EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Hoy es martes de Soylent verde

Efren Garcia Villalvazo

Noviembre 23, 2019

Volví a ver ayer la impresionante película de Charlton Heston Soylent Green (1973) traducida al español cinematográficamente como Cuando el destino nos alcance y advertí que la fecha en que se ubica ya no está tan lejana: 2022. Para los que no la hayan visto –véanla– les comentaré que está ambientada en un aquél entonces “lejano” futuro en una metrópoli sobresaturada de gente, sin vehículos, con un verano caluroso continuo provocado por el efecto invernadero, niveles de desempleo por encima del 50 por ciento, escasez permanente de lo más indispensable y sin ninguna esperanza para nadie. No por nada ganó el Saturn Award por ser el mejor filme de ciencia ficción del año.
La preocupación máxima en la película es la de procurarse raciones diarias de agua para beber y de alimento que, por supuesto, se advierte es escaso. La solución a esto último había sido desarrollada por el grupo político en el poder, el cual era propietario de una planta procesadora de plancton marino con el que se fabricaba un comprimido alimenticio con aspecto de tabletas de chocolate al que le llamaban Soylent Verde. Y se vendía sólo los martes.
El personaje principal, un detective maduro de la policía perfectamente adaptado a las condiciones de vida en ese escenario del planeta, se ayudaba con el consejo de un anciano que era sobreviviente de los “buenos tiempos”, quien lo fastidiaba con pláticas nostálgicas de cómo las cosas eran mejor antes y como estaban de mal en el presente en el que vivían. En uno de los momentos dramáticos de la película en que este par de amigos se regalaban con un guiso de bisteck robado a un ex político asesinado que era de los pocos que podían permitirse un lujo semejante, el viejo explotó y sollozando amargamente se hizo la gran pregunta: “¿cómo fue que llegamos a esto?”
El final de la película está marcado por el descubrimiento de que el “plancton marino” con el que se elaboraba el Soylent Verde en realidad era gente que moría de manera natural o por razzias llevadas a cabo durante los continuos amotinamientos por falta de alimento, la cual era ingeniosamente “reciclada” para alimentar a los propios demandantes de alimento que provocaban los motines. Canibalismo puro, asistido por tecnología moderna de alimentos fabricados al estilo surimi.
Superando la tristeza de observar que el último deseo del anciano antes de morir sea el ver imágenes de la vida natural que conoció en su juventud al ritmo de la sinfonía No.6 Pastoral de Beethoven en el lugar de sacrificio voluntario al que llamaban Hogar, caigo en cuenta que somos esa generación de cambio. Esa que recibió de sus padres un mundo al parecer con abundancia sin límite y que con el tiempo advirtió que podía contaminar a nivel planetario y que podía también dejar de producir a nivel planetario. Somos “esa” generación: la del anciano de la película.
¿Hemos llegado al punto de fabricar alimento con gente “reciclada”? Según entiendo, todavía no. Aunque tengo mis dudas con respecto a tanta y tanta gente que desaparece en su viaje de Centroamérica hacia Estados Unidos de los cuales se puede pensar que sólo dos opciones se pueden tener: el que sean hechos prisioneros para venderlos como esclavos y/o que sean “reciclados” para uso de sus partes útiles por gente que pueda pagar por el servicio: córneas, huesos, corazón, hígado y demás, lo cual lo convierte en una versión moderna de canibalismo asistida por avanzados procedimientos quirúrgicos y de fármacos que reducen el rechazo de piezas no “originales”.
¿Estamos en el punto en que veamos películas de la naturaleza en lugar de ir al lugar de los hechos para disfrutar la experiencia en vivo? Muchos jóvenes de esta época están en eso, encerrándose por horas con juegos de video en sus manos e ignorando que fuera de las paredes de su casa existe un mar, una playa y el sol.
¿Veremos montones de gente durmiendo en los espacios de escalera en los edificios de las ciudades, con migraciones masivas huyendo de guerras y apoderamiento abusivo de sitios con recursos naturales valiosos para beneficio de unos cuantos, agua por tandeos para que alcance para todos e incremento de la temperatura por gases de efecto invernadero? Me parece que ya estamos en eso.
Y habrá políticos tan despiadados como para “atender” a su pueblo dándoles de comer de ellos mismos en un intento por permanecer de cualquier manera en una posición de poder y mantener sus privilegios a costa de lo que sea. El estado de nuestras ciudades bajo el poder del crimen organizado del que sabemos de seguro forman parte gobernantes de varios estados nos dice que están dispuestos a participar de este canibalismo encubierto del que sabemos alimentan sus propios intereses.
No está lejana la fecha. Ya hemos recorrido parte del camino ciegamente y poco a poco las soluciones demasiado prácticas se comenzarán a presentar por sí mismas. Y una de ellas puede ser la de venta los días martes de Soylent Verde.

Twitter: @OceanEfren

* El autor es oceanólogo (UABC), conservacionista y asesor pesquero y acuícola. Promotor del Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical e impulsor del rescate de la playa Manzanillo.