EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

HABLEMOS DE LIBROS

La 1ª Gran Transformación.

Julio Moguel

Agosto 04, 2021

La consumación de la Independencia de México,
hoy hace 200 años (1821-2021)
(Vigésima cuarta parte)

Julio Moguel

I. El viraje de 180 grados de Iturbide y el nuevo curso de
la guerra

Habíamos llegado, en la entrega anterior, al punto clave en el que, en vísperas de la proclamación del Plan de Iguala, Vicente Guerrero descubre finalmente la verdad sobre la intencionalidad de Iturbide, y, a sabiendas de que el cambio de rumbo de quien había sido uno de los más salvajes enemigos de los independentistas se convertía en una significativa oportunidad para llegar a un punto exitoso de ruptura con el régimen virreinal, acepta adherirse al plan de quien había sido uno de sus principales enemigos y suma sus fuerzas para destruir las últimas y ya resquebrajadas murallas del poder imperial.
Pero la “aceptación” de esa no incondicional alianza por parte de Guerrero con las voluntades torcidas de campeón de la megalomanía en el ejército virreinal fue hecha aparecer en su momento por Iturbide, frente a los ojos de Apodaca, como un triunfo del realismo. Habrá que reconocer, en este punto, que las maniobras y acciones de Iturbide para esconder frente al virrey una estrategia que implicó y comprometió finalmente a muy distintos actores –muchos de ellos fieles hasta el momento al régimen virreinal– tiene pocos parangones en la historia.
Más aún y sumando aquí valoraciones positivas en lo que se refiere a las capacidades mentales de Iturbide: este personaje no requirió, después del denominado “abrazo de Acatempan”, más que unos cuantos días para seguir con su teatral manera de presentar los hechos frente a sus superiores del reino como una derrota cabal del movimiento independentista, haciendo todo tipo de maniobras, exitosas, para allegarse de recursos económicos suficientes –que provenían de las propias arcas del poder virreinal– para enfrentar contragolpe descomunal que, se esperaba, vendrían por parte del régimen de Apodaca.
A partir de este punto, el 24 de febrero Iturbide lanzó finalmente el Plan de Iguala –ya hemos hablado de éste en las primeras entregas–, en el que consideraba que la independencia de México era una “necesidad”, de tal forma que él mismo había tomado la decisión de sumarse a la causa que con tanto ahínco había combatido.
Aunque ya lo hemos citado en un principio de esta serie, conviene ahora regresar a los contenidos principales del mencionado plan, para que el lector pueda identificar sin dificultad alguna sus elementos sustantivos.

II. Los elementos sustantivos del Plan de Iguala

Decía el Plan de Iguala en sus líneas principales:
1º La religión de la Nueva España es y será la católica, apostólica, romana, sin soberanía de otra alguna.
2º La Nueva España es independiente de la antigua y de toda otra potencia, aun de nuestro continente.
3º Su gobierno será monarquía moderada, con arreglo a la constitución peculiar y adaptable del reino.
4º Será su emperador el señor don Fernando VII, y no presentándose personalmente en México dentro del término que las Cortes señalasen a prestar el juramento, serán llamados en su caso el serenísimo señor infante don Carlos, el señor don Francisco de Paula, el archiduque Carlos u otro individuo de casa reinante que estime por conveniente el Congreso.
5º Ínterin las Cortes se reúnan, habrá una junta que tendrá por objeto tal reunión y hacer que se cumpla con el Plan en toda su extensión.
6º Dicha junta, que se denominará gubernativa, debe componerse de los vocales de que habla la carta oficial dirigida al excelentísimo señor virrey.
7º Ínterin el señor Fernando VII se presenta en México y hace juramento, gobernará la junta a nombre de su Majestad, en virtud del juramento de fidelidad que le tiene prestado la nación; sin embargo de que se suspenderán todas las órdenes que diere, ínterin no haya prestado dicho juramento.
8º Si el señor don Fernando VII no se dignare venir a México, ínterin se resuelve el emperador que debe coronarse, la junta o la regencia mandará en nombre de la nación.
9º Este gobierno será sostenido por el ejército de las Tres Garantías […]
11º Las Cortes establecerán en seguida la Constitución del imperio mexicano.
12º Todos los habitantes de la Nueva España, sin distinción alguna de europeos, africanos ni indios, son ciudadanos de esta monarquía con opinión a todo empleo, según su mérito y virtudes.
El Plan de Iguala continúa con artículos que van del 13º al 24º. Como señalábamos en la segunda entrega de esta serie, se trataba sin duda de una verdadera joya de relojería, pues su articulado expresaba con suficiente claridad la mecánica deconstructiva-reconstructiva sobre la cual fue lanzada la bomba que reanimó en definitiva la lucha independentista, bajo un formato que, lleno de sutiles puntos y de contrapuntos difíciles de descifrar, permitió, no obstante, abrir de nuevo curso a la esperanza y terminó por “precipitar” el proceso insurreccional.

III. El ejército de las Tres Garantías

Conviene ahora detenerse en el artículo número 16, pues en el punto de la historia en el que estamos, el cuerpo-eje de combate por la insurgencia ya implica la alianza militar en la que quedaron comprometidos los cuerpos militares que comandaba Guerrero. Dice el Plan de Iguala con respecto a este tema:
“Se formará un ejército protector que se denominará de las Tres Garantías, porque bajo su protección toma, lo primero, la conservación de la religión católica, apostólica, romana, cooperando por todos los medios que estén a su alcance para que no haya mezcla alguna de otra secta y se ataquen oportunamente los enemigos que puedan dañarla; lo segundo, la independencia bajo el sistema manifestado; lo tercero, la unión íntima de americanos y europeos; pues garantizando bases tan fundamentales de la felicidad de la Nueva España, antes que consentir la infracción de ellas, se sacrificará dando la vida del primero al último de sus individuos.
Y el artículo 17 daba las “normas” a seguir por ese “gran ejército”:
“Las tropas de ejército observarán la más exacta disciplina a la letra de las ordenanzas, y los jefes y oficialidad continuarán bajo el pie en que están hoy; es decir, en sus respectivas clases con opción a los empleos vacantes y que vacasen por los que no quisieren seguir sus banderas o cualquier otra causa, y con opción a que se les consideren de necesidad o conveniencia”.
Quedaba fijado, por supuesto, el hecho de que a este ejército se incorporarían nuevos y numerosos elementos, por lo que en el artículo 19 se indicaba que estos elementos se integrarían bajo la condición de soldados “de línea”, o como tropas “de milicia nacional”.
Pero había otro punto en el plan que tenía sin duda una particular importancia. El artículo 5º dejaba claro que, en el ínterin de que “las Cortes se reúnan, habrá una junta que tendrá por objeto [hacer] que se cumpla el Plan en toda su extensión.” Sobre este punto nos extenderemos en la siguiente entrega.