EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Homenaje a Federico Álvarez

Humberto Musacchio

Agosto 01, 2016

Hace 30 años perdimos a Renato Leduc.

A principios de los años 80, Federico Álvarez tenía una esposa bellísima, Elena, con la que vivía en el enorme departamento de su suegro Max Aub. Los libreros cubrían las paredes de piso a techo y apenas si dejaban el hueco necesario para pasar de una a otra habitación. Conversador cautivante, desplegaba sus saberes sin pedantería. Para entonces ya había vivido en Cuba (1939-47 y 1965-71) y era de los comunistas que entraban y salían de la España franquista con pasaporte falso y embozados en muy diversos seudónimos. En México fue crítico literario de los suplementos de Novedades (1959-61) y Siempre! (1961-65) dirigidos por Fernando Benítez. Volvió en 1982, esta vez definitivamente y dirigió la revista del INBA México en el Arte (1982-86), continuó sus estudios de filosofía hasta doctorarse en la UNAM, donde ha sido profesor por más de 30 años; fue un cumplido editor en Siglo XXI y publicó el ensayo filosófico La respuesta imposible (2002), el volumen de glosas Vaciar una montaña (2009) y el primer tomo de sus memorias: Una vida. Infancia y juventud (2013). Nacido en el país vasco, el gran Fede está por cumplir 90 años. Lo hará en medio de una legión de ex alumnos y de amigos que lo veneran y han disfrutado el premio inmenso de su compañía.

Texto, mentiras y video

Mediante un boletín de prensa, TV UNAM anuncia que mañana, martes 2 de agosto, en la Sala Carlos Monsiváis de Cultisur, hará el “relanzamiento” de la propia emisora y dará a conocer su nueva programación y hasta su nueva imagen. Dice el comunicado que TV UNAM es –más bien fue– “un espacio abierto a la cultura, a las humanidades y a la ciencia, con temas coyunturales como pretexto para dialogar y discutir grandes ideas; aprovechando la experiencia del pasado, la importancia del presente y la trascendencia del futuro”. Se requiere mucha desfachatez para decir que la televisora está “aprovechando la experiencia del pasado” (¿y la del futuro?) si Nico ha despedido a medio mundo. Es una desvergüenza afirmar, como lo hace el boletín, que TV UNAM “busca cuadruplicar sus horas de producción propia” cuando que la mayoría de las nuevas producciones las encargó Al Varado a empresas privadas. Por supuesto, con la proverbial pedantería alvaradesca, el boletín de marras promete que la emisora “hablará con un lenguaje claro y actual” (¿El de Televisa, Nico?) “con el deseo de acercarse a la generación de espectadores, posterior a la revolución digital”. Que sea menos.

De perfil cumple 50 años

José Agustín tenía apenas 22 años cuando don Joaquín Diez-Canedo le editó De perfil, en 1966, y desde ese año no ha dejado de publicarse y de leerse. No fue la primera novela de aquel niño prodigio, pues dos años antes había dado a las prensas La tumba, editada por Novaro. Sin embargo, fue De perfil el libro consagratorio. Los jóvenes de entonces lo leíamos con ansiedad, lo comentábamos con verdadera pasión y quienes se aventuraban a escribir querían hacerlo como el acapulqueño nacido un tanto casualmente en Guadalajara. La literatura de Agustín recogía la vida de los jóvenes en algo que parecía su propio lenguaje. Alguien –creo que fue Fausto Castillo– dijo que se trataba de un ejercicio al que llamó “escribe como hablas”, pero esa era sólo la apariencia, pues la forma de expresión requería de un intenso proceso de reelaboración que convertía aquel torrente de palabras en un fenómeno literario, diferente a todo lo escrito hasta entonces. Y tan no era simple reproducción del lenguaje hablado, porque medio siglo después lo leen los jóvenes y se identifican con la historia, los personajes y su forma de decir las cosas. Se trata de literatura, de la buena, de la perdurable, de la que cobró validez hace cinco décadas y que hoy conserva toda su frescura, su magia y su poderío.

Respeto, exigen narradores

En una carta dirigida “a las instituciones públicas y privadas de arte, cultura y educación, 40 narradores orales entre los que figuran Beatriz Falero, Miguel Ángel Tenorio, Janet Pankowsky, Silvia Dubovoy, Marilú Carrasco, Benjamin Briseño, Marcela Romero, Moisés Mendelewicz y Giovanna Cavasola, denuncian que numerosas entidades culturales pretendan explotar su trabajo sin una justa retribución, pues proponen que participen en forma meritoria, honoraria o solidaria, pese a que tradicionalmente se les ha considerado como profesionales que prestan un servicio calificado que debe pagarse debidamente, pues supone preparación, montaje y largos ensayos. Para escamotear el indispensable estipendio que corresponde a un trabajo, los funcionarios arguyen que les rebajaron el presupuesto, lo que es cierto, pero eso no constituye una justificación válida, porque los mismos burócratas no dejan de cobrar su quincena.