EL-SUR

Martes 16 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Inclusión y prosperidad

Abelardo Martín M.

Enero 19, 2016

Consulta Mitofsky, una de las empresas de estudios de opinión pública y encuestas que dirige el especialista más prestigiado del país, Roy Campos, descubriría que, en Guerrero, las cosas van igual con una agravante: día tras día, hora tras hora, el gobernador Héctor Astudillo va perdiendo terreno en la gobernabilidad y ganando puntos en desprestigio, amén de tomar distancia de la realidad.
Por anuncios y programas, obvio, no paramos, lo que equivale a ir construyendo una realidad mediática o una burbuja que pretende crear la percepción de que las cosas van mejorando. Nada más falso. La descomposición política y social continúa, el desempeño económico en el estado se deteriora y la tensión crece, aunque desde el gobierno se piense, se crea y se diga lo contrario.
Se acabó la burbuja decembrina que a los centros turísticos guerrerenses, Acapulco e Ixtapa principalmente, les hacen creer que todo va bien. El camino de que todo va deteriorándose continúa. El diagnóstico se basa en lo que se quiere proyectar, no en lo que se debe hacer. Ese es el problema de fondo. Reconocimien-to de la realidad, aceptación de la verdad.
Dos meses y medio después de que el gobernador Héctor Astudillo asumiera el poder estatal, estuvo el presidente Enrique Peña Nieto por primera vez en un acto público en el estado, en Acapulco.
Han sido en realidad pocas las veces que ha venido el Presidente a Guerrero, seguro es porque el Estado Mayor Presidencial, que encabeza el general Roberto Miranda, se piensa dos o más veces si el Ejecutivo debe hacer presencia en el estado que ha adquirido, a pulso, la fama de ser el más conflictivo del país. En una época en que las facilidades de desplazamiento permiten a un mandatario visitar una y otra vez cualquiera de las entidades federativas –lo cual ocurre señaladamente con algunas– e incluso viajar con una gran frecuencia al extranjero, para participar en reuniones y encuentros internacionales de relevancia, o establecer lazos con naciones a las que se desea acercar a nuestro país –como por ejemplo durante estos días en su gira por la región árabe– es evidente que las giras de trabajo de Peña Nieto en el estado son más bien escasas.
No es para menos, si se atiende a la complicada situación política y social de la entidad, al incontrolado ascenso de la violencia generada por el crimen organizado, y al inextricable juego de intereses que tiene lugar entre ambas vertientes de nuestra realidad.
Lo cierto es que apenas 11 semanas después de que el gobierno de Astudillo se iniciara, ha ocurrido el primer evento presidencial, en el que incluso se firmó el Acuerdo Guerrero Incluyente y Próspero, con el que, según la versión oficial, se busca ir más allá de la reconstrucción y mejora de la entidad, y ampliar su infraestructura de comunicación, hidráulica y de otros ámbitos.
Por acuerdos y planes no hemos parado. El convenio ahora suscrito es parte y continuación del Plan Nuevo Guerrero, a su vez puesto en marcha en noviembre de 2013, en su momento ideado para la reconstrucción de lo dañado por los ciclones Ingrid y Manuel, que en un fenómeno meteorológico inusual habían convergido dos meses antes sobre el territorio nacional, con consecuencias desastrosas, particularmente en la costa y las ciudades guerrerenses.
En lo material, la mayor parte de los proyectos del Nuevo Guerrero se han realizado: desde la restauración del bulevar que cruza Chilpancingo como parte de la autopista entre la ciudad de México y el puerto de Acapulco, la reconstrucción del cauce y la vía ribereña del río Huacapa, la puesta nuevamente en pie de diez grandes puentes y otros 118 de menor tamaño, la dotación de nuevas casas a los damnificados, incluidas poblaciones completas, como La Pintada, aquella que se hizo célebre por haber sido virtualmente sepultada por las aguas y los lodos de aquel desastre natural, amén de obras hidráulicas y eléctricas concomitantes.
El proyecto Nuevo Guerrero en realidad partía de la reparación de la destrucción natural y el apoyo inmediato, para acometer el rezago, la pobreza y la falta de desarrollo económico y social en la entidad.
Luego vino la crisis de Iguala, que desvió la atención estatal y social hacia la tragedia protagonizada por los normalistas, y a partir de entonces la inseguridad y la violencia, de un lado, y la crispación social, del otro, dieron el tono y la percepción de la vida regional. Y el Presidente dejó de venir; vino, pero muy poco…
El recuento de ahora da cuenta de todo lo hecho a partir de los huracanes, y de una inversión proyectada en unos 44 mil millones de pesos, de los cuales ya se han aplicado unos 36 mil.
El turismo, una de las actividades más pujantes en México y en el planeta, y un buen indicador de si las cosas van bien o mal, retornó a Acapulco y a los demás puntos de atractivo del estado –Ixtapa, Zihuatanejo, Taxco–, con lo que el pasado fin de año, la ocupación hotelera llegó al 95 por ciento, cosa que no ocurría desde hace mucho.
Falta lo más importante, lo más difícil: avanzar en el desarrollo económico y social, hacer llegar nuevas inversiones que generen empleos e ingresos de calidad, remontar los niveles de bienestar de la población, mejorar los indicadores educativos.
Y falta, por supuesto, lo que sigue siendo urgente: abatir la presencia y el peso de las bandas de criminales, la violencia que asuela a la gente, con situaciones dramáticas como la de los 21 secuestrados de Arcelia, el más reciente capítulo del tema.
Habrá que ser optimistas, para esperar que entre planes y acuerdos, visitas presidenciales más frecuentes, y la obligada recuperación de niveles elementales de seguridad y tranquilidad en la vida cotidiana, poco a poco se dé paso a la inclusión social y la prosperidad, en este que sigue siendo uno de los estados más pobres, rezagados, violentos y confrontados socialmente de la federación.
Por planes no se para. Convendría tomarle el pulso a la realidad, consultar de verdad a la opinión pública y dejar de construir castillos en el aire, que se derrumban, ahora más que nunca, más rápido de lo que cualquiera pueda creer.