EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

HABLEMOS DE LIBROS

La 1ª Gran Transformación La consumación de la Independencia de México, hoy hace 200 años (1821-2021)

Julio Moguel

Julio 07, 2021

(Vigésima parte)

 

I. Las desesperadas reacciones de Iturbide, después de las humillantes derrotas infligidas a los realistas por las tropas de Pedro Ascencio y Vicente Guerrero

Veíamos, en la entrega anterior, cómo fue que toda la ciencia militar que había hecho famoso a Iturbide en sus correrías militares anteriores empezó a quedar en cuestión con las derrotas que sufrió en forma prácticamente simultánea por los agrupamientos independentistas encabezados por Pedro Ascencio y Vicente Guerrero, la primera el 28 de diciembre de 1820, y la segunda el 2 de enero de 1821.
La reacción de Iturbide fue subestimar la importancia de los hechos, al tiempo en el que descalificaba las habilidades militares de Pablo Moya, cabeza de las fuerzas militares realistas que fueron hechas trizas por el embate de los contingentes de Guerrero.
Pero no dejó de utilizar esos “leves tropiezos” como pretexto para demandar al virrey mayores recursos económicos y mayor número de refuerzos. Mismos argumentos utilizados por Iturbide para pedir y conseguir un cuantioso aporte monetario por parte del obispo de Guadalajara, y tomar, “a rédito, sobre sus fincas, treinta y cinco mil pesos de los depósitos de concurso de la Audiencia de México”.
Pero Iturbide no estaba ciego y nadie podía pensar que era un personaje negligente o carente de audacia y de inteligencia. Las derrotas que había sufrido en menos de una semana –del 28 de diciembre de 1820 al 2 de enero de 1821– lo invitaban a modificar sus planes iniciales, pensando que lo único que no convenía a sus regias pretensiones era involucrarse en un ciclo de batallas que, así pensara que tenía finalmente todas las posibilidades de ganar, se extendieran en el tiempo y terminaran por abortar sus planes megalómanos.
Sabemos a ciencia cierta que en el esquema inicial prefigurado por Iturbide ya estaba el cálculo de que, después de su encumbramiento militar con la pretendida derrota de los rebeldes sureños, echaría a andar “un plan” que lo llevara a portar él mismo la Corona. Sabemos también que estaba en sus cálculos reaccionar en su momento contra las debilitadas estructuras del propio virreinato para “proclamar la independencia” (bajo su lógica propia de “independencia”).
El tiempo se convertía entonces en una variable decisiva, por lo que decidió dar un viraje de 180 grados en su táctica guerra, pretendiendo, en lo que siguió, ofrecer a Guerrero un “pacto” de conciliación para que las fuerzas rebeldes que éste comandaba se sumaran “en una sola causa” por la independencia del México.

II. La increíble historia de una misiva que Iturbide escribe a Guerrero para que éste se sume a sus fuerzas y así “conquistar la Independencia”

Pocos documentos históricos, como el que vamos a revisar, alcanzan a tener el valor documental y de registro de “la verdadera historia” de la nueva perspectiva de “pacto” y “guerra” de Iturbide. Se trata de una carta que el afamado jefe de las tropas realistas del Sur envía a Vicente Guerrero el 10 de enero de 1821. Citaremos algunas de sus partes más significativas, tratando de mostrar al lector lo que contiene tanto en lo que dice literalmente como lo que sugiere en las entrelíneas.
Revisemos de entrada las primeras frases para que el lector pueda llegar a una comprensión cabal del contenido:
“Muy señor mío: Las noticias que ya tenía del buen carácter e intenciones de usted me estimulan a tomar la pluma en favor de usted [y] hablaré con franqueza. Soy interesado como el que más por el bien de la Nueva España. Usted está en el caso de contribuir a ella de un modo muy particular, y es, cesando las hostilidades, y sujetándose con las tropas a su cargo a las órdenes del gobierno, en el concepto que yo dejaré a usted el mando de su fuerza, y aun le proporcionaré algunos auxilios para la subsistencia de ella”.
¿Le pide Iturbide a Guerrero que se rinda? La forma en que se inicia la misiva podría llevar a interpretar que tal era el objetivo. Pero cabe también ver en estas líneas que Iturbide le está enviando a Guerrero una especie de “mensaje cifrado”.
Ello quedará mucho más claro en lo que sigue de la carta:
“Esta medida es en consideración de que habiendo ya marchado nuestros representantes al Congreso de la península manifestarán cuanto nos es conveniente; entre otras cosas, el que todos los hijos del país, sin distinción alguna, entren en el goce de ciudadanos, y tal vez que venga a México, ya que no puede ser nuestro soberano el señor don Fernando VII, su augusto hermano el señor don Carlos o don Francisco de Paula; pero cuando esto no sea, persuádase usted que nada omitirán de cuanto sea conducente a la más completa felicidad de la patria […]”.
Quiere Iturbide darle entender a Guerrero que “ceder” en torno a la posibilidad de reconocer a Fernando VII o a cualquiera de su hermanos, Carlos o Francisco de Paula, como el “gran soberano” del país, es un paso prácticamente imposible de llegar a los hechos, por lo que le está proponiendo en realidad una especie de maniobra “táctica” que permita en definitiva lograr la independencia de España.
Pero Iturbide seguirá hablando como el “gran militar vencedor de todas las causas”, introduciendo un párrafo prepotente y amenazador que muestra justamente su limitada o pendenciera visión sobre “lo que va de la guerra”:
“Supongo que usted no inferirá de ninguna manera que esta carta es por otros principios, ni tienen otro móvil que el que le he manifestado, [y que] no pueden poner en inquietud mi espíritu, sobre todo cuando tengo tropa sobrada de que disponer, y que si quisiese, me vendría más de la capital; sirviendo a usted de prueba de esta verdad, el que una sección ha marchado ya para Tlacotepec, al mando del teniente coronel don Francisco Antonio Berdejo, y yo con otra iré por el camino de Teleolapan, dejando todos los puntos fortificados con sobrada fuerza, y dos secciones sobre don Pedro Alquisiras”.
Pero Iturbide quiere dar golpe y sobar al mismo tiempo, mostrando que el sentido de su misiva tiene realmente un contenido conciliador. Agrega entonces justo el gesto que, al mismo tiempo que mantiene el “tono de fuerza”, se inclina hacia el formato de “unión” o de lo que pudiera presuponer la realización de “un pacto”:
“El teniente coronel Berdejo va a tomar el mando que tenía el señor Moya, y le he prevenido que si usted entra en contestación, suspenda toda operación contra las tropas de usted el tiempo necesario hasta saber su resolución: todo lo que le servirá de gobierno”.
Los arrestos amenazantes de Iturbide seguramente hicieron reír a Guerrero y a su núcleo de comando. Sobre ello hablaremos en la próxima entrega.