Humberto Musacchio
Noviembre 14, 2024
El proceder ovino de los legisladores cuatroteros ha llegado a los extremos de indignidad del priismo, quizá porque en su mayoría los hoy miembros de Morena vienen del PRI y fueron amamantados por esa cultura. Lo curioso es que compartan esas miserias hombres y mujeres cuya hoja de servicios pertenece a la izquierda, la que sufrió muerte, tortura y prisión durante las décadas en que combatió el autoritarismo y la corrupción del partido tricolor.
Lo ocurrido el martes en el Senado “de la República” fue un espectáculo vergonzoso, pues reelegir a Rosario Piedra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos es una contundente expresión del retroceso institucional en que ha caído Mexico, hoy en manos de un caudillo al que sus paniaguados le cumplen todos sus caprichos.
Las comisiones de Derechos Humanos y de Justicia del Senado presentaron al pleno una lista con los 15 aspirantes mejor calificados para presidir la CNDH. En los tres primeros lugares quedaron Nashieli Ramírez, Tania Ramírez y Paulina Ramírez, las tres cercanas a Morena, quienes obtuvieron respectivamente 15, 12 y 11 puntos, mientras que Rosario Piedra, quien presentó una carta apócrifa dizque firmada por el obispo Raúl Vera, después de una comparecencia desastrosa ante los senadores apenas obtuvo un punto.
Pese a lo anterior, llegó la orden y Piedra fue incluida en la terna final, lo que suscitó la resistencia de la oposición y de dos terceras partes de los morenistas, pese a lo cual resultó elegida la hija de esa extraordinaria y ejemplar luchadora social que fue doña Rosario Ibarra de Piedra, quien hoy se ha de estar revolcando en su tumba ante los desfiguros éticos y políticos de quien no puede llamarse su heredera, como no lo fue Juan Nepomuceno Almonte de su ilustre padre, José María Morelos.
El mayor ridículo lo hizo Adán Augusto López, pues la colega Leticia Robles de la Rosa hizo circular en redes sociales que el tabasqueño pretendía repartir a su gente las boletas ya con el voto en favor de la inepta y agachona Piedra, lo que coincidió con la versión que corría entre los reporteros de la fuente. Por supuesto, el pastor de la borregada impidió que se instalara una urna transparente e incluso prohibió colocar una mampara para que cada senador votara en secreto.
Pero el vergonzoso espectáculo abre una pequeña puerta a la esperanza. Se dice que la candidata de Claudia Sheinbaum era Nashieli Ramírez y en ese entendido estaba la mayoría morenista, pero llegó la orden del caudillo y se desató la discusión entre los propios integrantes de la mayoría, pues no todos querían pasar por esa vergüenza en la que finalmente incurrieron.
Varios colegas notaron los gestos de ira de algunos legisladores, muy conscientes del fiasco en que cayeron, lo que generó un conflicto del todo evitable, pues las candidatas con más puntaje aprobatorio son personas bien identificadas con el partido guinda, lo que ahonda las muchas divergencias que se mantienen entre ellos y que han ido aflorando desde la precampaña electoral.
Al Señor del Gran Poder no le conviene una corriente interna predominante ni una presidenta de veras empoderada, capaz de decidir por su cuenta y tomar el camino que mejor convenga a México. A ella no le resultaría rentable un enfrentamiento a estas alturas, aunque bien podría ir pintando su raya y mostrando que cuenta con criterio propio.
Los contrincantes de la mandataria, los de antes y los de ahora, los de afuera de Morena y los de adentro, esperan seguir reduciendo su capacidad de maniobra hasta borrarla y así transitar a una sucesión anticipada, pero el poder tras el trono, al que ahora están sometidos todos los morenistas, tiene un proyecto diferente que no beneficiará a quienes ahora son sus amanuenses.
Señala la inteligente Gaby Warkentin que los cuatroteros dicen y repiten que la elección de Piedra es por razones de Estado. Y ella se pregunta: ¿Cuáles razones y de qué Estado? Una respuesta es que se trata del estado de ebriedad, de la borrachera de poder ante la ausencia de una oposición digna de ese nombre y la acelerada demolición de las instituciones, lo que mantiene a los mexicanos divididos, pese a la amenaza trumpista de intervenir en México militarmente. ¿Eso se busca?