EL-SUR

Miércoles 08 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Horacio Castellanos Moya, solo entre la multitud

Adán Ramírez Serret

Diciembre 07, 2018

 

Una de las imágenes más perturbadoras que he visto en los últimos tiempos –y sobra decir que no han sido precisamente tranquilos– es la de la caravana migrante. La escena de miles de personas caminando de un país a otro en busca de oportunidades es escalofriante. Hombres, mujeres y niños saltando muros fronterizos parecen sacados de una película de ciencia ficción o de una novela apocalíptica.
Cuando miles de personas huyen de un país pensamos lo peor de ese lugar. ¿Qué tiene que suceder para que alguien deba huir de su casa? ¿En qué condiciones se debe vivir para preferir dejar lo que se tiene, mucho o poco, e ir en busca de un destino incierto, por no decir salvaje que es lo que les espera a la mayor parte de los inmigrantes centroamericanos?
Desde cierta posición de clase media, Honduras y El Salvador nos parecen lugares gobernados por el terror y la barbarie, digo desde cierta posición cómoda en México porque no estamos muy lejos de los problemas de esos países por no decir que son los mismos. En general los mexicanos preferimos tener una visión pintoresca, un tanto chusca o hacemos interesante nuestro terror y nuestra barbarie. Pero hay un autor salvadoreño, brillante y valiente, que ha decidido llamar a las cosas por su nombre y decir que El Salvador es un lugar terrible en donde nada funciona.
Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, Honduras, 1957), es un autor que aunque nació en Honduras, es salvadoreño y desde hace algunos años radica en Estados Unidos. El autor, quien a ha participado en la guerrilla en su país ha escrito 12 novelas y varios libros de relatos y ensayos.
En general es difícil ser escritor. Dedicarse a la literatura es una apuesta en donde lo más probable es que todos salgan perdiendo. Si en países con más oportunidades como Francia, Inglaterra o Estados Unidos se necesita un grado alto de sofisticación cultural, social y económica para formar y financiar a una persona que se dedique todo el día a leer y con el paso de los años, eventualmente, se ponga a escribir; en países como México o regiones como Sudamérica, hay que hacer más esfuerzos para abandonarlo todo y ponerse a escribir.
Pienso en esto con el fin de contextualizar el valor de un escritor como Castellanos Moya, quien, además, ha abierto paso a una estética que cada vez se comienza a utilizar más en Latinoamérica; la literatura del asco, me atrevo a llamarla. Escribió Roberto Bolaño que Castellanos Moya narra “el horror, el Vietnam secreto que durante mucho tiempo fue Latinoamérica”.
Para escritores del siglo XX como Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez o Carlos Fuentes, pertenecer a un país de América Latina significaba vivir en un lugar pobre, lo que no era una desventaja sino una cualidad. En los maravillosos libros de estos autores se puede percibir que el subcontinente, a pesar de las dictaduras y desigualdades sociales, es un lugar lleno de magia y autenticidad. Para Horacio Castellanos Moya esto no es para nada así. Lo podemos ver desde los títulos de algunas de sus novelas, La diáspora, El asco y El desmoronamiento. Son obras crudas y sórdidas en donde narra el terror que se vive en Centroamé-rica, gobernada por las dictaduras, asediada por la guerrilla y asfixiada por el narco; es un lugar, en donde Castellanos Moya nos dice que nada funciona y todo es horrible, y hasta la cerveza es asquerosa.
Moronga es su más reciente novela. Es un libro que cuenta las historias de hombres solitarios, migrantes que viven una vida anodina en Estados Unidos, pero no en las grandes ciudades, sino en pueblos enormes y aburridos. Huyen de su pasado y se protegen y alimentan aceptando trabajos como conducir un camión o lavar los platos. Para ellos esto es mucho mejor, para esto huyen. Moronga es una novela sobre la soledad, sobre la desesperación y la supervivencia. Un libro apasionante.
Me sorprende, para volver a la imagen inicial de la inmensa caravana de la que hablé al principio, que los centroamericanos huyen en grupo pero están solos. Una vez que llegan a Estados Unidos se convierten en eternos solitarios en busca de un lugar para dormir, una cerveza que tomar y un poco de paz.

(Horacio Castellanos Moya, Moronga, Ciudad de México, Random House, 2018. 335 páginas).