EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La democracia liberal y mercantilizada

Héctor Manuel Popoca Boone

Diciembre 26, 2022

¿Alguien ha visto a Vicente Suastegui Muñoz?

Aun cuando sus méritos históricos fueron, sin lugar a dudas, mucho más grandes que sus yerros, Benito Juárez (BJ), férreo defensor de nuestra patria, deseaba reelegirse como presidente de la República, por cuarta ocasión en 1871. Los periodos presidenciales eran de cuatro años y él llevaba ya ostentando el máximo cargo gubernamental 14 años –con severas interrupciones y exilios forzados. Sabedor de su personalidad triunfante en las guerras de Reforma y contra el imperio galo y su fallida invasión a México, BJ solicitaba recurrentemente a la Cámara de Diputados, facultades extraordinarias y prórrogas a su mandato presidencial. La Constitución de 1857 que estaba en vigor, no permitía la reelección presidencial.
En las primeras ocasiones, los legisladores se las aprobaban a BJ dada la pronunciada anarquía social, la gran inestabilidad política y la endeble seguridad nacional prevalecientes. No así sucedía en el año de 1871, cuando había asentado sus reales en todo el país la “República Restaurada”. Sea dicho que, en su último período de vida, BJ, se aferró al poder presidencial con excesiva y manifiesta ambición. Nadie pudo despojarlo de esa investidura, más que la muerte que le sobrevino por infarto agudo de miocardio.
Para las elecciones presidenciales de 1857, se presentaron tres fuertes aspirantes: el propio Benito Juárez, Porfirio Díaz y Sebastián Lerdo de Tejada, los tres destacados liberales. Juárez con zorruna antelación a su intención de reelegirse, inició el “conven$imiento” de diputados a su favor, manteniendo fuerte control político sobre la mayoría de ellos para tener un ambiente que fuera amigable a su propósito en el Poder Legislativo. Sabía bien que para esa renovada permanencia en el poder presidencial no contaría con todas las simpatías populares, ni del ejército, ni de algunos dirigentes y militantes del Partido Liberal.
En una carta sobre los diputados, que le dirigió el 16 de agosto de 1867, Felipe Buenrostro –cronista del Poder Legislativo de aquella época– a Benito Juárez, ya le expresaba: “Está compuesta en su mayoría por hombres que no hacen sino lo que se les manda”. Y como a BJ le contrariaba que existieran disidencias públicas a sus pensamientos y ordenanzas, siempre procuró tener domesticados a los legisladores –al menos a los del Partido Liberal–, quienes no tenían permitido contradecirlo o externar opinión contraria más que solamente brindar y exhibir públicamente su respaldo incondicional. Así fue el inicio de una seudo democracia sobornada y semi autoritaria que llega a nuestros días.
La ventaja electoral en 1871 la poseía, de ante mano, BJ. Tenía a su disposición el erario público y podía destinarlo a doblegar conciencias y comprar votos de legisladores; además, contaba con un importante apoyo popular y de una porción del ejército liberal, puesto que otras partes de los militares y del pueblo optaron por inclinar sus simpatías a los otros dos competidores: Porfirio Díaz y Lerdo de Tejada. “No había piso parejo” en la competencia electoral.
En ese marco de creciente polarización entre los mismos liberales, el editor del periódico El Siglo XIX, el historiador liberal, Julio Zárate, manifestaba públicamente: “¿A cuenta de qué quiere Benito Juárez prolongar su mandato?, dentro de cuatro años, con los mismos argumentos (consolidar la República restaurada) querrá volver a reelegirse y la democracia será entonces una eterna mentira y las instituciones republicanas una cruel parodia.”
Fue reñida la contienda electoral de 1871. El mandato constitucional indicaba que ganaba las elecciones presidenciales quien lograra obtener la mitad de votos emitidos más uno; esto es, no con simple mayoría. Ninguna de las tres “corcholatas” los obtuvo. De los 12 mil 266 votos totales emitidos, Benito Juárez tuvo 5 mil 837; Porfirio Díaz, 3 mil 555 y Lerdo de Tejada, 2 mil 874. Por tanto, fue la Cámara de Diputados la que nombró al presidente de la República entre los dos candidatos que lograron el mayor número de votos: Benito Juárez y Porfirio Díaz. (Continuará)
PD1. Como gobernador moral de Guerrero sostengo que, con la masacre ocurrida en la comunidad de El Durazno, municipio de Coyuca de Catalán en la formalizada y conflictiva octava región de Guerrero, se abrió la caja de pandora en la disputa por la creación de los nuevos municipios que, inopinadamente, habrán de formarse a costa de territorios de otros municipios ya establecidos, a excepción de Tlacotepec (Heliodoro Castillo). ¿Cuántas masacres y homicidios más concitarán en esa zona, la Gobernadora Constitucional, los diputados locales, algunos líderes regionales y ciertos universitarios interesados? La cruda realidad prevalecerá de nuevo. Al tiempo.
PD2. Durante este mes a la fecha, el número de casos activos de Covid-19 en Guerrero, se incrementó en casi dos veces más, pasando de 188 a 335 personas. Las autoridades estatales permiten al 100 por ciento los aforos en cualquier lugar y para cualquier evento. Los principales municipios con casos activos son los turísticos. Se estima que para fiestas de fin de año habrá un millón de turistas. ¡Uf!

* Artículo elaborado a partir de la lectura de La otra historia de México. Díaz y Madero de Armando Fuentes Aguirre. Editorial Diana.