EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Hasta siempre… Comandante

Rogelio Ortega Martínez

Diciembre 01, 2016

Segunda y última

Fidel Castro fue íntimo amigo de muchos gobernantes y líderes políticos, pero especialmente le gustaba alternar, convivir, degustar y polemizar con los intelectuales. Con Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez, entre muchos, pero quizá fueron Carlos Fuentes y el Gabo García Márquez sus más cercanos. Ellos le pidieron al presidente Bill Clinton que levantara el bloqueo contra Cuba y normalizara sus relaciones diplomáticas. Pierda Nebraska y la Florida, pero gánese al mundo, le dijo Fuentes a Clinton. Era un asiduo lector. El Gabo cuenta que le obsequió un día seis libros y que al día siguiente Fidel le comentó a detalle la lectura de cada uno de ellos. Tenía una memoria excepcional, fotográfica.
Como gran estratega, diseñó el modelo de un proyecto para ser aplicado en tiempos de paz y crisis económica al que se conoció como Periodo Especial. Ante el derrumbe del socialismo soviético la economía de la isla entró en crisis, dependía casi en su totalidad del mercado del bloque soviético. El pueblo cubano resistió con estoicismo y consolidó el liderazgo de Fidel. Me tocó vivir de cerca ese periodo y presencié un fenómeno paradigmático. Un día un cubano entró a la tienda para diplomáticos y turistas del hotel Deauville , en la que sólo se podía comprar en divisas, creyó haber burlado al vigilante y se retiró llevándose un trozo de carne, al salir fue detenido, de inmediato comenzó a reunirse la gente para impedir que se lo llevaran preso. En menos de media hora eran ya miles los habaneros reunidos en torno al hotel, indignados lanzando consignas y piedras. La noticia corrió de inmediato por toda La Habana. Las preguntas inmediatas eran ¿qué va a pasar ahora, quien va contener a esta multitud y cómo? De pronto llegó Fidel. La indignación se transformó en adhesión. Había llegado su líder a encarar personalmente el problema. Déjenme solo, les dijo a sus custodios, descendió del vehículo y se dirigió a la multitud con paso firme y grandes zancadas como cuando ascendía por la Sierra Maestra ante el asedio de la aviación y el ejército de Batista; afable, pero contundente, dijo: serenense, voy a resolver este problema personalmente, pero si alguien quiere arrojar una piedra no lo hagan contra el edificio del hotel, arrójemela a mí. La gente comenzó a corear ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! Al episodio se le conoció como el Maleconazo. Por la noche dirigió un mensaje por radio y televisión a su pueblo y volvió a desafiar y fustigar a Estados Unidos por el injusto e inhumano bloqueo en contra de Cuba.
Durante el Periodo Especial el famoso comandante Manuel Piñeiro, mejor conocido como Barba Roja, le pidió a un grupo de expertos académicos e intelectuales del Centro de Estudios para América, CEA, entre los que destacaban Julio Carranza, Juan Valdez, Luis Suárez y Alfredo Prieto, para que diseñaran un modelo propio para superar la crisis económica, un proyecto de reformas estructurales para superar la crisis y fortalecer el socialismo cubano. Lo hicieron pero no prosperó, los ortodoxos lo impidieron. Hoy, ante otra crisis las reformas estructurales de Raúl Castro avanzan, pero veinte años después.
Analistas políticos, cubanólogos y políticos cercanos al régimen intentaban adivinar quién era el político más cercano a Fidel y se equivocaron siempre. En una época, sobretodo después de la muerte del Che, parecía que los más cercanos eran los comunistas de vieja cepa: Raúl Roa, Blas Roca y Carlos Rafael Rodríguez; luego vinieron los de la segunda y tercera generación: Aldana, Lage, Robaina, Alarcón. Pero siempre el segundo fue Raúl. Con toda seguridad la mujer más cercana e influyente, hasta su muerte, fue la legendaria revolucionaria Celia Sánchez. Raúl, desde que era niño, siempre fue el segundo de Fidel. Lo fue en el Moncada, en el Granma, en la Sierra Maestra, en la conducción de la revolución al mando del ejército. En el desconocimiento o la omisión del segundo, olvidaron que durante los primeros días del triunfo revolucionario, Raúl fue legitimado como el segundo en voz de Fidel ante una gran multitud en la Plaza de la Revolución cuando dijo: si me matan, si yo llego a faltar, el que me sustituirá de inmediato es Raúl, y él es más radical que yo. Y pidió la anuencia de su pueblo. La gente coreaba: Raúl es el gallo y Fidel es el caballo. Pero a muchos se les olvidó hasta que llegó el día, y Raúl asumió la responsabilidad de ser el número uno. Fidel se retiró y lo sustituyó su gran segundo, hermanos y compañeros en todo. Fidel se retiró a tiempo y le dio la estafeta a Raúl. Ya Raúl anunció que se retirará en el 2018. ¿Quién sustituirá a Raúl?
Sin pretender hacer aquí, en este tributo a Fidel, un análisis exhaustivo de la revolución cubana y sus líderes, solo apuntaré tres ideas para fundamentar la legitimidad y larga duración de los Castro en el poder: 1) sigue vigente la legitimidad originaria, la gesta revolucionaria y el liderazgo carismático de Fidel; 2) Las conquistas de la revolución y el trabajo incansable de los Castro, más su férrea convicción y congruencia, tienen vigencia permanente y; 3) los Castro no son corruptos. ¿Qué pasará ahora sin Fidel? Mucho, pero sobre todo, se podrán a prueba las instituciones de la revolución y, posiblemente en el 2018, otro Castro asuma el poder. Su nombre: Raúl Castro Espín.
El hijo mayor de Fidel Castro, Fidelito, pudo haber sido su sucesor, pero cometió errores en su comportamiento personal y lo destituyeron de todos sus cargos. Estudió física nuclear en la Unión Soviética, contrajo nupcias con un rusa hija de uno de los líderes del PCUS. De regreso a Cuba se le encomendó el proyecto estratégico del reactor de la nucleoeléctrica de Cienfuegos y ascendió hasta el Comité Central y la Comisión Política del Partido Comunista Cubano. Por errores de su conducta disipada, fue separado del poder.
Los Castro no permiten ni toleran errores, pero especialmente son implacables con los casos de corrupción y los que ponen en riesgo a la revolución. Recordemos los procesos del general Arnaldo Ochoa (héroe de la revolución y el que dirigió la guerra en Angola) y los gemelos Antonio y Patricio de la Guardia, extraordinarios combatientes, pero cometieron el error de vincularse al narcotraficante Pablo Escobar. A pesar de sus méritos se les juzgó en un tribunal militar por traición a la patria y fueron fusilados.
El socialismo cubano, a pesar de la influencia del modelo soviético y sus crisis, de sus errores y defectos, es una realidad, un socialismo a la cubana, tropical y bullanguero. No hablaré aquí de los éxitos y fortalezas del socialismo castrista, otros lo harán; tampoco hablaré de las carencias, otros son sus críticos y lo harán. Lo que yo he vivido y visto en Cuba en más de cincuenta visitas realizadas a lo largo de 40 años, es que se logró establecer un sistema de igualdad social y de grandes oportunidades para el desarrollo humano con educación, salud y trabajo. Un sistema que pone por delante la igualdad, aunque se conculquen libertades.
Hoy, que Fidel Alejandro Castro Ruz ha muerto, podemos rememorar aquella etapa de su vida cuando frente a los jueces que juzgaban su rebeldía y la osadía del asalto al Cuartel Moncada, sentenció en aquella pieza oratoria de su defensa jurídica al decirles: “Senténcienme, no importa. La historia me absolverá”. No solo lo absolvió la historia, Fidel entró por la puerta grande de la historia a la inmortalidad. Fidel pasa a ocupar su lugar en el pedestal más alto de la humanidad, donde radican la mujeres y los hombres inmortales. Fidel queda situado donde están Hidalgo, Morelos y Guerrero; Bolívar, Sucre y Tousaint; Juárez, Abraham Lincoln y Martí; Lenin, Mao y Ho Chi Minh; Gandhi, Martin Luther Kim y Mandela; Madero, Zapata y Villa; Tania, Celia Sánchez y Aideé Santamaría; Miguel Enríquez, Carlos Fonseca y el coronel Camaño, entre tantos otros grandes héroes y próceres de esta nuestra humanidad.
Se recuerdan siempre los fogosos, largos y educativos discursos de Fidel ante miles de cubanos en la Plaza de la Revolución, se recuerdan sí, y se extrañan; se extrañarán y quedarán grabados en la mente y en la consciencia de las mujeres y los hombres libres del planeta, para ser repetidos en el eco de las montañas y las cordilleras, en el rumor de los ríos y en las olas de todos los mares, en el canto de las aves y, a través de los siglos, otras voces y otras generaciones de mujeres y hombres rebeldes inspirados en el ejemplo de Fidel y su epopeya, construirán un mundo mejor.