EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La democracia del dinero

Héctor Manuel Popoca Boone

Agosto 04, 2005

En visita a Estados Unidos, país donde el dinero marca la densidad de los procesos democráticos y determina en mucho sus resultados, el director general del IFE, Luis Carlos Ugalde, declaró que el principal peligro que corre en la actualidad la democracia en México son los gastos excesivos que se realizan en las precampañas y en las campañas electorales. En palabras llanas, el dinero tragándose los procesos democráticos.

No le faltó razón, lugar y oportunidad para su declaración. La hizo con impotencia expresada. No existe una regulación legal de tal dispendio en la etapa de precampañas. Lamentablemente, los partidos políticos y la mayoría de los legisladores se han mostrado renuentes a establecerla. Grave irresponsabilidad manifiesta.

El estado de México fue el más reciente ejemplo. Derroche de grande de recursos económicos. Casi ilimitados, cientos de millones de pesos. Utilizados, en un mar de pobreza, en publicidad y dádivas. Tanto en las precampañas como en los comicios electorales para elegir gobernador. Muy por fuera de los límites legales establecidos.

Ahí se actuó con la mayor impunidad en su total esplendor. Donde también salió a flote la corrosión por corrupción del consejo estatal electoral. Poco faltó para que se comprara el voto de los ciudadanos, desfachatadamente, el día de las elecciones. El dinero inundó todo el sistema y ahogó el proceso electoral del estado vecino.

Con dinero y por dinero actúan la mayoría de los políticos y sus partidos. Esa es la triste realidad y la predominancia actual. El ejercicio de la política como negocio lucrativo. Los ideales, principios y valores relegados a segundo plano en la mercado-política. De seguir así las cosas, los que tienen el dinero concentrado serán los mandarines de la política nacional, regional y local en un futuro próximo. Al tiempo.

Serán: a) los grandes empresarios, nacionales y extranjeros; b) los gobernantes y funcionarios públicos de todos los niveles que prevarican con el erario público; c) los jefes del narcotráfico y d) la tristemente célebre agencia estadunidense CIA, desestabilizadora de gobiernos; los que estén propensos a dirigir y determinar la democracia en México en el contexto y circunstancias futuras. Y ya comenzaron.

¿De dónde salieron las decenas o centenas de millones de pesos que los gobernadores, precandidatos a la presidencia de la República por el PRI, han destinado para su publicidad personal en radio, televisión o en los llamadas anuncios espectaculares por todo el territorio nacional? De sus bolsillos, por supuesto que no. La conjetura recae sobre el erario público.

¿De dónde salen los millones de pesos que le cobraron en especie a un precandidato presidencial del PAN para su publicidad por televisión en horario triple A? De su patrimonio personal, claro que no. La sospecha es por las concesiones de juegos de apuesta que otorgó a un consorcio televisivo.

Sin ir más lejos, el candidato a la presidencia municipal de Acapulco por el PRD denunció que el narcomenudeo le ofreció apoyo económico para su campaña, el cual rechazó.

Pero, cómo actuarán los políticos-candidatos de cualquier ideología y de cualquier nivel, cuando el narcomayoreo manifieste ofertas económicas substanciosas. La tentación es mucha en situaciones de competencia. Se obnubila la conciencia y la mente respecto a la naturaleza de los medios, con tal de alcanzar el fin anhelado.

Aún están frescos en nuestra memoria, los financiamientos inconfesables pero descubiertos del Pemexgate por lo que respecta al PRI, de los Amigos de Fox por lo que toca al PAN, de la mancuerna Ahumada-Bejarano por lo que se refiere al PRD. Es el uso abusivo del dinero que en forma perniciosa y perversa carcome nuestra democracia.

El financiamiento público a los partidos políticos es para no caer en lo que se está incurriendo en materia de financiamientos privados y obscuros. Toca al pueblo elector repudiar esta tendencia. No dejarse llevar por una publicidad excesiva e insultante. No votar por candidatos de campañas onerosas. Es el primer paso para impedir la entronización de la dinerocracia.

 

  1. La violencia en Acapulco no es sólo inercia del pasado; es también premonición del futuro. De no ponernos todos a trabajar en el presente, en forma seria, para abatir la pobreza y la desigualdad imperante. Hoy por hoy, el único que está a la altura de las circunstancias para gobernar y enfrentar los problemas graves por los que atraviesa Acapulco es Luis Walton. Afortunadamente, cada día, mayor número de acapulqueños cobran conciencia de eso.