EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Gabriel Zaid y los libros de consulta

Adán Ramírez Serret

Febrero 12, 2021

Asociamos normalmente –al menos yo lo hago– la lectura con la literatura: con novelas, cuentos o poemas, según sea nuestro gusto, pretensión y aspiración.
Pero no siempre ha sido así, incluso, una de las historias más apasionantes es la de la lectura: ¿cómo nació la escritura? ¿Fue con los mitos o por el derecho de propiedad? Si acaso, antes sólo se leía en voz alta, en grupo, el famoso otium literarium latino que era lo mismo un trabajo –es decir, involucraba esfuerzo–, pero intelectual, o si antes se leía en piedras, tablas, en pergaminos, etcétera. (A quien le interese este tema puede hincarle el diente a los maravillosos libros Una historia de la lectura, de Alberto Manguel, o al ahora en boga El infinito en un junco, de Irene Vallejo Moreu, o el ensayo más breve, del genial George Steiner, El lector infrecuente).
En la última semana he leído un libro no sólo sobre libros, pues cita una lista de más de 200 diccionarios consultados, sino un libro sobre el lenguaje y su historia, Mil palabras, de Gabriel Zaid (Monterrey, 1934). Un erudito y, sobre todo, divertido análisis y puesta en escena de las palabras con las que convivimos a diario.
Zaid escribe un libro sobre las palabras que parece un libro de consulta que se transforma en libro de cabecera. Porque no sólo se puede leer literatura, periódicos y revistas; también se puede disfrutar de las enciclopedias y, como Borges dejó claro, de diccionarios. La adicción de leer sumada a la de aprender.
Mil palabras abre con un saludo: “Señoras y señores”, en donde se refiere al lenguaje incluyente. Toca el tema sin pelos en la lengua y por momentos, es divertido, erudito, pedante a veces y, por supuesto, políticamente incorrecto. Y creo que hay pocos autores mexicanos para poder ser todo lo que he dicho en un texto de unas tres páginas sin ser linchados. Porque Gabriel Zaid, a sus ochentaiséis años, es un anacoreta –palabra que explora, claro–, un hombre que a pesar de ser un personaje reconocidísimo como poeta e intelectual –amigo de Reyes y Paz– ha preferido mantener su vida en privado, y desde allí, ser un gran crítico del país y del lenguaje. “Señoras y señores”, es un texto en donde lo que más se siente es la libertad –o desparpajo–, de Zaid para decir lo que se le antoje sin importar las consecuencias. “De los afanes feministas han salido algunas cosas buenas y algunas lamentables”. Para hablar de esto, cita a Vicente Fox, a la reina Leonor de Aquitania y a Homero. Ofrece claridad, pero por medio del humor, se salva del peligro de predicar, hablando un poco en contra (se burla), con muchas cosas a favor. Sí, el lenguaje incluyente es un criterio, no un dogma.
En “Achichincle, aguacate, apapachar”, se pregunta qué tanto habita el náhuatl el español actual mexicano. Al principio parece que mucho, con las mencionadas, más México, Chapultepec o atole. Pero luego, las cosas se ponen más difíciles con acocote, atemole, chomite y muchas más, que por supuesto, la mayoría desconocemos. Y termina explicando “Estar tragando camote no es ‘estar en la luna’, sino quedarse perplejo y sorprendido, sin poder hablar”. Confieso que yo pensaba que la expresión quería decir tener la boca abierta y no saturada.
También explica otras expresiones como: “Si Kafka fuera mexicano, sería un autor costumbrista”, y dice que esta expresión, de origen, es cubana.
Más adelante, cuando explora la relación entre Banal y vano, escribe: “Las palabras existen, no porque las registre un diccionario, sino porque se usan”. Y termina ese texto: “Es decir, la palabra existió (banas) más de tres siglos sin ser registrada, y apareció en el DRAE cuando ya no se usaba”.
Así, se va moviendo por las palabras con el sentido más rico del poeta, el de la ironía, las analiza como si estuvieran en descanso. Las palabras como un objeto más que como un instrumento. Mil palabras es un libro para leerse cuando sea y en donde sea, que nos conecta con la más preciada y peligrosa arma que heredamos.
Gabriel Zaid, Mil palabras, Ciudad de México, Debate, 2018. 387 páginas.