EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La construcción de la paz, un camino largo y complejo

Jesús Mendoza Zaragoza

Abril 18, 2022

 

Al dar su informe de los 100 días del cuarto año de gobierno, el presidente de la República habló de la necesidad de una ruta más larga para alcanzar la paz en el país. “Podrá llevarnos más tiempo pacificar el país, pero la fórmula más segura es atender el fondo”, dijo. Muy acertada me parece esta aseveración presidencial. El problema está en lo que signifique “atender el fondo” de las violencias de este país. ¿Cómo lo entienden el gobierno federal, los estatales y municipales? ¿Cómo lo entiende la sociedad? ¿Cómo lo entienden las víctimas de las violencias? ¿Cómo lo entendemos los ciudadanos de a pie?
El “fondo” del que habla el presidente tiene que ver con los factores y las causas de las violencias y de la inseguridad que padecemos en el país. Tiene que ver con situaciones sistémicas, institucionales, relacionales e individuales y tiene que ver con la política, la economía, la cultura y la sociedad. Ese “fondo” es algo muy complejo, que tiene que ver con nuestro pasado y con nuestra historia.
Además, hay que entender que la paz es una realidad que está más allá de lo que entendemos por seguridad pública como la contención de las violencias o la mera ausencia de violencias. Entendemos la paz más en el sentido de la garantía de todos los derechos humanos para todos, tanto de los derechos humanos individuales, los económicos, sociales, culturales y ambientales, además de los derechos de los pueblos.
“Atender el fondo” no es tarea sólo del gobierno, es tarea de todos. Pero hay cosas que le tocan a los gobiernos, a todos los gobiernos, tanto al federal, como a los estatales y municipales. Ahí está la cuestión: si los gobiernos hacen la parte que les corresponde y si ponen las condiciones para que la sociedad, una sociedad tan plural como la que tenemos haga su parte también. Por eso, el gobierno federal tiene una responsabilidad que no puede ser sustituida por ningún otro poder o actor. Y el presidente se refiere a esa parte.
Quiero referirme ahora a esta parte que le toca al gobierno federal en el esfuerzo de construcción de paz, que no sólo tiene que ver con la seguridad pública sino con la perspectiva de todo el gobierno con todas sus instituciones. La construcción de la paz se sostiene sobre la democracia, el desarrollo integral y sustentable del país y la cultura de paz. Son sus grandes soportes. Hay algunos temas que se relacionan con los factores sistémicos e institucionales que necesitan ser abordados desde la federación por su largo alcance y que requieren decisiones políticas y legislativas adecuadas.
Democracia. Uno de los grandes factores de las violencias está en las carencias democráticas y en los vicios antidemocráticos, donde las decisiones políticas no se toman para el bien de todos, sino en beneficio de intereses facciosos e ilegítimos. La construcción de la paz está alineada con el desarrollo democrático de un pueblo. A mayor democracia, mejores niveles de paz. A este respecto, es necesaria una mayor organicidad de la sociedad en cuanto que se asemeje a un organismo vivo, con vida propia y con diversas formas de organización.
La sociedad civil tiene primacía sobre el Estado, que está a su servicio y tiene la responsabilidad de establecer un entramado jurídico que le facilite relaciones, derechos y obligaciones orientados hacia el bien común. Un desafío de la vida en democracia está en lograr que la sociedad sea competente para su desarrollo, siendo una de sus competencias la seguridad. Por ello, la seguridad pública tiene que estar en manos civiles y no en las militares, que tienen su propia configuración y finalidad específica.
El combate a la corrupción ha sido una prioridad del actual gobierno, por fortuna. Pero es un problema que no logrará abatirse en este sexenio pues la corrupción la tenemos enquistada, desde hace décadas –algunos dicen que desde hace siglos–, en la federación, en los estados y en los municipios y tiene su contraparte en la misma sociedad. Así que aún no podemos cantar victoria.
Democracia es aceptar que pensamos y somos diferentes, que tenemos diferentes visiones y proyectos que pueden complementarse e interactuar, es respeto profundo a la pluralidad, es largar la maniquea visión de blanco y negro, es acercarnos unos a otros, es abrir el corazón a los sectores más sufrientes, es encontrarnos con mente abierta, es dialogar, es intentar siempre hacer un camino juntos, es resolver pacíficamente los conflictos, es valorar la participación de todos y es aspirar siempre al bien común, entre otras cosas.
Desarrollo. Este gran tema es clave para la paz puesto que hay factores económicos de las violencias que tienen que ser sometidos al control de las leyes y de los gobiernos. Es evidente que el modelo neoliberal dominante tiene una presencia globalizada y constituye un factor sistémico de las violencias que sufrimos. Dicho modelo no prescribe por decreto y hay que ponerle candados a sus mecanismos de acumulación de los bienes para redistribuir los beneficios a la sociedad de manera justa. Ya el gobierno está haciendo algo mediante los subsidios en forma de becas y de pensiones. Pero no es suficiente. Creo que es necesario promover una economía desde abajo, una economía social que aliente los procesos productivos solidarios. También se requieren medidas certeras que protejan el medio ambiente y los recursos naturales.
Cultura de paz. La cultura dominante es la que ha impuesto la violencia como estilo de vida, cuando ha inculcado el individualismo, la competencia, el consumismo y los nacionalismos baratos, junto al racismo y la xenofobia que estimulan tantas formas de discriminación. Por eso, es imprescindible un cambio cultural sin el cual todos los cambios políticos y económicos se quedan en la superficie. La educación es la principal herramienta que tenemos para las transformaciones culturales y aún no vemos la revolución educativa que nos prepare para establecer relaciones de paz. Las polarizaciones nos están haciendo daño, por lo cual necesitamos transitar hacia la paz mediante procesos de reconciliación con la herramienta de la amistad social.
Urge un nuevo modelo educativo que construya valores, actitudes y conductas pacíficas y amistosas y para que sepamos resolver las diferencias y los conflictos de manera pacífica. Urge un modelo educativo que enseñe a pensar, a argumentar, a ser creativos y críticos, a vincular la acción con la reflexión, a liberar de los prejuicios y a manejar constructivamente las relaciones. Con la educación podemos convertirnos en artesanos de paz en las familias, en las comunidades, en las instituciones y en todas partes. Urge.
Si queremos “atender el fondo”, a las causas más profundas de las violencias que padecemos para construir la paz, se necesita incidir en estos grandes temas. Democracia, desarrollo y cultura de paz. Es evidente que solo es posible hacerlo con una visión estratégica de largo alcance ya que los factores que generan las violencias, son estructurales y sistémicos, que datan de décadas, además de que en los procesos de globalización tenemos dependencias, sobre todo económicas, que no nos facilitan las cosas.
Bien le vendría al actual gobierno federal poner las bases estratégicas –legislativas e institucionales– para la construcción de la paz, de manera que los siguientes gobiernos continúen por este mismo sendero. Además, esto que señalo para el gobierno federal tendría valor, de manera análoga, para los gobiernos estatales y municipales, de acuerdo con sus funciones específicas.