EL-SUR

Jueves 12 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Guerrero: las heridas abiertas

Marcial Rodríguez Saldaña

Octubre 29, 2015

Este 27 de octubre del 2015 comenzó un nuevo ciclo político constitucional en Guerrero. Los poderes formales han hecho coincidir la fecha de la fundación del estado, promovida por Juan Álvarez y Nicolás Bravo, para honrar con justicia a don Vicente Guerrero Saldaña, el sucesor de Hidalgo y Morelos en la lucha por la independencia de México. Es el ritual de un formalismo institucional, la culminación de un proceso electoral, por una parte rechazado por ciudadanos y organizaciones sociales incrédulas con razones atendibles de la inutilidad de las elecciones, y por otra, severamente cuestionado por algunos de los partidos contendientes, por su inequidad y practicas nocivas a la democracia.
1.- En un análisis sociológico y político podríamos preguntarnos ¿cuál es el estatus que guarda Guerrero ahora? ¿En qué condiciones objetivas se encuentra el pueblo de Guerrero? En los discursos expuestos por representantes de las fracciones parlamentarias en el Congreso del Estado, en la toma de protesta del nuevo gobernador, abundan frases y palabras vanas, esas que en cualquier parte encuentran acomodo, rememorando al dilecto escritor Guillermo Aguirre y Fierro en su célebre poema el Brindis del Bohemio, pero pocos centrados en la realidad que vive todos los días el ciudadano, los niños, adolescentes, las amas de casa, los jóvenes, mujeres y hombres, en las ciudades, en el campo, aunque coincidentes en datos, cifras relativas a la pobreza, desigualdad y sobre la herida abierta de los crímenes de Iguala y la desaparición de los 43 normalistas.
2.- La injusticia, que proviene del abuso excesivo del poder, que se ha convertido en impunidad y la pobreza son las heridas sangrantes que tienen convulsionado a Guerrero. La violación recurrente a los derechos humanos que emerge de las estructuras institucionales del Estado y la desigualdad social son las llagas que laceran la vida y alma de los Guerrerenses. Si analizamos la historia de Guerrero, cada conflicto ha sido producto de injusticias, de abusos de poder, de la desigualdad social. El temperamento del guerrerense no es uniforme, en general es paciente, pero su paciencia siempre ha encontrado sus límites en el autoritarismo, en la represión, en la explotación y en la pobreza.
3.- Antes de los asesinatos y de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala el 26 y 27 de septiembre del 2014, la vida política de Guerrero transcurría con una normalidad gobernable, con los naturales conflictos sociales y políticos en un estado con enormes rezagos. Pero a partir de esos hechos explotó una inconformidad acumulada por décadas. ¿Qué otra cosa se podría esperar? ¿Qué acaso ante crímenes y violaciones infaustas a derechos humanos se podría esperar el silencio y la conformidad de los padres de familia, de sus compañeros estudiantes, de las organizaciones defensoras de derechos humanos, de la opinión pública nacional e internacional? Lo que ha ocurrido ha sido lo más lógico en seres humanos que reaccionan y protestan por la defensa de sus derechos fundamentales, como la vida, la seguridad y la libertad.
4.- La injusticia, que se traduce en los excesos de poder que han cometido servidores públicos, especialmente los encargados de proteger a la población; en la impunidad que se expresa en la tolerancia y complicidad de quienes tienen el deber de castigar a funcionarios violadores de las leyes y de los derechos humanos, y particularmente en el caso de los asesinatos y desapariciones forzadas ocurridas en Iguala, es la llaga que se mantiene abierta, que aflora día a día en Guerrero. Por ello, si se quiere retomar la gobernabilidad, deben ponerse todas las instituciones del Estado a cerrar por todos los medios esta herida abierta. Debe ser la prioridad de la acción del Estado. Sólo así, haciendo justicia, conociendo la verdad, se podrá restablecer la gobernabilidad.
5.- Los asesinatos y desapariciones forzadas de los estudiantes normalistas no son hechos ocasionales cometidos sólo por los policías municipales de Iguala y Cocula, sino que son el reflejo de la crisis estructural del sistema de procuración de justicia en México; es la expresión de un Estado fallido que no ha sabido proteger a su población que se encuentra inerme y en estado de indefensión ante la colusión de las instituciones del Estado con la delincuencia organizada; es la confirmación como lo fue la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán de la corrupción que está impregnada en las instituciones gubernamentales y que se han vuelto un circulo vicioso sin salida, que ratifica la impunidad y la ruptura de un estado de derecho.
6.- La pobreza es la otra gran herida abierta en la mayoría de la población de Guerrero. Por sentido común, mientras haya hambre, falta de los servicios indispensables para la sobrevivencia del ser humano, es natural que haya reacciones sociales recurrentes, reclamos, protestas, exigencias a quienes detenten el poder público. Si a la injustica y a la pobreza se agrega la inseguridad generalizada en Guerrero, que mantiene a la población bajo el temor cotidiano, el riesgo de la vida, la amenaza y la perturbación de los derechos fundamentales, el diagnóstico social es de la mayor complejidad política. He aquí los enormes retos a resolver, los cuales hasta ahora los poderes públicos federales, estatales y municipales formalmente constituidos no han podido hacerlo. El nuevo gobierno ¿con el reparto de cuotas a grupos tradicionales de poder, podrá afrontar y sanar las heridas abiertas en Guerrero?

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