EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La arquitectura de autor

Federico Vite

Agosto 30, 2022

 

(Segunda parte)

El problema es el siguiente: usted visita una librería, un tendido de libros o una página electrónica para ver algunos títulos recientes, novedades editoriales que tienen mucha, poca y escasa publicidad. Con mucho tiempo seguramente encontrará que las novedades, en cuanto a novela se refiere, se parecen a otros libros recientemente publicados y que los temas no varían mucho. Hallará autoficciones, violencia, feminicidios, narcos, sagas heroicas y fantásticas, feminismo, relatos policiacos, noir y textos que denuncian los desplazamientos por violencia e incluso describen el modus operandi de secuestros orquestados por policías corruptos; no hay duda que al echar un vistazo se aprecia la repetición de un esquema que deja buenos dividendos a una industria editorial modesta como la mexicana. Podríamos enumerar acá los best-seller, pero no quiero aburrirle. Entendamos este asunto desde un eje toral. “Todo escritor, todo novelista, ha empezado por ser lector, lector de novelas. Y lo que no favorezca la lectura de las novelas no va a favorecer el que alguien decide un buen día escribir novelas”, esto asevera Luis Goytisolo, escritor catalán y autor de Naturaleza de la novela (España, Anagrama, 2013, 190 páginas), libro en el que me he apoyado para soltar algunas ideas al respecto del futuro de un género como el novelístico. Pero hay otros vicios.
Si hablamos del futuro, pensemos en un futuro cercano en el que los escritores leen poco y mal, obvio, leen mal porque leen con prisa (siempre hay mucho por hacer). Es un gremio en el que se ha vuelto más fácil hablar de la vida personal de los autores que de sus libros. De hecho, se frecuenta más “ese deporte” que la lectura; es más, esto determina si un autor “escribe bien” o simplemente está fuera del “circuito” de festivales, ferias de libro o de las editoriales importantes (cuestión aparte es la casta a la que pertenece y gracias a eso obtiene más fácil publicaciones, traducciones y prensa; pero de este asunto he escrito largamente durante estos años). Dicho de otra manera, los autores requieren del ego para usarlo como flotadores en un medio que no aprecia mucho el trabajo, pero sí la publicidad. Yendo a lo esencial, ¿cómo entender el futuro de las novelas si los autores de la arquitectura literaria no leen? Si los escritores no leen, entonces ejercitan todo eso que aprehenden durante la convivencia con otros autores. Ergo: la siguiente pregunta tiene mayor gravedad, ¿qué tipo de literatura puede salir de todo esto? Una muy mezquina y cerrada, porque sólo podrá ser autorreferencial. Ellos mismos hablan de ellos mismos y lo hacen de manera sincronizada, además, rápidamente pasan ese conocimiento a los libros y queda cincelado en los textos la hermosa hermandad de los escritores. Pero de literatura, nada. El asunto autorreferencial no molesta. No. La gravedad del caso es que se entienda esa retroalimentación entre ellos como la única manera de enriquecer el género novelístico nacional, como si al mostrar las costuras de un grupo –linaje de elegidos que se encuentra en festivales literarios, ferias de libro, antologías y es comúnmente mencionado en las reuniones de agentes literarios extranjeros– se exhibiera también la endeble estructura de un Continente Literario pobre que fabrica libros fundamentados en el culto al ego. Así no puede prolongarse la vida de la novela hecha en México. Quizá el mayor temor sea que la novela que aún hoy sigue produciéndose acabe por correr la misma suerte que la poesía: ser consumida por exclusivos consumidores.
A estas alturas, la novela se recuesta en un diván para hablar de las glorias pasadas y al preguntarse por qué padece esclerosis simple y sencillamente descubre que no le queda mucho tiempo. Estaba en una situación muy cómoda, pero no con salud. Tal vez deba aceptarse ese hecho: la novela no es más para el gran público ni mucho menos para todos los lectores. Quizá asumiendo esa certeza veamos crecer textos que fortalezcan el género; en cierta forma, veremos cómo se prolonga esta agonía, porque no es talento lo que falta sino que el género ha llegado a su límite y por eso hay tanta alharaca acerca de quién ha logrado escribir “la mejor novela del narco”, “la mejor novela de los feminicidios”, “la mejor novela del norte, la mejor novela policiaca” etc. Esa denominación de origen es otro distractor que empaña el panorama general.
Cuando una determinada forma de expresión artística entra en conflicto con la evolución de los hábitos sociales, su declive es cosa de tiempo, asevera Goytisolo, del mismo modo que su nacimiento y su periodo de máximo esplendor depende de una coyuntura favorable: la vida cotidiana. Esto me conduce irrevocablemente a una entrevista que sostuvo el traductor y escritor español Eduardo Lago con el novelista estadunidense David Foster Wallace. El español hace dos preguntas, ¿consideras que eres un escritor accesible? ¿Sabes qué tipo de persona lee tus libros? Foster Wallace responde, después de reflexionar unos segundos: “Creo que el tipo de trabajo que hago cae en un área de la ficción estadunidense que, sí, es accesible, pero está diseñada para personas a las que realmente les gusta leer y entienden que la lectura es una disciplina y que requiere una cierta cantidad de trabajo. Como estoy seguro de que usted sabe, la mayor parte del dinero en las publicaciones estadunidenses se obtiene en libros, algunos de los cuales creo que son muy buenos?, que no requieren mucho trabajo. Son casi más como películas, y la gente las lee en los aviones y en las playas. No hago cosas como esa. Pero de los escritores estadunidenses que conozco que hacen algunas de las obras de ficción más exigentes, creo que soy uno de los más accesibles, porque cuando estoy trabajando trato de hacerlo lo más simple posible en lugar de hacerlo lo más complicado posible. Hay alguna ficción que es muy buena, que creo que está tratando de ser difícil al poner al lector ciertos ejercicios. No soy uno de esos. La gente suele decir que soy uno de los más accesibles, pero en sí no me consideran muy accesible y creo que tiendo a ser leído por personas que han tenido un poco de educación o un amor innato por los libros y para quienes la lectura es importante como una actividad y no sólo como algo que hacer para pasar el tiempo o entretenerse”. Después de esta sencilla lección usted sabe que la arquitectura de autor es un caballo de batalla y que la lectura es como el karate, mientras más se practica, más se afinan ciertos movimientos, ciertos ritmos, ciertas estancias de armonía y de concentración absoluta. Sólo recordemos un hecho más de Goytisolo: “Una vocación de novelista difícilmente va surgir en quien se ha formado en un medio donde la lectura y los conocimientos adquiridos y el empleo del tiempo libre poco o nada tengan que ver con la creación literaria. Y el impulso que hubiera llevado al sujeto a desarrollar esa vocación de novelista le llevará por otros derroteros”.  La conclusión es simple. Disfrute lo poco de novela que nos queda.