En Argentina, las cosas parecen complicarse para el presidente Mauricio Macri. Según una encuesta de opinión contratada por el gobierno, en octubre del año pasado, durante las elecciones legislativas, el 30% de los argentinos decían que el gobierno carecía de estrategia para resolver los problemas de la ciudadanía. Hoy, esa misma pregunta es respondida afirmativamente por cerca del 50% de los argentinos. Es decir, casi la mitad de los encuestados cree que el gobierno ha perdido la oportunidad para resolver los problemas que tiene entre manos. ¿Cómo explicar tales resultados?
Después de dos primeros años de encuestas positivas, y de una mejora aparente del cuadro macroeconómico, las perspectivas económicas, políticas y sociales del final del mandato no son del todo alentadoras. En efecto, desde la llegada al poder del empresario y ex alcalde de la Ciudad de Buenos Aires a la Casa Rosada, sede del Poder Ejecutivo de aquel país, la tasa de inflación, que había disminuido en un primer momento, ha dado señales de mantenerse a niveles cercanos al 20%. Por otro lado, la inversión extranjera, que había sido vendida a los medios de comunicación como el remedio a la falta de crecimiento económico y el detonante de nuevos empleos, no ha llegado en el volumen esperado por el gobierno. De tal suerte que el humor de los actores económicos en Argentina y las expectativas de la población para el futuro son bastante sombríos.
En el plano político, el efecto de la comparación entre las gestiones de Cristina Kirchner y de Mauricio Macri terminó desvaneciéndose. Si bien las elecciones legislativas consolidaron en un primer momento al gobierno, a raíz del aumento del número de diputados del partido Cambiemos del presidente Macri, el resultado continuó siendo adverso para el gobierno, en el sentido que la mayoría de los escaños fueron ganados por candidatos del peronista Partido Justicialista. Sin embargo, a pesar de este resultado, el gobierno ha podido controlar y obtener victorias en el Congreso, al hacer todo lo posible para dividir a los parlamentarios peronistas y al aislar a los diputados cercanos a Cristina Fernández de Kirchner. En efecto, para buena parte de los peronistas, la ex presidenta es la responsable de la derrota en las elecciones presidenciales de 2015, y por ende, muchos desearían que deje la vida política, para retomar el control del peronismo sin Cristina y presentar una candidatura fresca de cara a las presidenciales de 2019. Contrariamente a este deseo, el hecho que Cristina Kirchner haya conseguido ser electa senadora el año pasado, ha sido interpretado como una ventaja comparativa para el gobierno de Macri. Para este último, mantenerla activa políticamente le permite continuar dividiendo a los peronistas. El problema reside en que para la opinión pública, la “herencia” de Kirchner está olvidándose, dando paso a la “herencia” de Macri.
En el plano internacional, la llegada de Macri al poder se tradujo en la apertura de Argentina a los mercados internacionales. Desde entonces, numerosos jefes de Estado como Barack Obama, Angela Merkel o Xi Jinping viajaron a Buenos Aires, para destacar este giro en la política exterior de Argentina. Si bien este país es el huésped del G-20 este año, las noticias en el plano externo no han sido del todo positivas. Como lo hemos señalado, pocas inversiones extranjeras se han materializado, y el eventual ingreso del país en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sigue trabado, a la espera de que exista un consenso de los países miembros sobre qué país europeo podría ingresar al mismo tiempo que Argentina. De tal manera que si quiere llegar a la elección presidencial en condiciones favorables, Mauricio Macri tiene muchos desafíos por delante. Empezando por la necesaria mejora de la economía, al servicio de la población más vulnerable del país.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada