EL-SUR

Sábado 22 de Marzo de 2025

Guerrero, México

Opinión

Guerrero por la Paz

Silvestre Pacheco León

Diciembre 09, 2024

En sus últimas declaraciones el estratega nacional de la seguridad pública, Omar García Harfuch, dijo en Culiacán que en el combate contra el crimen organizado para acabar con la violencia y acceder a la paz la sociedad debe ver al gobierno como su aliado, lo cual pareciera una obviedad si no fuera porque el gobierno sabe que la percepción que priva entre la población es que la impunidad con la que actúan los criminales habla de que aún es tenue la línea de separación entre las autoridades con el crimen.
Los largos años de abandono que vivió la sociedad de parte del gobierno hicieron posible que el crimen organizado se acercara a ella y la involucrara en la búsqueda de soluciones a corto plazo de muchos de sus problemas que antes nadie atendía, así fueran las más precarias, de corta duración pero necesarias para su sobrevivencia, como la entrega de despensas o el uso de los espacios públicos comunes en las ciudades para comerciar los productos robados, al tiempo de ayudar a la gente desocupada. Y ni qué decir de la construcción de una capilla o el apoyo para las fiestas comunitarias, la mejora de un camino o de plano resolver algún conflicto entre vecinos.
Hay muchos casos en Guerrero donde a iniciativa de La Maña se ha puesto alto a la rapacidad de las autoridades municipales obligándolas a cumplir con sus compromisos de campaña devolviendo a los pueblos el dinero de las obras programadas cuyo presupuesto pretendían desviar.
La base social que les sirve como escudo contra las órdenes de aprehensión y la persecución, como movilizaciones y protesta para detener al Ejército cuando hace falta, son el resultado de ese trabajo que el Estado dejó de realizar.
Muchas organizaciones sociales son financiadas con recursos mal habidos para que los criminales tengan cobertura e impunidad actuando a sus anchas ahí donde está ausente el Estado, y en otras partes de plano han penetrado gobiernos para hacerse del presupuesto y controlar el territorio.
La historia del líder colombiano del Cártel de Medellín, Colombia, Pablo Escobar, cuya base social lo impulsó hasta el Congreso es la misma historia que hemos vivido en nuestro país con el apoyo que dieron los panistas en el gobierno de Felipe Calderón al narco García Luna que se hizo nada menos que titular de la Secretaría de Seguridad Pública.
Conozco de un caso que ante la inminencia de una inundación, brigadas de La Maña ayudaron a que los vecinos encontraran los medios y el modo de ponerse a salvo, y cuando la lluvia cesó fueron los que llevaron despensas, abrieron caminos y ayudaron a desaguar las casas, a retirar el lodo y a limpiar las calles, tarea que ni los propios habitantes estaban dispuestos a realizar. De ese lado el liderazgo que se impone mediante el uso de la fuerza atrae a mucha de la gente desencantada de la política. En las organizaciones de La Maña suele haber personas con mayor vocación de servicio que en muchos de los ayuntamientos que conocemos.
En cambio, hay gobiernos municipales que se han convertido en mafias o en nuevos caciques donde los más desalmados y granujas son quienes ocupan los puestos de decisión. En ese caso se trata de extensos territorios manejados por el mal donde la gente vive secuestrada y sin derecho a manifestar su descontento.
La propia burocracia y no pocas veces los titulares de dependencias públicas y ni se diga de los representantes populares de los partidos, vieron en La Maña la oportunidad para acceder al poder y a la riqueza, generando una mescolanza de amplios sectores sociales con ella de muy difícil separación.
La Maña en nuestro país ha levantado una base social a partir de su cercanía con la gente que le expone sus problemas y está presta para atenderla. Después de la ocurrencia de algún huracán, un temblor o inundación, han dado apoyo a poblaciones con más presteza que las autoridades. Su experiencia de siempre mendigando algún apoyo del gobierno que nunca puede, que le falta presupuesto y que los sobrelleva con promesas incumplidas fue lo que hartó a la gente y provocó ese alejamiento de la sociedad con el gobierno, lo que ahora se llama la ruptura del tejido social.
Aunque supongamos que la rendición ante el crimen organizado no ha ocurrido con la mayoría de la población, lo cierto es que cuenta a su favor con el activismo más entrenado en hechos de violencia, por eso su impacto es grande en la sociedad que de lo confusa sobre la alternativa a seguir se ha tornado desconfiada, al grado de que solo le hace falta que algún audaz y carismático líder de la oposición toque sus fibras finas para optar por un cambio que le ofrezca acabar con la corrupción mediante un plan de cierta coherencia, aunque sea de derecha.
Retomo el caso de Guerrero porque nuestro estado parece ser de los que han perdido la batalla a favor de esa desconfianza a la que hace referencia el secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Los abundantes conflictos cotidianos, manifestaciones, bloqueos y agresiones que persisten porque no se les da una solución definitiva, hablan de una incapacidad evidente del aparato de gobierno. La mediocridad e insolvencia de los funcionarios públicos que no atan ni desatan, forma parte de ese caos al que hemos llegado.
De ese tamaño es el reto. El gobierno sabe que no basta entenderlo ni tenerlo claro, que para remendar el roto tejido social y recuperar la confianza va a ser necesario conocer y atender las necesidades primarias de la gente con más prontitud y esmero que como lo hace La Maña.
La única esperanza para que la paz social venga al estado parece ser el esfuerzo que viene de la federación, y aunque el programa Guerrero por la Paz, anunciado por la presidenta Claudia Sheinbaum solo se aplique en los municipios de Acapulco, Chilpancingo e Iguala, ese ensayo puede mostrar a todos o no su eficacia. Por lo pronto, la presencia del gobierno en cada una de las casas de esos municipios será el primer encuentro de carne y hueso entre sociedad y gobierno cuyos resultados dependerán de cómo los exponentes expliquen las propuestas y soluciones para atender las necesidades de los vecinos.
El primer paso en la recuperación de la confianza es reconocerse como iguales, que los empleados públicos desciendan de su pedestal y que saluden a sus vecinos como quien ve a su patrón, con respeto y educación. Que les expliquen a las familias los programas que el gobierno oferta y que recojan la lista de necesidades y demandas vecinales para que se elaboren las respuestas sin dilación, pues desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador dio con la clave para que no falte presupuesto se acabaron los pretextos y las promesas incumplidas, (aunque haya salido en verso).
Por lo divulgado se sabe que las visitas domiciliarias encabezadas por los servidores de la nación, los trabajadores del sector Salud y de los propios ayuntamientos, están acompañadas de miembros de la Guardia Nacional cuya cercanía ayuda también a que los vecinos conozcan a los miembros de ese cuerpo de seguridad federal de reciente creación para diferenciarlo de tantas corporaciones y uniformados con armas que en general lo que provocan es temor y desconfianza.
Yo soy de las personas que están expectantes con lo que ocurrirá con las mal llamadas casas de seguridad donde se ocultan los malhechores, pues seguramente también serán visitadas, y una de dos, o las abandonan y emigran a otros municipios o las desmantela la autoridad.
Por el momento creo que el desempeño de Omar García Harfuch ha sido espléndido con la detención de cientos de criminales y de renombrados personajes llamados generadores de violencia, el decomiso de cientos de kilos de estupefacientes, armamento sofisticado, dinero y huachicol. Todo sea por la paz social.