EL-SUR

Lunes 15 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Hay belleza hasta en el más inhóspito de los páramos

Adán Ramírez Serret

Mayo 26, 2017

Nunca es sencillo hablar de los primeros libros de un escritor de talento, pues siempre se corren dos riesgos importantes. El primero, considerar al autor un genio absoluto y así llevarlo a tal grado de megalomanía, que pierda toda dirección; y el segundo, es quizá no tomarlos del todo en serio, esperando que escriba cinco, diez libros magníficos para comenzar a considerarlo un autor importante y leerlo en su justa dimensión.
Pienso esto justamente al leer a Joydeep Roy-Bhattacharya (Jamshedpur, India, 1971), pues al hacerlo sentí en todo momento que se trataba de un libro fundamental. Me vienen a la mente autores como José Saramago o Doris Lessing, quienes tuvieron que esperar mucho tiempo y tuvieron que escribir muchos libros antes de ser considerados importantes.
La guardia es la novela más reciente, y única publicada en español, de este autor indio, que escribe en inglés y radica en Estados Unidos. Se inscribe en ese extraño género –que ha traído obras brutales–, de las novelas de guerra como La condición humana de André Malraux o Dog soldiers de Robert Stone; pues sucede en Afganistán, en lo que hasta ahora ha sido uno de los conflictos bélicos más largos en la historia reciente de Estados Unidos; una guerra que ha sido incluso más larga que la de Vietnam.
Se trata de una novela con todos los elementos de la tragedia griega. Toma como punto de arranque la figura de Antígona de Sófocles. Esta mujer que para Wilhelm Hegel es el primer personaje literario que confronta al Estado, al desobedecerle enterrando el cuerpo de su hermano cuando estaba prohibido.
En La guardia, una mujer afgana con las piernas mutiladas desciende de las montañas en un pequeño carro; recorre ajetreados caminos en dirección a la base de combate en Tarsandam Afganistán. Va hacia allá con el único fin de enterrar a su hermano quien murió en un combate días atrás, en contra del ejército estadunidense. Se encuentra al final de las laderas, justo donde comienza el desierto. Ahí, esta mujer, cocinándose a más de cuarenta grados, se planta frente a la base, la guardia, a la espera de que hagan caso a su súplica.
Con este inicio, la novela nos pone en un punto de crisis, en un estado tal de violencia e inhumanidad, que termina por ser profundo. Pues se trata de un nivel extremo no sólo de supervivencia, sino de dignidad, que es lo último que le queda a esta mujer.
La novela no hace más que comenzar con este primer capítulo en torno al cual giran los demás. Contada desde la voz de los diferentes personajes, pasa sin duda por la mente de la Antígona, por el teniente, el paramédico, el sargento y el capitán. Unos soldados un tanto avasallados por el país, sin duda por la violencia y locura de los Talibanes; pero también sorprendidos por una cultura, por su sentido del honor, por la belleza musical y poética de Afganistán.
Así pues, el transcurso de un par de días es visto desde diferentes percepciones, desde diversas conciencias. Recuerdo que el autor del Cuarteto de Alejandría Lawrence Durrell, dijo que inspirado en la Teoría de la Relatividad de Einstein, escribió una misma historia desde diferentes puntos de vista. Algo similar sucede aquí, sólo que en lugar de relativizar la violencia y los sentimientos humanos, los dimensiona. Porque vamos descubriendo diferentes historias desde la mente de cada uno de los soldados estadunidenses; algunos latinos, otros orientales, negros, blancos, musulmanes, cristianos, educados, pobres o ricos. Al final, en La guardia, a todos parece sucederles aquello de ver la vida entera de un jalón, en un instante. A lo largo de los capítulos de esta novela, presenciamos la relación de los personajes con sus padres, la infancia, el amor y los sueños, todo desde un desierto, desde una base militar que es una tierra de nadie, un vacío absurdo y por momentos, hermoso; aquí se descubre que a veces hay belleza hasta en el más inhóspito de los páramos, en donde se observa con igual presencia la vida y la muerte. Y siempre, siempre; queda claro el absurdo de la violencia y el sinsentido de la guerra.

(Joydeep Roy-Bhattacharya, La guardia, Madrid, Sexto Piso, 2017. 305 páginas).