EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La Cartilla Moral y el Estado laico

Jesús Mendoza Zaragoza

Julio 08, 2019

 

 

La iniciativa de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas, que representa a un importante segmento del protestantismo en México, de distribuir la Cartilla Moral promovida por el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, ha provocado opiniones encontradas relacionadas con la laicidad del Estado mexicano. Dicha Cartilla contiene un texto escrito en el año 1944 por Alfonso Reyes, que el presidente ha tomado como inspiración para promover valores morales, espirituales y culturales en el país.
Lo primero que quiero señalar es que es justa la percepción de que el país está pasando por una profunda crisis moral que se manifiesta en la ausencia de valores en lo público y en lo privado. El colosal tamaño de la corrupción, la dolorosa desigualdad que castiga a millones de mexicanos, la violencia acompañada de una crueldad enfermiza, son algunas de las señales más visibles de esta crisis. Esta crisis moral ha provocado un altísmo costo social, político y económico que estamos pagando todos los mexicanos y requiere ser tomada muy en serio para superarla. De no ser así, no podremos superar las tragedias que ya han llegado y otras que están por llegar.
Por ello, me parece atinada la decisión de López Obrador de establecer políticas de Estado enfocadas al fortalecimiento de valores. “Nuestra propuesta para lograr el renacimiento de México busca hacer realidad el progreso con justicia y promover una manera de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y a la humanidad”, ha escrito en la presentación de la Cartilla que, al parecer, es la antesala para llegar a la llamada Constitución Moral que planea proponer al país. Si bien es cierto que a las leyes subyace una visión moral, tambien es cierto que explicitar la dimensión moral de la vida pública es una necesidad de primer orden. Esto significa que es imprescindible elevar el nivel de moralidad si queremos remontar las diferentes manifestaciones sociales, políticas y económicas de dicha crisis.
Hay que recordar que en el año de 1972, el gobierno de Luis Echeverría promovió una reforma educativa en la que las disciplinas de Civismo y de Etica fueron suprimidas y asimiladas a las Ciencias Sociales. La educación pública se fue desarrollando con un enfoque cada día más técnico orientado fundamentalmente a las necesidades del mercado. Vamos, la educación se fue mercantilizando sacrificando su dimensión humanista y moral. La crisis moral actual se explica, en parte, por esta concepción de la educación que se extravió en los pragmáticos intereses de la economía de mercado y abandonó el desarrollo humano de las personas y de los pueblos.
En este contexto, me parece fundamental que el Estado reconozca esta debilidad nacional que nos está costando tanto en términos sociales y, aun, económicos. Y, como consecuencia, la decisión de colocar el desarrollo moral, espiritual y cultural en el centro de la atención, abre una salida posible a este nudo ciego, compuesto por corrupción + impunidad + violencia + desigualdad, que no se puede desatar de otra forma. La Cartilla Moral viene a ser una herramienta inspiradora para la educación de la conciencia de todos los ciudadanos, que puede ayudar a poner la atención en valores que hemos perdido y que ahora resultan indispensables para la transformación del país. Hay que entender que la Cartilla Moral por sí sola no resuelve nada pero es una señal que da una dirección al camino que se quiere recorrer para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos. La vida moral no se resuelve con la simple lectura de códigos de ética o con la propuesta de reglas morales. Se requieren procesos educativos para interiorizar los valores de manera que se vuelvan convicciones y principios de vida y de conducta.
Un segundo aspecto que quiero señalar es el hecho de que un segmento de las iglesias evangélicas haya asumido como tarea específica la promoción de esta Cartilla Moral. El mero hecho de distribuir y promover un código moral que contiene valores universales, aceptables tanto para no creyentes como para religiosos, pone una plataforma común para unir a todos los mexicanos sin exclusión alguna. Hablar del bien común, del respeto a la persona, de la familia, de la sociedad, de la ley, de la patria, de la sociedad, de la naturaleza, del valor moral ayuda a poner bases fundamentales para la justicia y para la paz. No me parece que se lastime la laicidad del Estado el que unas iglesias tomen en sus manos una herramienta promovida por el Estado con una finalidad de buscar el bien común. Que en esta relación, las iglesias evangélicas y el Presidente busquen intereses propios, no es problema siempre que sean legítimos y no menoscaben la laicidad del Estado ni la equidad en el trato público a las iglesias.
Sería benéfico al país que otras instituciones se empeñaran en la tarea de subsanar el grave deterioro moral que tiene el país. Con la Cartilla Moral o con otras herramientas eleboradas para ello. Pienso en las empresas, en las universidades, en los medios de comunicación, en las organizaciones sociales, entre otras. Y, desde luego, pienso en las iglesias que poseen un rico patrimonio moral arraigado en una visión espiritual y religiosa que puede coadyuvar a la reconstrucción moral del país.