Gaspard Estrada
Julio 17, 2019
A poco menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales en Argentina, la escena electoral parece cada vez más clara. El presidente Mauricio Macri busca hacer historia, al tratarse del primer jefe del ejecutivo no peronista al llegar al final de su mandato desde 1924.
Sin embargo, su promesa de mejorar el estado de la economía argentina parece estar más distante que nunca: la inflación y el peso volvieron a dispararse desde principios de año, obligando al Fondo Monetario Internacional (FMI), así como a otros organismos internacionales como el Banco Mundial a respaldar económicamente al gobierno saliente. De tal manera que los índices de aprobación de Mauricio Macri se han desplomado.
Frente a él, la oposición peronista, que había sido duramente afectada por las derrotas electorales a nivel de la presidencia de la República, de la provincia y de la alcaldía de Buenos Aires, cuya zona metropolitana concentra casi el 50 por ciento del total del padrón electoral del país, se reconfiguró a través de la alianza entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Esta alianza tiene un carácter inédito, en el sentido que Alberto Fernández fue el jefe de gabinete del ex presidente Néstor Kirchner y de la ex presidenta Cristina. Sin embargo, rompió con esta última después de la larga huelga de los exportadores de soya, llevada a cabo en 2008, que intentaron evitar que el gobierno les impusiera un impuesto a la exportación de granos.
Esta crisis política de gran envergadura dividió profundamente a las fuerzas peronistas, y fue el germen de la derrota del candidato de Cristina Kirchner, Daniel Scioli, frente a Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de 2015. Durante este periodo de alejamiento, Alberto Fernández se mantuvo cercano a los peronistas moderados, así como a diversos sectores empresariales críticos del Kirchnerismo. De tal manera que su candidatura en una fórmula presidencial junto con la ex presidenta Cristina Kirchner le da la posibilidad de hablar con sectores que se habían distanciado del gobierno anterior, sin renunciar a conversar con su base social.
Esta nueva polarización entre dos bloques antagónicos está aumentando la exacerbación política de cara a las primarias obligatorias que organizarán los partidos durante el próximo mes de agosto. Después de la sorpresa de la alianza entre Alberto y Cristina Fernández, el oficialismo respondió haciendo alianza con un líder regional del peronismo moderado, Miguel Angel Pichetto, que será su fórmula vicepresidencial. Si bien subsisten algunas candidaturas disidentes de ambos lados, incluyendo la candidatura del ex ministro de Economía Ernesto Lavagna, es probable que después de las elecciones internas de los partidos, en las cuales todos los argentinos están llamados a votar, las atenciones se focalicen entre estas dos fórmulas.
A pesar de los malos resultados de la economía, Mauricio Macri cuenta con dos factores a su favor: dispone de la máquina pública, lo que le permite negociar el respaldo, o al menos la neutralidad de los gobernadores de las provincias, durante la jornada electoral. Por otro lado, también cuenta con el apoyo de su aliado Donald Trump, que es como él, un empresario. El presidente de los Estados Unidos ha usado de su influencia dentro de los principales organismos internacionales para darle un respiro financiero al gobierno de cara a las elecciones, lo que ha propiciado que menguara la inflación y mejorara de manera temporal las perspectivas de la economía. Este hecho ha permitido que la aprobación presidencial mejore en las últimas encuestas de opinión, acercando a Mauricio Macri de Alberto Fernández en las últimas encuestas de opinión. Si bien la campaña electoral no ha comenzado, los ataques y la publicidad negativa han comenzado. De aquí a las elecciones primarias, es probable que este escenario se polarice aún más.
Twitter: @Gaspard_Estrada
* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.