EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La conciencia en las entrañas

Adán Ramírez Serret

Febrero 16, 2018

 

 

En años recientes, la editorial oaxaqueña Almadía ha publicado una serie de voces que nos han abierto puertas que usualmente, por desgracia, son de muy poco consumo en México: las escritoras y escritores bolivianos.
Entre los más conocidos se encuentra Edmundo Paz Soldán, la magistral cuentista Magela Baudoin y la joven Liliana Colanzi. A finales del año anterior salió la violenta, visionaria y poética novela, En el cuerpo una voz de Maximiliano Barrientos (Santa Cruz, Bolivia, 1979).
Me sorprende que desde que comencé a escribir esta columna, hace poco menos de un año, he reseñado varias novelas, que o ponen en crisis a la sociedad, o tienen tintes apocalípticos o imaginan un futuro próximo catastrófico. Pienso en Andrés Barba, Margaret Atwood o Ray Loriga. Quizá, se debe, por supuesto, a un gusto personal por esta clase de literatura; pero creo que también a un presente con bastante incertidumbre y con pocos sueños. Claro que imaginar un futuro en el cual se termine el mundo como lo conocemos ha resultado tentador desde el inicio de la literatura. Pero quizá también la ficción nos dice que el mundo ya cambió y que no nos queremos dar cuenta.
Así, Maximiliano Barrientos comienza por internarnos en la novela con dos jóvenes huyendo, dos hermanos de los cuales uno se encuentra terriblemente mal herido. Caminan por una tupida selva, que más tarde nos enteramos que es la de Bolivia, en busca de un doctor. Como forma de pago ofrecen un reloj y al fin, un veterinario acepta ayudarlos.
Es tan sólo el comienzo y en su huida nos enteramos que hubo un colapso, que hay una guerra que nos es dolorosamente familiar pues nos solo pensamos en las FARC colombianas perdidas en la jungla sino también en los conflictos que devoran nuestro propio país. También podemos ver en la novela que se acabó el mundo tal como lo conocemos. Los aviones volando en el cielo y la presencia de comida, trabajo y un Estado, son recuerdos lejanos.
Se trata de una historia contada de manera inteligente, fragmentada; así que en la siguiente escena estamos ante los militares y el general en busca de los hermanos. Se trata de soldados sanguinarios quienes para que confiesen los testigos los hacen comerse la carne chamuscada de sus propios compañeros. A lo largo de la novela hay una fuerte presencia de la antropofagia. Se come carne humana asada no solamente para torturar sino también porque ya no queda otra cosa.
Se trata de una novela por demás dura en donde se pone a los personajes, a los seres humanos, en situaciones límite.
La historia da un salto y en pocas páginas nos encontramos con uno de los hermanos recorriendo el país en busca de testimonios de quienes vivieron la guerra: un niño que ve a su hermana morir de un tiro y a su madre levantarse en armas. Un hombre que le dice que pensar en mil muertos es fácil de olvidar, es tan sólo un número; pero haber olido su carne arder, es algo que no se puede borrar jamás.
Esta novela, como dije antes, es muy poética por extraño que parezca. No sólo por la prosa, por el lenguaje rico en expresiones bolivianas y por el virtuosismo en la maestría del relato; lo es también porque cuando expone a sus personajes a situaciones límite, desaparecen las convenciones sociales y queda el animal puro, el Homo sapiens que al intentar sobrevivir es profundamente humano. Así, En el cuerpo una voz, pienso que posiblemente quiera decir que la conciencia, la voz que nos habla todo el tiempo, no se encuentra en la cabeza sino que pensamos, decidimos, con la voz se encuentra dentro de nuestro cuerpo, en el hígado, el estómago, en los riñones: en nuestras entrañas.

(Maximiliano Barrientos, En el cuerpo una voz, Ciudad de México, Almadía, 2017. 219 páginas).