EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Green Washing: la gran simulación ambiental

Efren Garcia Villalvazo

Abril 20, 2019

MAR DE FONDO

 

 

El crecimiento de las ciudades y sus sistemas de producción de alimentos reduce de forma cada vez más acelerada los sistemas naturales del planeta, puesto en términos más económicos, a los que actualmente proporcionan lo que se conoce como servicios ambientales. Como ejemplo de éstos se incluye la biodiversidad en sus tres niveles de organización, que aporta las múltiples y delicadas piezas móviles de la gran maquinaria que sostiene la vida y que no sólo está conformada por catálogos impresos como se nos acostumbra a pensar, sino que son elementos de alta movilidad sujetos a grandes presiones y cuya tendencia principal es desaparecer.
Dentro de esta densa nube de interrelaciones e interdependencias se encuentra la especie humana, probablemente la más frágil desde el punto de vista de resistencia y resiliencia a impactos ambientales de escala tan global como la que se experimenta con el cambio climático.
Debido a lo anterior y a la incapacidad de resolver en la justa medida la problemática que ya está en el vecindario es que surge con cada vez mayor fuerza la tendencia de disfrazar de color verde los objetivos de interés para el desarrollo convencional, surgiendo entonces el Green Washing (traducido como Lavado Verde) de procesos altamente agresivos con la naturaleza, buscando sus promotores congraciarse con una opinión pública cada vez más interesada en temas de sustentabilidad pero con una base de conocimiento confusa o sesgada por fuentes informativas muy expuestas a las fake news o interpretaciones amarillistas, buscando también enganchar su visibilidad social o empresarial con temas “ambientales” genéricos que amenazan con convertirse en modas efímeras que distorsionan las propuestas estrictas de sustentabilidad que, por su propia naturaleza, considera periodos de tiempo muy largos.
Además, existe un gran riesgo al “traducir” estos temas tan relevantes al código requerido para ser difundido en redes sociales, y el tiempo de duración del interés resultante es mínimo. Flor de un día, decía mi padre acerca de las notas periodísticas. Ahora es aún menos.
Basta con examinar estas “burbujas” de interés de los últimos tiempos. Hace pocos meses el tema de moda eran los popotes. La estrella del ciberespacio era la tortuga “Popotitos”, aquella que en el colmo de un ánimo suicida se metió una pajilla de plástico por la nariz y provocó una ola de interés sin precedente en todos los medios digitales. Pronto apareció una campaña en donde el popote –y no todos los plásticos– eran el enemigo y debían ser exterminados de la civilización a como diera lugar. Todavía la burbuja alcanzó a crecer un poco más y entramos en la vorágine de aprender de microplásticos, de saber de qué tamaño era la isla que flotaba en el giro oceánico del Pacífico norte y repetir ad nauseam que “para el año 2050 habría más plásticos que peces en el mar”. Quien quiera que declare esto se nota que no ha buceado en nuestros mares de manera reciente.
Antes que eso había surgido la burbuja de la vaquita marina, ese infortunado delfincito que vive en el Alto Golfo de California, indistinguible por las redes totoaberas como la presa a capturar y que ha muerto por puños víctima de su propio endemismo que lo mantiene en una región marina muy reducida. El clímax llegó cuando Leonardo di Caprio y la organización ambientalista Sea Shepherd se metieron gallardamente a rescatar al animalito que de todos modos siguió muriendo debido a la alta demanda del buche de totoaba, gran pez de la zona que en pésima hora a alguno de esos orientales se le ocurrió declarar que mejoraba el desempeño sexual y extendía la longevidad. La atención mundial en pleno sobre el norte del Mar de Cortés. Y sin embargo, el pequeño odontoceto seguía declinando rumbo a su desaparición. El tiempo pasó, la burbuja reventó y el interés se extinguió con mayor rapidez aún que la propia vaquita marina.
El otro día veía yo a una bióloga de la Conanp que declaraba con ojos brillantes que varias especies consideradas extintas habían aparecido en algunos puntos del país, y que por qué entonces no se podía esperar un milagro así para la vaquita. La declaración entonces de que la vaquita marina no se iba a extinguir pasó sin pena ni gloria porque su tiempo –en redes sociales– se había agotado. El tema de la extinción de la vaquita marina fue más atractivo que la posibilidad de que hubiera sobrevivido.
Aquí en Acapulco hemos tenido nuestros propios aprendizajes. Ya asistimos al evento de atestiguar como el obtener una certificación Blue Flag es más importante que tener una playa limpia, pues hasta para la misma certificadora no es negocio si la playa no cumple con las condiciones de la certificación. El certificado impreso es entonces más importante que la limpieza de la playa y la salud y comodidad de sus visitantes.
Se llevó a cabo en el tianguis turístico una campaña para cubrir puntos negros de la ciudad con lonas –¡de plástico!– con magníficas fotos submarinas que volverán “verde” lo impresentable de la ciudad. La campaña, y ahora ley, de eliminar plástico de un solo uso lanzada hace pocas semanas quedó atrás; decenas de metros cuadrados de plástico fueron impresos con recursos públicos para atender el evento turístico de cuatro días, trayendo más plástico a un sistema que ya habíamos dicho que estaba saturado de él. El equivalente a barrer la basura debajo de la alfombra solo para cubrir las formas, dejando la preocupación por las futuras generaciones para las futuras generaciones.
El Green Washing ha saltado a la palestra para hacer lo suyo. Ya ha dado argumentos a la clase política y a ninguno se le ocurriría anunciar un proyecto de gobierno sin hacer referencia de que se han atendido las cuestiones ambientales. Ha adquirido un bagaje importante de palabras para incluir en el discurso que de tanto repetirlas se han vuelto ordinarias, casi sin sentido. Le han desprovisto de su importancia como elemento que pretende conservar para sobrevivir. Le han despojado de su utilidad para el ser humano como especie.
El buen amigo y colega Roberto Velasco nos hizo llegar un documento deprimente publicado en el periódico El País: La ONU pide cambios sin precedentes para evitar la catástrofe medioambiental del planeta. La conclusión es que ya desde ahora hemos sido reprobados en el tema de sustentabilidad. Hemos sido reprobados en el tema para sobrevivir.
Al final del camino el Green Washing mostró su utilidad para cubrir las huellas de la generación que ahora tiene más de 50 años. Los que nacieron de ésta enfrentarán –ya sin venda en los ojos- las consecuencias de lo que ahora cubrimos con esta gran simulación ambiental. Y para entonces no habrá Green Washing que valga.

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* El autor es oceanólogo, ambientalista y cofundador del recientemente creado Museo de la Isla de La Roqueta