Silvestre Pacheco León
Julio 01, 2019
El retraso en la entrega del fertilizante a los campesinos guerrerenses no se debe solamente a quienes se han inconformado con los cambios previstos por el programa federalizado, sino también a la incompetencia de los funcionarios que han sido nombrados para hacer de este programa un ejemplo de ayuda directa a los campesinos para arraigarlos a sus pueblos mediante su ocupación productiva, elevando la producción de granos básicos para la seguridad alimentaria.
Eso fue lo que exhibió la comparecencia del secretario de Agricultura, Víctor Villalobos, y del coordinador del Programa del Fertilizante, Jorge Gage, en la conferencia mañanera del viernes pasado en Palacio Nacional.
Lo que dijeron los dos trajo más confusión de la que existe sobre la eficacia del programa, y confirmó las razones para combatir la opacidad.
Mostró también a dos funcionarios que están poco compenetrados y comprometidos con el programa estratégico que se les encomendó para cambiar la situación de pobreza que viven los campesinos guerrerenses.
El hecho puede tener explicación en que ambos desconocen la realidad del campo sureño, de la tierra y de su gente a quien no han aprendido a tratar para beneficio del programa.
Esto nos lleva a la conclusión de que para generar los cambios propuestos por la 4T se requiere que los responsables estén ellos mismos dispuestos a cambiar de actitud, pero por lo visto en la conferencia matutina del viernes 28 de junio, este no es el caso.
Lo que vimos fueron dos funcionarios hechos a la antigua usanza, cuidadosos de no salirse del guión para el que iban preparados, y que consistió en tratar de demostrar que, pese a todo lo que se ha dicho y visto, ellos cumplirán con las metas propuestas en el plazo fijado, sin importar que sus propios datos los contradigan y sin explicar los cambios sustanciales que han hecho para la simplificación de los trámites para la integración del nuevo padrón, ni las razones por la cuales ahora se entregarán 110 mil toneladas de fertilizante en vez de las más de 200 mil de las que informaba el programa anterior.
Ahora estamos ante la danza de las cifras que confunden en vez de aclarar la situación, pues ya no queda claro cuántos de los 401 mil solicitantes serán beneficiados y hasta cuántos paquetes de fertilizante podrá recibir un productor cuando se había hablado de un máximo de cinco.
Dijeron, por ejemplo, que hasta la noche del día anterior el programa había atendido ya a 63 mil productores (apenas el 15 por ciento de los 401 mil solicitantes) a quienes han entregado 27 mil toneladas de fertilizante, (apenas el 25 por ciento dela cifra recortada), cuando ya han agotado dos terceras partes del plazo.
En contra de lo que se ha dicho sobre la escasez de fertilizante que se observa en los centros distribuidores, el funcionario afirmó que hay en existencia 70 mil toneladas, las cuales se distribuirán con celeridad con la contratación de nuevo personal que tendrá capacidad para atender hasta 12 mil campesinos diariamente.
La opacidad
Los funcionarios federales fueron parcos en explicar en qué consiste la simplificación que han hecho en la confección del nuevo padrón de beneficiarios, pero se intuye que han caído en la vieja práctica de negociar con los líderes de las organizaciones cuyo papel de intermediarios daba cuenta del desvío de hasta el 30 por ciento del producto, según sus propias cuentas y según lo que dijo el propio presidente Andrés Manuel López Obrador. De tal manera que lo planeado como un esfuerzo para empoderar a los campesinos al tramitar su propio subsidio, terminó rindiéndose al interés clientelar y partidista que predomina en el campo.
En la conferencia ninguno de los funcionarios reconoció que fallaron en el entrenamiento requerido por los beneficiarios para aprender los pasos burocráticos del programa, lo que ha provocado un sinfín de vueltas a los campesinos que sufren la opacidad con la que se está manejando el padrón de los beneficiarios, pues ahora deben desplazarse ellos a los centros de distribución para que les informen ahí si aparecen en las listas, en cuyo caso deberán regresar al lugar con los medios necesarios para retirar el fertilizante y transportarlo a su comunidad.
En la conferencia del viernes, el secretario Villalobos mostró también que ha delegado en el coordinador nacional del fertilizante una responsabilidad mayor de la que puede atender, al grado de mostrarse ajeno, como titular de la Sader, a las razones reales del retraso en la entrega de los paquetes subsidiados.
Pero el caso más patético en el que se reproduce la conducta de los funcionarios del antiguo régimen lo mostró el coordinador Jorge Gage Francoise cuando reporteros guerrerenses le preguntaron acerca de su ausencia el jueves pasado en la reunión que había pactado con autoridades campesinas de la Montaña y el director de Tlachinollan en la ciudad de Chilpancingo.
Simplemente dijo que no había podido cumplir el compromiso de estar con ellos por causas ajenas a su voluntad, y que había tenido dificultades para comunicarles a tiempo que no podría viajar.
Y ante la pregunta de las razones por las cuales despacha desde la ciudad de México y son largas sus ausencias del campo guerrerense, donde no se le ha visto en el último mes, Gage negó esa afirmación con el argumento de que también lo visita sin dar cuenta de ello a la prensa.
Mientras tanto el tiempo pasa inexorable, y si las lluvias se establecen formalmente sin que los paquetes de fertilizante obren en manos de los campesinos, la tierra preparada para la siembra, igual que el trabajo invertido, pasarán a formar parte del inventario de pérdidas de un programa en el que los campesinos volvieron a ser tratados como objetos.