quién fue? Los habitantes exclaman al unísono: “Fuenteovejuna, señor. Todo el pueblo, a una”
PD1. De confirmarse el nepotismo, desviación de recursos y corrupción de la presidenta municipal de Mártir de Cuilapam, que llegó al poder a través del Partido Movimiento Ciudadano, considero que la Comisión de Justicia Intrapartidaria del MC debe expulsarla (opinión personal) por contravenir gravemente principios éticos y valores políticos, plasmados en los documentos básicos del partido.
PD2. El PRD cedió su capacidad de gobernar, a cambio del aburguesamiento burocrático de sus gobernantes y de sus jefes de corrientes políticas. Tiempo atrás, salían en las fotos compartiendo festivamente licor fino y viandas suculentas con los principales capitostes del PRI. La pura frivolidad, montada a horcajadas sobre la espalda del pueblo.
PD3. El presidente municipal de Acapulco, Evodio, debe pedir permiso e irse de Acapulco. La camisa de fuerza interesada que aceptó ponerse, lo tiene totalmente inmovilizado; mientras los acapulqueños siguen en el desasosiego, pero con un conformismo vergonzante.