EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

La cumbre de Waco

Raymundo Riva Palacio

Marzo 21, 2005

 

ESTRICTAMENTE PERSONAL

 

Este miércoles en Waco, una comunidad texana de muy mala memoria, el presidente Vicente Fox se reunirá con sus contrapartes, el presidente George Bush y el primer ministro de Canadá Paul Martin, en una cumbre norteamericana relámpago en la Universidad de Baylor, seguida de un almuerzo en el cercano Rancho Crawford, la propiedad privada del mandatario estadunidense. Públicamente se espera que las conversaciones se centren en el tema de la seguridad, que ha dominado a la política de Estados Unidos interna y externa desde los atentados terroristas de 2001, pero es altamente probable que al margen, un acuerdo concreto sea signado por los dignatarios. Se trata de la Iniciativa para Norteamérica, un documento marco que tiene como objetivo central dinamizar las relaciones económicas entre los tres países y evitar que todas las medidas de seguridad que ha instrumentado Estados Unidos en sus fronteras, alteren el comercio de la región.

El borrador del documento está siendo revisado por los tres mandatarios con el propósito de que corone su encuentro en Waco. De acuerdo con funcionarios que lo han visto, incluye propuestas para que, realizando modificaciones arancelarias, pueda estimularse el comercio trilateral y la competitividad frente a países muy agresivos en ese campo, como China. Incorpora también una provisión en materia energética, dentro de un programa regional que aunque no se ha detallado, que parece apuntar al establecimiento de ayudas recíprocas que eviten crisis energéticas como la que tuvo California por déficit de gas natural.

Pero los mexicanos no tienen mucho de qué alegrarse. La Iniciativa para Norteamérica se ubica en el contexto de la seguridad y de los planes estadunidenses para reforzar su vigilancia fronteriza a lo largo de este año, al tiempo de readecuar los flujos de tránsito fronterizo para mantener el comercio lo más expedito posible sin alterar su defensa territorial. El gobierno de Bush tiene que apurarse, pues antes del 30 de septiembre la Secretaría de Seguridad Territorial tiene que presentar un plan al Congreso sobre el despliegue de sistemas de vigilancia tecnológica a lo largo de los 3 mil 200 kilómetros de frontera con México, que incluye vuelos en aviones operados por instrumentos, y nuevos sistemas de radar que se compaginen con los sistemas de vigilancia terrestre a fin de, según el mandato parlamentario, “asegurar el monitoreo continuo de cada milla” de la frontera. Para ello presupuestaron 200 millones de dólares para invertirlos durante los años fiscales de 2005 y 2006, que pueden ser incrementados si así lo requirieran.

Estos nuevos sistemas de vigilancia fronteriza van aparejados de recursos para incrementar en 2 mil el número de agentes fronterizos, que es casi 500 por ciento más de las plazas que pidió Bush en su presupuesto, y que refleja claramente la preocupación del Capitolio por sellar sus fronteras, particularmente la que comparten con México ante el temor de que se filtren por ella los terroristas a los que combaten por todo el mundo. Hacerlo es complejo, y para el gobierno estadunidense no es simplemente militarizarla –como lo intentan– o redoblar la vigilancia para detener a un mayor número de indocumentados –donde están fracasando–. Frenar el tránsito humano les significa también reforzar la vigilancia sobre todo vehículo que atraviesa por los puentes fronterizos, lo cual conlleva a demoras en el tráfico comercial. De acuerdo con la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos, cada año cruzan esa frontera 80 mil camiones, de los cuales 79 por ciento son de origen mexicano, y el 81 por ciento del total de la mercancía mexicana que entra a ese país lo hace por esa vía, lo que ayuda a entender la dimensión del problema.

Desde que se dieron los atentados terroristas, el gobierno de Bush ha procurado mantener expedito el tráfico comercial, pero problemas con los transportistas estadunidenses que no están relacionados con los aspectos de seguridad, han frenado sus intentos. En el gran esquema de agilizar el comercio –México es uno de sus tres principales socios en el mundo–, el gobierno estadunidense ha estado negociando con las autoridades mexicanas la agilización del comercio por la vía marítima, lo que implicaría que la Marina y el Servicio de Guardacostas estadunidenses pudieran sellar el Golfo de México, desde los cabos de Florida, hasta la península de Yucatán. Los transportistas marítimos mexicanos han expresado sus preocupaciones ante las autoridades porque consideran que bajo el paraguas de un programa comercial, perderían independencia en sus operaciones al serles colocadas aduanas marítimas de otro país en aguas internacionales.

La Iniciativa para Norteamérica engloba las preocupaciones torales de Estados Unidos para con México, seguridad sin afectar comercio, pero no recoge las inquietudes mexicanas. En el borrador, según se sabe, no se incorporan en absoluto ideas para que se agilice el tráfico humano o, en el caso de los trabajadores, provisiones tan excepcionales como las que se pretenden en materia arancelaria. La parte de migración, que tanto preocupa al gobierno de Fox, está al margen de esa iniciativa, y sólo la encuadra la Casa Blanca en las propuestas de programas temporales para trabajadores mexicanos, que no son otra cosa que la ampliación de viejos programas que han existido entre los dos países hace casi medio siglo. Tampoco establece provisiones de apoyo económico para México que, como sugirieron tres personalidades que presentaron una visión trilateral de largo plazo en el Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York hace unos días, cierre la brecha que existe entre los socios norteamericanos.

En una declaración suscrita por el ex secretario de Hacienda Pedro Aspe, el ex procurador estadunidense William Weld, y el ex viceprimer ministro canadiense John Manley, propusieron, además de los nuevos acuerdos arancelarios para fortalecer la competitividad comercial de las tres naciones, un pase fronterizo que facilitara el tránsito humano en la comunidad norteamericana y políticas expresas para reducir las diferencias económicas de México frente a sus dos socios. Aunque no lo precisan, una integración mayor de los socios del Tratado de Libre Comercio en Norteamérica pasa por una mayor simetría en sus economías, como hizo la ex Comunidad Económica Europea antes de la incorporación de España y Portugal, que recibieron beneficios comerciales para desarrollar sus economías e ir reduciendo las asimetrías con el resto de las naciones miembros de ese bloque.

La Iniciativa no lo comprende, aunque no hay razones para sorprenderse. El gobierno de Bush está en su agenda nacional, muy lejos de atravesar el momento magnánimo con México que asumió cuando tomó el poder en el 2000 y encontró una muy buena química con Fox. Su realidad, perspectiva y futuro cambio, no toma en cuenta a México, que al ser dependiente en casi un 90 por ciento del sistema productivo estadunidense, tiene su destino anclado a Estados Unidos. Poco podrá hacer el presidente Fox en Waco. Irá para la fotografía con Bush y Martin, y firmar, como se espera, lo que quiere Washington. Con eso se dará por bien servido el presidente Fox quien, tampoco lo dudemos, presentará lo alcanzado como un enorme avance para los mexicanos.

 

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