EL-SUR

Miércoles 08 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

La batalla por el PRI

Raymundo Riva Palacio

Julio 24, 2006

Herido políticamente y en el orgullo propio tras la humillación electoral del 2 de julio, Roberto Madrazo no quiere terminar de morirse. Hace menos de dos semanas hizo una demostración de fuerza cuando uno de sus principales operadores políticos, Manlio Fabio Beltrones, destrozó al ala opuesta dentro del partido al candidato presidencial derrotado que quería quedarse con el liderazgo partidista en el Senado a través de Francisco Labastida. La semana pasada sofocó un intento golpista que pretendía llevar a Emilio Gamboa al liderazgo de la fracción en la Cámara de Diputados, y sus leales lograron aplazar hasta este lunes la elección, donde otro fiel, Héctor Hugo Olivares, podría arrebatarle a los opositores ese importante cargo.
La disputa por los liderazgos en las cámaras es fundamental para el futuro político mexicano, pues al tener 28 por ciento de la representación parlamentaria, se convertirán en la fracción indispensable para que el PAN, en caso de que sea ratificado Felipe Calderón en la Presidencia, pueda construir gobernabilidad, o para que el PRD pueda ejercer una férrea oposición al gobierno que llamará ilegítimo. Si el resultado de la elección presidencial se invirtiera, el PRI jugaría el mismo papel de cualquier forma. Ser un factor de poder tan relevante, es el motivo de la pugna entre grupos priístas, revirtiendo la percepción de que Madrazo, el 3 de julio, ya era historia.
Madrazo contó con una división panzer que actuó rápidamente desde la misma noche de la derrota electoral, para tratar posicionarse como los interlocutores frente al PAN y el PRD, y evitar al mismo tiempo una especie de golpe de estado de la maestra Elba Esther Gordillo que, trabajando con varios gobernadores del norte del país, buscaba esa misma interlocución y apoderarse del partido. De acuerdo con priístas en posición de saber las intrigas palaciegas, la expulsión de Gordillo obedeció precisamente que ante el naufragio y aparente vacío de poder, quería apoderarse del partido. La salida de la maestra trajo como resultado la recomposición de la correlación de fuerzas por parte del equipo de Madrazo.
Liquidada Gordillo, el peso político de los gobernadores comenzó a evaluarse de diferente forma. Ahí está, en el priísmo regional, la nueva composición política del viejo partido y la división de ejércitos, el de Madrazo y el de los gobernadores norteños, encabezados en la rebelión por Natividad González Parás de Nuevo León, y Eduardo Bours de Sonora. Dentro del estupor de tan aplastante derrota presidencial, donde Madrazo alcanzó un lejano tercer lugar con 22 por ciento del voto, perdiendo unos 6 millones de personas que habían sufragado por Labastida en 2000, la primera tendencia de los gobernadores era por el relevo rápido de la dirigencia, sepultar a su candidato y comenzar a negociar con Calderón. Pero, el bloque de los 17 gobernadores priístas, se empezó a debilitar.
Los números fríos que dio el recuento de votos, aunque preliminares porque falta que el tribunal electoral resuelva las impugnaciones que se presentaron, mostró que sólo podían reclamar victorias en el Senado Campeche, Chiapas, Nayarit, Quintana Roo y Sinaloa. Fuera de Nayarit y Sinaloa vinculados al bloque norteño y en alianza con la maestra Gordillo, Campeche y Quintana Roo son reconocidos como aliados de Madrazo, y Chiapas, aunque gobierna un opositor al PRI, fue operado por gente del ex candidato. Entre los estados gobernados por priístas que perdieron escaños, las derrotas más relevantes son las del estado de México y Veracruz, antiguos semilleros de votos y cuna de buena parte de la clase política gobernante del viejo régimen, y Nuevo León, la sede del segundo polo económico del país. Fidel Herrera en Veracruz estaba con Madrazo, pero del mexiquense Enrique Peña Nieto, aún es un misterio hacia dónde se inclinará finalmente.
La correlación de fuerzas en la Cámara de Diputados no fue distinta, aunque la derrota del PRI fue mayor en términos generales que en el Senado, dándose el fenómeno que entraron menos legisladores de mayoría que plurinominales. El PRI sólo ganó 62 de los 300 distritos electorales, lo que les daría 103 diputados, una vez restados los 19 que le tuvieron que entregar a sus aliados en la contienda, el Partido Verde. Hubo 13 estados donde no ganó nada, mientras que en Morelos, Jalisco y Yucatán, que son gobernados por el PAN alcanzaron dos diputaciones en cada una, y en Chiapas, un caso extraño, ganaron siete. Las viejas maquinarias priístas en estado de México, Veracruz y Sinaloa, sólo aportaron seis; seguido de Nuevo León –donde hasta el PAN esperaba ser derrotado– con cinco; Durango, Hidalgo y Puebla con custro; Tamaulipas con tres; y con dos Campeche, Coahuila, Durango, Nayarit, Oaxaca y Quintana Roo.
Si se desdobla aún más el resultado, con lo cual se puede ver la fuerza real de los gobernadores en la elección, la debacle de algunos es más notoria. Peña Nieto, por ejemplo, sólo ganó en seis de 40 distritos electorales; Herrera en seis de 21; González Parás en cinco de 12; y Bours en dos de 7. Solamente en dos estados gobernador por el PRI no se alcanzaron diputaciones, Colima y Tabasco, aunque este último es altamente emblemático por ser la entidad de Madrazo –que no ganó ni en su casilla– y donde fue arrollado por el PRD.
Al compararse linealmente las fuerzas dentro del PRI por diputaciones de mayoría en la Cámara de Diputados, los gobernadores norteños tienen 28 curules leales, mientras que el bloque madracista tiene las mismas 28. El estado que inclinaría la balanza hacia uno u otro lado es México con sus seis legisladores. Peña Nieto tiene un distanciamiento con Madrazo, derivado de un acuerdo forjado con representantes de Andrés Manuel López Obrador para que no operara contra el PRD durante las elecciones, y con quienes ha tenido acercamientos es con González Parás y Bours. Hasta este momento, lo que podría definir cuál de los dos sectores tendrá el poder en el Congreso, será el que tenga mayor más ascendencia sobre los plurinominales.
Varias figuras dentro del PRI inmersos en las negociaciones políticas dicen que tendrán que buscar consensos para dar cabida a todos los grupos e intereses, lo que significaría que Gamboa tendría que ser votado como el próximo líder priísta en la Cámara de Diputados. Si se sigue la misma lógica de la negociación, si Olivares termina como ese líder, querrá decir que Madrazo terminó imponiéndose en las cámaras y desplazando a los otros grupos. Después de todo, como afirma uno de los estrategas, los votos en la presidencial por el candidato “son pocos para un partido tan grande e importante en la historia del país, pero son muchos si reflejan la expresión de una corriente que apoya a un personaje o a una tradición. En otras palabras, del 22 por ciento de votos para presidente, nada se le debe a los gobernadores”.