EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La ciudad que deja Mancera

Humberto Musacchio

Abril 05, 2018

En silencio, por la puerta trasera, se fue Miguel Mancera del gobierno de la Ciudad de México. Va en busca de una senaduría que le aporte inmunidad en los siguientes seis años, pues su conflictivo legado puede originar más de una demanda. Pero no será candidato al Congreso por la urbe que tan mal gobernó, pues no tendría posibilidad alguna de obtener un escaño. No, va por Chiapas, estado con el que no tiene liga alguna.
En tales condiciones, el presente político de Mancera augura una carrera que, en el mejor de los casos, se alargará otros seis años. Y ya. El absurdo sueño de ser candidato presidencial se esfumó porque era sólo eso, un sueño, y nada más. Por supuesto, esa ambición tenía como base el hecho de que los mexicanos hemos tenido pésimos presidentes y de que, como lo demostró Vicente Fox, el pobrediablismo puede llegar al peldaño más alto si los votantes se dejan deslumbrar por la mediocridad. Pero ni así se le hizo a Mancera.
Quien impuso a MAM como candidato del PRD, sin pertenecer a ese partido, fue Marcelo Ebrard, pues ya se sabe que todo gobernante pretende  dejar su cargo al pupilo que parezca más manejable. Pero Mancera se creyó con ínfulas para deshacerse del padrino y casi de inmediato lo traicionó, aunque nunca fue capaz de llamarlo a cuentas por el sobreprecio de la línea 12 del metro.
Ya encaramado en el gobierno capitalino, también traicionó a Andrés Manuel López Obrador, a quien igualmente le debía el cargo, pues sin la bendición del tabasqueño y su enorme base social, jamás hubiera obtenido los votos necesarios una personalidad tan gris.
Mancera deja una ciudad que parece bombardeada, pues salvo las vías principales, el pavimento de toda la urbe está destrozado, abandonado. La iluminación es algo que nunca resolvió el hombre al que le regalaron el gobierno de una ciudad. Y el agua… Bueno, la dotación de agua es uno de los grandes indicadores del desastre, pues el líquido falta en las colonias proletarias, pero también en las que pagan más altos impuestos.
El “gobernante” (es un decir) dejó en el abandono el principal medio de transporte, el metro, para favorecer la creación de nuevas líneas del metrobús, como en el Paseo de la Reforma, donde primero dijo que el trayecto llegaría sólo hasta el Auditorio Nacional dizque por la oposición de los opulentos vecinos de Las Lomas de Chapultepec, lo que resultó mentira, pues ahora habrá otra línea que irá del Auditorio a Santa Fe, con trasbordo y doble pago para los sufridos usuarios, cuando el asunto pudo haberse resulto con tarjetas que cobran por kilómetros recorridos.
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México es otro proyecto despreciado. Se sujetó a esa casa de estudios a crueles rebajas de presupuesto, con perjuicio para los estudiantes, y a cambio favoreció la creación de una universidad patito que inventó el jefe delegacional en Gustavo A. Madero.
El jefe de Gobierno promovió la transformación de la urbe en el plano político-administrativo, pues dejó de ser Distrito Federal para quedar en lo que ya era, Ciudad de México, donde los antiguos delegados serán en lo sucesivo alcaldes, aunque nadie sabe en qué beneficiará todo eso a los habitantes.
En los cinco años y pico de gestión la criminalidad se disparó en el ex Distrito Federal y ahora salir a la calle en la noche representa un alto riesgo, los cuerpos policiacos, que se habían humanizado, han vuelto a caer en la corrupción y son de nuevo enemigos de la ciudadanía.
Los parquímetros son un negociazo de particulares, la entrada de Úber ha significado una competencia severa para los taxistas, sin que se proponga algún paliativo. Se dice que tanto Mancera como su eminencia gris, Héctor Serrano, son flotilleros de Úber. ¿Será?
La construcción ha sido otra de las actividades donde ha brillado con más intensidad la “política” de Mancera, que ha llenado las calles de banquetitas y postecitos inútiles y ha agrandado camellones, medidas todas que dificultan el tránsito, pero ya se sabe que de las obras públicas sale el lubricante del $i$stema.
La reconstrucción por los daños que causó el sismo del 19 de septiembre sigue pendiente ante la desesperación de los damnificados. La cruzada mancerista contra las delegaciones gobernadas por Morena ha perjudicado no tanto a ese partido como a los ciudadanos. Pero éstos no fueron nunca la principal preocupación del ahora ex jefe de Gobierno que en buena hora ha decidido irse. Ojalá no vuelva.