Gaspard Estrada
Abril 02, 2025
El pasado lunes la justicia francesa tomó una decisión simple, pero al mismo tiempo firme: declaró a Marine Le Pen, lideresa del partido Encuentro Nacional, de extrema derecha, culpable de malversación de fondos del Parlamento Europeo y le prohibió inmediatamente presentarse a las elecciones durante cinco años. Si su apelación fracasa, será condenada a cuatro años de prisión, dos de ellos suspendidos y dos bajo arresto domiciliario.
Para ella, que era hasta ahora la favorita para ser la próxima presidenta de Francia, existe una decisión trascendental que tomar: tras haber sido inhabilitada para presentarse en las elecciones de 2027, ¿se retirará pacíficamente o incendiará la casa? Lo que elija tendrá un gran impacto en la política del país durante los próximos años y más allá; y sea cual sea el camino que siga, estará lleno de riesgos y complicaciones.
Podría optar por hacerse a un lado y darle a su protegido, Jordan Bardella, aun cuando tiene solo 29 años, la oportunidad más clara posible de ganar apoyo antes de las próximas elecciones presidenciales. Pero, ¿dar la corona a un candidato tan inexperto reduciría o no las posibilidades de que su partido, Encuentro Nacional, consiga la presidencia en las elecciones de 2027? ¿Y quedarse humildemente al margen desperdiciaría o no el capital político que podría traer el veredicto del lunes?
O podría plantarse y desatar una guerra relámpago todopoderosa, castigando al sistema judicial francés con una mano y derribando al gobierno con la otra. Pero, ¿no podría eso indignar a los votantes franceses y hundir el apoyo al partido que ha pasado construyendo toda su vida?
Le Pen y sus aliados ya están calificando la decisión del tribunal de escándalo democrático, sugiriendo que no aceptarán el veredicto sin más.
“Esta noche, millones de franceses están indignados, indignados hasta un punto inimaginable, ya que, en Francia, el país de los derechos humanos, los jueces han implementado prácticas que se pensaban reservadas a los regímenes autoritarios”, dijo Le Pen en una entrevista con la cadena de televisión TF1 el lunes. Queda un largo camino por recorrer. Le Pen es uno de los rostros más conocidos y populares de la política francesa. Su partido es el más grande en el Parlamento francés y obtuvo el mayor porcentaje de votos en las elecciones europeas del año pasado.
A corto plazo, es el gobierno del presidente Emmanuel Macron el que podría verse afectado. En los últimos días, pesos pesados del partido de Le Pen, Encuentro Nacional, han amenazado con derrumbarlo. Los leales a Le Pen podrían verse tentados ahora a cumplir esas amenazas, presentando una moción de censura sobre la política energética, que podría tener éxito si otros partidos de la oposición –necesitaría que la izquierda se uniera– deciden votar a favor. El partido Encuentro Nacional se ha abstenido de derrocar al Gobierno desde que el centrista François Bayrou fue nombrado en diciembre. Sin embargo, las cosas podrían cambiar. Si fuera el caso, el papel del partido socialista y sus 66 diputados en la cámara de diputados se volverían el fiel de la balanza, salvando la vida –o no– del gobierno de François Bayrou. Al día de hoy, todo indica que los socialistas no votarán la censura, lo que provocará que la extrema derecha, sin líder, tienda a radicalizarse todavía más.
En este sentido Le Pen, que abandonó el tribunal antes de que se emitiera el veredicto, podría decidir seguir el ejemplo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que hizo campaña en contra de los procedimientos judiciales iniciados contra él. Podría presentar la decisión como una venganza política de la izquierda y tratar de galvanizar a sus partidarios para hacer campaña contra el establishment político: de hecho, ese fue justamente el mensaje del expresidente brasileño Jair Bolsonaro, que publicó un mensaje en su red social X en francés, para demostrar su solidaridad con la dirigente de extrema derecha.
* Miembro de la unidad del Sur Global de la London School of Economics (LSE)
X: @Gaspard_Estrada