EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ganar perdiendo

Arturo Martínez Núñez

Abril 19, 2022

Hay ocasiones en la vida política en que se gana perdiendo. Lo ocurrido el pasado domingo con la votación sobre la reforma constitucional que en materia energética presentara el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador es una de ellas. Lo que ocurrió es la movida maestra de un experto ajedrecista que adelanta piezas previendo lo que ocurrirá dos o tres jugadas adelante. El presidente López Obrador logró en una sola maniobra, dejar indefensos a sus oponentes en la víspera del jaque mate definitivo.
López Obrador sabía desde que envió su propuesta de reforma constitucional que ésta no alcanzaría la mayoría calificada necesaria para su aprobación. Precisamente por eso se empeñó en enviarla: el objetivo no era que pasara la reforma sino desenmascarar al bloque opositor de cara a la nación y desde la máxima tribuna del país. Quedó perfectamente claro que en el panorama político de México existen únicamente dos proyectos, el que pretende transformar la vida pública y el que quisiera que todo permanezca como está, o sea conservar contra progresar.
Nunca en la historia de la nación, una propuesta de reforma constitucional enviada por el presidente de la República había sido rechazada. Y esto fue así porque nunca antes ningún mandatario se había atrevido a enviar al Legislati-vo algo que no estuviera perfectamente planchado y con los números suficientes para su aprobación. López Obrador buscaba precisamente eso: dejar claro que es un demócrata, que no rehúye al debate, que respeta la división de poderes y que la discusión de las ideas debe de hacerse de cara a la nación y no tras bambalinas logrando votos a cambio de prebendas, de moches y de cochupos.
¿Con qué cara regresarán los legisladores del bloque opositor a dar cuentas a sus distritos? ¿Cómo van a explicar que antes de estar del lado del pueblo decidieron estar del lado de las empresas trasnacionales? ¿Cómo podrán desprenderse de la enorme loza que significará haber quedado desnudos ante el pueblo y revelar quiénes son sus verdaderos patrones?
¿Qué ganaron los opositores? ¿Detener una reforma que de origen estaba condenada al fracaso? Sumar cero. Dejar claro que para ellos la patria no es primero sino que para ellos el dinero es primero. López Obrador dejó patente que en la política debe de haber principios y no solo intereses. Que hay heridas de guerra que lejos de inferir daños provocan la honra. Que una cosa es negociar y otra es transar. Que es posible y deseable alcanzar acuerdos políticos y alianzas tácticas pero que el programa y los principios, como la patria, ni se venden ni se negocian sino que se defienden.
Al mismo tiempo y en la misma jugada, López Obrador pudo medir quién está por el proyecto y quiénes simplemente por intereses personales. Quiénes juegan en equipo y quienes patean el pesebre. Qué operadores políticos son útiles y quiénes en vez de sumar, restan. Como buen apasionado del béisbol, nos mostró que cuando se está a la ofensiva es un solo bateador contra nueve contrincantes y cuando se defiende, el equipo completo debe de actuar coordinadamente.
Andrés Manuel López Obrador no perdió nada el domingo, al contrario, avanzó un escalón más, uno mayúsculo en su carrera hacia la transcendencia histórica. La oposición coaligada en contra de su proyecto, no ganó ni siquiera la votación que tanto celebran. Tan pronto como en las próximas elecciones estatales se verá el daño tremendo que se han auto provocado. Antes de 24 horas, el lunes mismo, la Cámara de Diputados aprobaba una reforma de ley para proteger al litio y prácticamente nacionalizarlo. Ese era el verdadero objetivo y se ha cumplido con creces.
La Cuarta Transformación se consolida como el gran proyecto de México. Andrés Manuel es un líder político de dimensiones que no alcanzamos a valorar pero que la historia habrá de juzgar y colocar en el lugar de honor que se ha ganado al lado de los padres de la patria, de los revolucionarios y de los héroes de la Reforma, todo ello sin disparar un solo tiro y sin perder la sonrisa. López Obrador acaba de dinamitar silenciosamente a los “partidos” políticos rivales y se prepara para dos años de cosecha política que afianzarán y darán cimientos sólidos y profundos a un régimen que permanecerá por varios sexenios consolidando el cambio verdadero en México.
Los que el domingo por la noche festejaban eufórica y ruidosamente, no sabían que a la fiesta que acudían era, en realidad, su propio funeral.