Ángel Aguirre Rivero
Enero 26, 2024
¿Puede y debe un gobernador o gobernadora dedicar la mayor parte de su tiempo a atender los asuntos de seguridad pública en su estado?
En mi opinión no, pero es fundamental coordinar y presidir el Grupo de Coordinación en donde concurren las diversas autoridades federales y estatales, para dictar directrices y dar seguimiento a los asuntos de mayor relevancia.
Durante mis dos gestiones, siempre construí un puente eficaz y cálido con los militares y marinos de mayor jerarquía, pues ello facilita la colaboración y genera mejores resultados.
Con frecuencia me reunía a comer con los obispos, al igual que con los altos mandos militares, para revisar estrategias y avances de las acciones que ha-bíamos emprendido de manera conjunta.
Una red no menos importante para construir la paz son las iglesias de diferente orden, por lo que siempre mantuve una relacion cercana, de respeto y colaboración.
Pero un gobernador o gobernadora tiene tareas mucho más amplias, que van desde el fomento de nuevas inversiones, elaboración de proyectos estratégicos, gestión de recursos financieros federales y de la iniciativa privada, atención permanente a las y los presidentes municipales, así como a organizaciones civiles, productivas y no gubernamentales.
También se necesita propiciar una atmósfera de armonía, por ello es importante construir puentes con los partidos políticos, para generar condiciones de gobernabilidad y pluralidad política.
Un gobernador o gobernadora debe caminar permanentemente al lado de su pueblo: visitar sus municipios, llevar una voz de aliento, iniciar o inaugurar obras, llevar apoyos de diversa índole y escuchar al ciudadano común, sobre todo eso. El pueblo de Guerrero quiere ser escuchado.
Un mandatario debe de ser un incansable gestor, y ser agresivo en el buen sentido de la palabra, porque así nos los demandan las necesidades de nuestro pueblo.
Yo recuerdo cuando me sentaba con algún secretario de Estado, incluyendo al de Hacienda (que casi siempre suelen ser fríos), y éste se resistía a apoyarme con recursos adicionales; sólo le recordaba que Guerrero ha sido el epicentro de los grandes movimientos sociales incluyendo la guerrilla de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, y créanme, la estrategia me funcionaba muy bien.
Pero un gobernador o gobernadora debe también ser seductor o seductora para saber vender nuestros proyectos, empezando con el presidente de la República, secretarios de Estado y grandes empresarios.
Un día acudí con el entonces secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y decidí llevarle una hielera con la mejor cecina guerrerense, carne enchilada, chorizo, cuajada, queso y chicharrón de Zumpango, que estaba a la vista, y mientras hacía mi gestión, el secretario no le quitaba los ojos al chicharrón. Con mi estilo muy abierto, le dije:
–Pruebe el chicharrón mi secretario, se lo mandé a traer especialmente para usted. Y se animó a probarlo para luego decirme:
–Oye gobernador, qué barbaro, es el mejor chicharrón que he probado en mi vida. Y soltó los recursos para el estado.
Seducir significa saber persuadir y conseguir los grandes proyectos que detonen el desarrollo y generen empleo.
Pero si el Presidente nos visita y no se le presentan proyectos de gran envergadura, acordes a la necesidad de recursos millonarios para atender lo que hoy vive Acapulco, porque pensamos que se puede enojar, éste se regresa a Cdmx como si nada hubiera pasado.
En otra ocasión invité un fin de semana a Acapulco a Miguel Limón Rojas, entonces secretario de Educación federal, y le invité a una gran mariscada. Recuerdo que pidió de tomar un ron Bacardí pintadito; y ya cuando llevábamos tres le dije:
–Oye Miguel, ayúdame a traer una Orquesta Filarmónica para Acapulco y se empezó a reir. –¿de qué te ríes Miguel? le dije.
–Pues es que las únicas canciones que he escuchado de Guerrero son: Por los vaminos del sur y Simón Blanco –y nos echamos a reir…
–No Miguel, Guerrero tiene un gran bagaje musical.
Y conseguí la Filarmónica, la Escuela Estatal de Música y la primera Universidad Tecnológica en Petatlán.
¿Cuanto me costó?: una mariscada y tres cubas de Bacardí blanco, ¿valió la pena no?
Un gobernador o gobernadora jamás debe vincularse al crimen organizado porque quedan atrapados para siempre. Es triste reconocerlo, pero hoy día en un importante número de municipios no serán los partidos políticos los que determinen el destino de sus ciudadanos, sino los grupos de la delincuencia organizada.
Lo que vivimos hoy, tal parece que no se ha dimensionado en el contexto nacional.
Guerrero puede convertirse desde ya en la punta de lanza de un asunto de seguridad nacional. Mientras entidades como Tabasco alcanzó una tasa de crecimiento del 17 por ciento, Hidalgo 11 por ciento, Oaxaca 8 por ciento o incluso Chiapas con más de 5 por ciento, en Guerrero no logramos ni el 1 por ciento de crecimiento económico.
Evidentemente en esas entidades se detonaron grandes proyectos que generan crecimiento económico, empleo y por ende disminuyen la inseguridad.
¿Qué debemos hacer? Primero: estar unidos todos, sin mirar partidos políticos, sin desconfianzas, sin celos políticos, con un solo objetivo: que a Guerrero le vaya bien.
La gobernadora Evelyn Salgado Pineda hace su mejor esfuerzo, pero no debemos dejarla sola, debemos contribuir desde el seno de nuestras familias sembrando valores, orientando a nuestros hijos a no tomar caminos equivocados. Debemos también de generar un gran acuerdo fuera de protagonismos estériles, que visualice los grandes proyectos que detonen el desarrollo económico y social, la generación de empleos y nos encaminen hacia la paz.
Por nuestra parte un grupo de amigos, profesionales en diversas disciplinas, expertos en distintas materias, preparamos desde ahora un documento ejecutivo que contempla las políticas públicas más importantes para hacer realidad grandes proyectos, incluido el nuevo Acapulco, con una visión diferente después del huracán Otis.
Dicho documento habremos de presentarlo a la gobernadora, a la sociedad civil y a quien conducirá los destinos de nuestro país para los próximos seis años.
La nueva administración federal deberá encontrar un pueblo unido que aspira legítimamente a vivir en mejores condiciones de vida.
Sólo pensemos en una cosa: ¿cuál es el estado que queremos heredar a nuestros hijos y a nuestros nietos?
Del anecdotario
Cuando asumí la dirigencia estatal del PRI, Rubén Figueroa Alcocer, entonces gobernador del estado, hizo una llamada a Ignacio Pichardo Pagaza para comunicarle su decisión de renovar el Comité Directivo Estatal y yo asumiera la presidencia.
Pichardo le contestó que estaba de acuerdo, pero que no estaba por demás correrle una cortesía a quien fungía como secretario general del partido a nivel nacional, José Francisco Ruiz Massieu.
Pude percatarme que a Figueroa no le gustó la sugerencia y le contestó:
–Oye Nacho, los presidentes del PRI los ponemos los gobernadores, ¿o qué, los tiempos ya cambiaron?
Y de manera abrupta colgó el telefono.
–Que se vayan a la chingada (me dijo), prepárate una gran marcha para que vean nuestra fuerza, y tomas posesión de inmediato.
Ya más sereno el gobernador, le dije: –¿Por qué no me permites visitar a José Francisco para correrle una atención?
–Pues hazle como tú quieras –me contestó.
Al otro día me fui a la Ciudad de México y pedí una audiencia con el entonces ex gobernador, quien me recibió de inmediato.
–Pásale querido Ángel, ya sé de tus aspiraciones y las comparto. Ven, te voy a llevar con el presidente nacional para que lo saludes.
–Mira Nacho (le dijo), él es Ángel Aguirre Rivero, nuestro próximo presidente del PRI en mi estado, quiero que sepas que fue mi secretario de Desarrollo Económico y del Trabajo, y lo hice diputado federal… Es un joven muy valioso y es parte de mi equipo.
Casi al despedirme me dijo: –No te vayas, acompáñame a una comida aquí en la explanada del partido. Y tomado del brazo me llevó hasta su mesa, donde se encontraban los jerarcas nacionales.
No había pasado mucho tiempo, cuando recibí una llamada del gobernador Figueroa para decirme: –Ya sé que te andas paseando con Ruiz Massieu, sólo quiero que te quede claro que vas a ser presidente del PRI por mí.
A lo que le contesté: –Lo tengo más que claro.
Ahí pude entender muy bien los celos políticos.
–¿Y qué te dijo de mí José Francisco? –me preguntó. Sabedor de la mala relacion que llevaban, le contesté: –Me dijo que cuándo lo invitas a desayunar.
La política es así…