EL-SUR

Viernes 03 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

La crisis migratoria, global y recrudecida

Abelardo Martín M.

Octubre 03, 2023

Cuando el visionario, sociólogo de la comunicación y filósofo canadiense Marshall McLuhan, anticipó la idea de la “aldea global”, seguramente consideró que las fronteras físicas constituyen un anacronismo geográfico, en la premisa de que, en cuanto terrícolas, los habitantes del planeta Tierra, convertido por los medios de comunicación electrónicos en una auténtica vecindad de barrio (los vecinos son los astros, las galaxias y lo que existe en el infinito) pueden moverse sin limitación alguna, sin obstáculos que sortear.
La realidad choca con la fantasía, hoy las fronteras son auténticas coladeras de hierro y concreto, por la ceguera y sordera de gobiernos que se niegan a aceptar que la migración es un fenómeno descontrolado, creciente y cada vez más cruento en todas las latitudes de la tierra. Gran parte de las fronteras de los países del mundo se han convertido en puntos de conflicto a los que se pretende resolver única y exclusivamente con el uso de la fuerza, con el establecimiento de muros y cada vez con mayores restricciones.
Dejaron de ser preocupación los antiguos fenómenos migratorios del campo a la ciudad, la estampida de campesinos en busca de oportunidades en el surgimiento de la gran industria en todo el mundo. Hoy las migraciones son por la búsqueda de mejores condiciones de vida, no sólo de ciudad a ciudad, sino de país a otro país, con el espejismo siempre del sueño más allá de la sobrevivencia, en la búsqueda del bienestar sin limitaciones y hasta la comodidad en su más amplia expresión de vida, con servicios garantizados de salud, educación y progreso económico.
Tragedias y más tragedias se difunden en todo el mundo vinculadas, segundo a segundo, minuto a minuto, día tras día, por los fenómenos migratorios, lo mismo en el mar que separa a África de Europa, que a la frontera entre México y Estados Unidos o a la que separa (o une) a México también con los distintos países de Centroamérica. Grandes contingentes de personas provenientes de todos los países del sur del Suchiate tanto de América Central, como de Sudamérica y que pretenden trasladarse a los Estados Unidos y Canadá.
Vive el mundo en materia migratoria el recrudecimiento de una crisis planetaria y de proporciones crecientes, que requiere soluciones globales más profundas que las simples barreras fronterizas o las políticas de deportación; uno de sus polos se ubica en la línea de tres mil kilómetros que divide a Estados Unidos de México, donde se pasa por momentos álgidos en las últimas semanas.
En realidad, todo el territorio mexicano es escenario del crecimiento de la ola migratoria, pues por la frontera sur se internan en nuestro país varios miles de migrantes provenientes de diversos países de América Central, Sudamérica y el Caribe, con el objetivo de llegar a Estados Unidos para solicitar asilo o entrar sin documentos.
En las ciudades fronterizas, desde Tijuana hasta Matamoros, se agolpa finalmente este flujo, nutrido en menor medida por mexicanos que aún persiguen el sueño americano.
Pero el fenómeno es mundial, decíamos. Hay migrantes de China, pese a su deslumbrante crecimiento económico, de la India, de otras naciones orientales y africanas, incluso de los países de Europa del Este, que buscan en el mundo desarrollado oportunidades de empleo y mejores ingresos, para darles un mejor futuro a sus familias.
Hay razones estructurales que alimentan el fenómeno migratorio, ha subrayado el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; la más evidente es la desigualdad creciente entre regiones de altos desarrollos económicos y de los niveles de vida, y zonas del planeta sumidas en la pobreza y la marginación.
En los años recientes, la presencia de bandas del crimen organizado ha generado el incremento de la inseguridad y la violencia, lo cual ha dado incentivos a la migración de familias, en particular de jóvenes y mujeres que se ven en especial riesgo ante los grupos de delincuentes. Mientras estas circunstancias persistan, la migración no desaparecerá, por el contrario.
Y también pueden ubicarse factores circunstanciales, por ejemplo, la amenaza del cierre del gobierno norteamericano al no aprobarse en tiempo el presupuesto federal, que se habría concretado este fin de semana, con lo cual cabría la posibilidad de que la vigilancia y el control fronterizo no pudieran realizarse.
El cierre gubernamental por lo pronto no ocurrió, pero las bandas de “coyotes” que intervienen y de alguna manera controlan a los migrantes, por supuesto ubicaron con antelación una posible área de oportunidad que no iban a desaprovechar.
Mientras tanto, lo terrible es el sufrimiento humano implícito en este asunto, las tragedias que ocurren en familias, en niños y niñas, el abuso y la violación de derechos de manera cotidiana.
De estas tragedias sabemos en Guerrero, desde donde también hay emigración ante la falta de centros de trabajo y polos de desarrollo, fuera de la industria turística que vivió su mejor momento a lo largo del siglo pasado, pero que desde hace mucho dejó de ser la joya de mayor valor en nuestro país, ante el surgimiento de otros lugares que se volvieron la atracción internacional.
Ahora, en cambio, Acapulco es nota internacional por otros lamentables motivos: el descubrimiento el fin de semana de fosas clandestinas donde se han hallado 17 cuerpos en el Parque Nacional El Veladero, cuyo entierro, calculan los forenses, data de apenas un par de meses.
No se trata de un hecho aislado. Un informe publicado por la Universidad Iberoamericana en fecha coincidente con el hecho mencionado, elaborado por las investigadoras Fernanda Lobo y Andrea Horcasitas, da a conocer que en el último trienio, las entidades con el mayor número de fosas clandestinas encontradas fueron Guanajuato, Sonora y Guerrero, en este último caso con más de cien, y Acapulco como el segundo municipio en el país en este registro.
Cuentas macabras que, además de todo lo señalado, pueden ser razón suficiente para migrar, dicho de paso.