EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Guerreras del Sur

Anituy Rebolledo Ayerdi

Marzo 16, 2023

 

(Séptima parte)

 

Benita Galeana Lacunza
San Jerónimo de Juárez
(1904-1995).
Escritora, feminista,
activista, luchadora
sin par por la causa
de la mujer.

Su niña fea

Benita Galeana Lacunza nació en San Jerónimo de Juárez y desde muy niña conoció la pobreza aunada a la violencia. Su madre muere cuando ella cuenta con apenas dos años y cuatro más tarde muere su padre. Será entonces cuando busque refugio con su hermana Camila donde, además de los trabajos domésticos, cuida a sus sobrinos y cocina tamales que ella misma vende en la calle. Siempre incumplidos sus deseos de asistir a la escuela y tener un par de zapatos, abandona la casa luego de que el esposo de Camila intente violarla. Ella se defiendo blandiendo un bolo (machete muy usado) cercenándole tres dedos de la mano. Huye hacia Acapulco.
Aquí se refugia con una prima en cuya casa se replicará la historia anterior: sojuzgamiento, trabajo duro y golpes. Se libera finalmente aceptando unirse con Salvador Solano, el escribano que redacta sus cartas y que le enseñará las primeras letras. Embarazada a los cinco meses decide no seguir al lado de un hombre al que no ama y porque con la suegra “no se pueden ver”. Ahora se refugia en casa de unos amigos donde nace su hija Lilia.
“Felizmente nació mi niña, tan fea que parecía una changuita prieta. ¡Fea que estaba mi hija!”, escribirá muchos años más tarde.

Benita regresa a San Jerónimo para dedicarse a lo que mejor sabe hacer: comida para vender. Lilia enferma y ella no tiene dinero suficiente para médico y medicinas. Se acuerda entonces de un viejo militar retirado que la “chuleaba” de chamaca y va a verlo. El viejo acepta cubrir la atención de la niña. pero con la condición de que sea su amante. La unión dura muy poco y vuelve por su hija encargada con unos amigos. La niña recae de sus males y esta vez la madre recurre a la ayuda del fabricante de mezcal, el mismo que le fiaba el licor para venderlo en la calle. Viajan los tres a Acapulco y aquí el mezcalero le explica que tendrán que recorrer la región para ofrecer el producto y que la niña les estorba. La encargan con la abuela paterna.
“Lo único que yo veía en el mezcalero era que me trataba bien, tenía que comer, vestía bien. Mandaba yo a los mozos. Era la señora del ricacho pero no lo quería y ansiaba dejarlo”, confesará en uno de sus libros.
La oportunidad llega pronto. Aprovecha un viaje del mezcalero para tomar un camión que la lleve a la Ciudad de los Palacios. Recurre a su llegada a un antiguo amigo de su familia, Manuel Rodríguez, quien le advierte que no cuenta con medios para su manutención. Se dedicará entonces a recorrer las calles de la gran ciudad en busca de empleo, “el que sea”. Después de mucho andar encontrará finalmente uno, “dama de compañía” en el cabaret El Viejo Jalisco, en la avenida San Juan de Letrán. Baila y bebe con los clientes.
Ya desde San Jerónimo, Benita había cobrado conciencia de que la virginidad es un don supremo de la mujer y por ello muy apetecido por los hombres. Decidirá entonces usarlo en provecho de sus actividades. Hará correr la versión de que es virgen y pronto su clientela superará a la de sus compañeras. Una vez que ha ahorrado una suma regular, emprende el regreso a Acapulco. Viene a recuperar a su hija, Lilia, pero se encuentra con la negativa de la abuela para entregarla, a menos que le pague lo que ha invertido en ella. Sin pensarlo le entrega sus ahorros.

El PCM

Corre 1927, año en el que Manuel Rodríguez la incorpora al Partido Comunista Mexicano (PCM), donde Benita encuentra finalmente el medio que correspondía a su naturaleza rebelde. El PCM encabezaba en aquél momento las campañas solidarias a favor de los obreros italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzzeti, condenados a muerte injustamente por los tribunales estadunidenses. Encabeza el movimiento femenil en favor de los desheredados del país ganando así su propio lugar en el partido. Y era que a ella nadie tenía que contarle sobre privaciones, agresiones, explotación y humillaciones. Por sus acciones callejeras tendrá varios ingreso a la cárcel, sola y con su compañero. Al final de su vida contabilizará 50 de tales ingresos.

José Antonio Mella

En enero de 1929 es acribillado en el centro metropolitano el joven comunista cubano Julio Antonio Mella, quien luchaba en su país contra la dictadura de Gerardo Machado. El gobierno del presidente Emilio Portes Gil lo declara crimen pasional y culpa del homicidio a su compañera, Tina Modotti, también militante comunista. Las protestas del PCM arrecian y entonces el mandatario tamaulipeco acusará a los comunistas de pretender derrocarlo. Un año más tarde, el 2 de enero de 1930, México rompe relaciones con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, marcando ello la desaparición automática del PCM. La policía destruye la imprenta de periódico oficial del partido, El Machete, un medio partidista que resurgirá más tarde clandestinamente con el nombre de La Voz de México y cuya distribución dirigirá nuestro personaje. Lo obsequiaban a la salida de los obreros de las fábricas o en reuniones públicas.
“Muchas veces –escribirá– terminaba casi llorando al ver que nuestros mismos hermanos de clase, los trabajadores, nos zaherían con comentarios machistas de toda clase”.
Para Benita la acción política tenía prioridad frente a todo lo demás. Su fama de comunista le dificultaba encontrar trabajo y por ello tendrá que volver al cabaret, sitio en el que a nadie importaban sus ideas. Manuel, su compañero, la abandona pero a ella no le importa porque ya tiene una nueva y gran familia: sus camaradas de partido. Será en el cabaret donde el destino le ofrezca un atajo insólito. Un cliente habitual se prenda de ella como un adolescente. Se trata de un estadunidense desempeñándose como gerente de la petrolera El Aguila, símbolo del imperialismo depredador, quien la invita a irse con él a Tampico, Tamaulipas, sede de la empresa. Ella no lo piensa dos veces y se convierte en una dama que goza de privilegios, riqueza. Pero no por largo tiempo pues ante del año volverá a la capital donde asume inmediatamente su militancia. “Aquí, otra vez luchando como siempre bajo la bandera de mi partido”.

José Revueltas vs Benita

Durante una acalorada asamblea en el seno del PCM se decide la expulsión de los militantes trotkistas, condenándolos al ostracismo. Benita Galeana los defiende con vehemencia porque, alega, ellos también son nuestros camaradas. Un encolerizado dirigente, el escritor José Revueltas, demanda a la asamblea la expulsión de la ignorante compañera. Ella se defiende y hasta le lanza al personaje una mentada con el puño cerrado. Su simpatía entierra la propuesta.
Los trotkistas eran los seguidores ideológicos de León Trostky, fundador del ejército soviético y miembro del Politburó del partido bolchevique ruso, junto con Lenin, Kamenev, Stalin y Kerensky. Declarado traidor es expulsado no solo del partido sino también del país, (1929). Trotski vagará por el mundo hasta llegar a México (1937) asilado por el presidente Lázaro Cárdenas. Será huésped del muralista Diego Rivera y su compañera Frida Kahlo

Trotski

La corriente ideológica del trotskismo no dejaba de ser una piedra en el zapato de Stalin, amo y señor de todas las Rusias, y será él quien decida eliminarlo de una vez y para siempre. Un primer atentado ocurre en 1940 comandado por los muralistas David Alfaro Siqueiros y Luis Arenal Bastar, su cuñado. Descargan sus ametralladoras a la casa que habita el líder con su familia pero nadie es tocado por el centenar de balas que disparan. La esposa del ruso presentará el hecho como obra de la virgen de Guadalupe, de su muy reciente devoción. En Moscú, en tanto, Stalin mienta madres en ruso contra los fallidos justicieros, decidiendo entonces enviar a su propio verdugo, el comunista español Ramón Mercader. Este llega a México y logra una entrevista con Trotsky solo para destrozarle el cráneo con un piolet, pico de acero de los alpinistas.
¿Pero qué tiene que ver Benita Galeana con estos hechos, que no sean las afinidades ideológicas? Nada, solo que la sanjeronimeña era vecina de una mujer que formaba parte del grupo de Siqueiros y que al ser detenida le encarga su cuarto. Ella, curiosa, localiza uniformes militares y ametralladoras de los agresores dando aviso inmediato a la policía. A estas alturas Benita ya tendrá idea de quién era “ese pinche traidor de Trotski”.

Mario Gil y La Voz de México

Fue en el periódico del partido, La Voz de México, otrora El Machete, en el que Benita conoce al escritor y periodista Mario Gill, comunista, por supuesto. A este le cautivan la hermosura y la personalidad de la costeña, pero sobre todo la manera de narrar episodios sobre su vida y costumbres de su pueblo. Narraciones que ella mecanografía en hojas sueltas de papel. “No sé ni madres de ortografía”, aceptaba. A la vuelta de dos años la pareja estará publicando un libro titulado simplemente Benita, que gana lectores inmediatamente. Tendrá varias reimpresiones e incluso traducido más tarde al inglés (1994).

Benita

“Benita fue un libro fuera de lo común, atrevido para su época, que daba voz a una mujer en rebeldía contra de la opresión asfixiante de la familia y costumbres pueblerinas. Libro que contiene episodios extraordinarios perfilando a una mujer siempre con salidas para sus infortunios. Benita no solo expresa la rebeldía de una mujer, también desafía al Partido Comunista que se presentaba ante el pueblo como vigilante de la moral proletaria y la pureza ideológica. Siendo ella una comunista ejemplar, pero contradictoria, se negará al pedido del PCM de borrar de su libro sus muchos maridos, pero especialmente los pasajes del cabaret”. “Tan pendejos, si lo hiciera borraría parte de mi vida”, fue su respuesta.

Benita vs Alemán

Benita Galeana aprovecha con sus mujeres un desfile del Primero de Mayo (1952) presidido por el presidente Alemán en el campo militar capitalino, para demandar la libertad de militantes del PCM. Escribe: “entonces que me le aviento al carro presidencial, me le pego y lo paro. Me agarré de la ventanilla así, de atrás. El chofer me golpeó pero no me aflojó. Entonces me pesqué al presidente Alemán de la corbata. Se le sumió la manzanita porque me lo pesqué y bien pescado exigiendo la libertad de los presos”. No dice que pasó después.
Muere en ese mismo año su hija Lilia, a los 27 años, por una deficiencia cardíaca. Necesariamente muy afectada, la mujer se encierra en sí misma y para salir del trauma toma con Mario Gill la decisión de adoptar no a una sino a varias niñas. En 1968, laborando en el IMSS, participa en el Movimiento Estudiantil llevando a Tlatelolco tortas, medicinas, además de servir como recadera. Permitirá entonces que una de sus hijas adoptivas, Itanduza, participe en el movimiento de lo que se arrepentirá luego de la matanza del 2 de Octubre. “Si algo le hubiera pasado a mi niña le hago al ‘hocicón’ Díaz Ordaz mucho peor de que le hice a Alemán”, proclama.

El peso mocho

Después de la muerte de Mario Gill (1973), la sanjeronimeña se encierra en sus recuerdos y fantasías, exaltando el talento de su esposo al llevar a la letra impresa las vivencias de una mujer casi analfabeta. Orgullosa de la primera creación de su memoria, Benita, toma las decisión de escribir sin la ayuda de nadie. Demostrar que podía hacerlo sola dándose a la tarea de mecanografiar hojas y más hojas con recuerdos, anécdotas, cuentos, costumbres y fiestas de la Costa Grande.
Serán transcritos y editados en 1979 con el título de El peso mocho. El frenesí por la escritura se apodera de ella y proclamando su orgullo y felicidad porque a la gente le gusten “mis pendejadas”, entrega en la siguiente década el libro titulado Actos vividos. Texto en el que reproduce la correspondencia que sostuvo con el general Manuel Noriega, antes y después de la invasión estadunidense de Panamá, que gobernaba, país visitado por ella. Se le considera un libro de memorias.
En 1985, el terremoto de la Ciudad de México explayará su sentido de solidaridad y más tarde (1988) participa en la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a la presidencia de la República. Se solidariza en 1994 con el levantamiento del Ejército Zapatista y participa en todas las marchas callejeras de la oposición. Ella montada en su silla de ruedas.
Benita Galeana fallece en 1995 en la Ciudad de México, a los 91 años de edad, víctima de una embolia cerebral. Se dirá de ella que la mujer nació para romper esquemas, el más importante, el de la subordinación y sumisión de la mujer al patriarcado. Hoy su nombre lo llevan instituciones educativas del país, primarias y secundarias, particularmente en Guerrero, También, colectivos gremiales, uniones populares y grupos femeniles.