Florencio Salazar
Marzo 03, 2020
Nuestra tarea consiste en actualizarlo permanentemente para ajustarlo a las cambiantes condiciones del país.
Vicente Fuentes Díaz.
El próximo 4 de marzo el llamado Partido de la Revolución Mexicana (PNR-PRM-PRI), cumplirá 91 años de su fundación. Esta organización política fue un factor decisivo en la estabilidad política del país, en la formación de su vida institucional pues, no obstante su carácter dominante, resistió la tentación de ser un organismo autoritario.
Tiene en su haber el reparto agrario, el respeto al derecho de huelga, la creación del sistema nacional de salud y seguridad públicas, la educación popular con libros de texto gratuitos, la construcción de infraestructura en el país y el sistema de partidos. Todo ello explica por qué, en tanto en América Latina hubo una espiral de golpes de Estado, México ha celebrado puntualmente sus elecciones constitucionales.
Los orígenes
El Partido Nacional Revolucionario (1929-1938), como lo expresó Plutarco Elías Calles, permitió pasar de un régimen de caudillos a otro de instituciones. En los primeros cinco de este lapso de nueve años, tuvo la prevalencia del poder el propio Elías Calles, quien se constituyó en el Jefe Máximo. Esta jefatura fue una necesidad impuesta por las circunstancias, ya que por su evidente debilidad la figura presidencial pudo haber sido arrasada por los caudillos, quienes fueron contenidos por la fuerte personalidad del sonorense. De no haber existido la presencia del Jefe Máximo, habría que haberla inventado.
Con Lázaro Cárdenas se fortalece la institución presidencial, que tiene como base de apoyo al Partido de la Revolución Mexicana (PRM), sucesor del callista PNR. Es más que el cambio de siglas, pues don Lázaro implementó una política de masas a través del reparto masivo de tierras y del respeto al movimiento obrero, que ejerce libremente su derecho a la huelga. Además, con la expulsión al extranjero del ex presidente Calles y la integración estratégica del Sector Militar (junto al Agrario, Obrero y Popular), indica rotundamente que el poder no se comparte. El Presidente Cárdenas muestra talento político y dimensión de estadista, ya que al concentrar el poder hace posible avanzar en las reivindicaciones sociales y dejar en claro la defensa del patrimonio y de la soberanía nacional al expropiar el petróleo.
Cárdenas termina su mandato con un alud de críticas del sector empresarial. El Presidente pudo haber inclinado la balanza para que su sucesor fuera el radical general michoacano Francisco J. Mújica, pero comprendió que la polarización generaría una mayor inestabilidad económica y política, con el riesgo de confrontaciones armadas. De ahí que un militar moderado, como fue el general Manuel Ávila Camacho, le haya seguido en la silla presidencial.
Con el cambio del PRM al Partido Revolucionario Institucional (PRI), en 1946 se cierra el ciclo de los militares en el poder, se abre paso a la política civil y a las propuestas de modernización nacional. Miguel Alemán será el primer presidente abogado universitario. El PRI mantiene su estructura territorial y sectorial, pero separa a los militares del partido.
Nueve años como Partido Nacional Revolucionario; ocho como Partido de la Revolución Mexicana; y 74 como Partido Revolucionario Institucional, es obvio que en esta última etapa ha acumulado vicios e inercias que, por lo menos desde el año dos mil, exige su transformación.
Momentos para su reforma
En el año 2000, habría permitido asumirse como una vanguardia opositora, que probablemente podría haber sumado a corrientes significativas de la izquierda. En otras palabras, incrementar afiliados, recuperar cuadros, ganar influencia, tener un rostro renovado.
La segunda oportunidad, en el 2013, le habría dotado de una gran capacidad de convocatoria por lo que implicaba la recuperación del poder. La experiencia en la oposición de 2000 al 2012 habría ofrecido la ocasión de revisar los comportamientos territoriales bajo la dirigencia de los gobernadores y aplicar las correcciones necesarias para dar a la militancia espacios de organización, deliberación y promoción; especialmente, cuando las condiciones socioeconómicas y políticas del país anunciaban el desdibujamiento de las fuerzas sectoriales, entre otras causas, por la conclusión del reparto agrario, el fallecimiento de Fidel Velázquez (CTM), y la dispersión de gremios de clase media.
Los pendientes
La Declaración de Principios y el Programa de Acción sintetizan los preceptos paradigmáticos del régimen priista: Sufragio Efectivo. No Reelección y Democracia y Justicia Social. La democracia se alcanzó gradualmente (Latinobarómetro. Informe 2018.), impulsada por la ampliación de los derechos políticos, la pluralidad política, órganos electorales imparciales y por la temporalidad irrepetible del Presidente de la República. Pero la justicia social ha sido deficitaria.
Por otra parte, haber roto la contención que trató de imponer Jesús Reyes Heroles, para evitar el paso de empresarios a la política y de políticos a las empresas, estimuló la corrupción. Bien decía don Jesús: “Evitar que las ganancias públicas se hagan privadas; y las pérdidas privadas, públicas”.
El PRI sigue siendo el partido con mayor membresía nacional. Según datos del INE a febrero de 2020, el partido cuenta con un millón 578 mil 242 afiliados; o sea, tiene canicas para seguir jugando. Pero su reforma es indispensable a fin de que pueda reagruparse y fortalecerse. Para ello debe reconocer en el militante su principal activo; recrear su ideología y su propuesta programática; implementar su democracia interna; y elaborar una agenda ciudadana.
Ya no dispone de mucho tiempo para entrar a su Cuarta Reforma (4R), en la cual debe asumir también un cambio de siglas. Se trata de cambios profundos para redistribuir oportunidades y recuperar la confianza, que han perdido todos los partidos.
Sin reforma, después de ser el brazo político de la Revolución Mexicana, corre el riesgo de terminar como un partido testimonial.