EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿La desorganizada vacunación es algo planeado?

Silvestre Pacheco León

Marzo 14, 2022

Si el propósito es generar descontento para interferir negativamente en los resultados de la consulta para la revocación del mandato del 10 de abril, debemos reconocer la enorme habilidad de quienes se encargan de organizar la vacunación contra el coronavirus, pues en vez de mejorar cada vez, se han especializado en provocar irritación y enojo de la generalidad de la población por lo aberrante del procedimiento, la falta de información y transparencia y el maltrato que sufren los interesado, muchos de los cuales se han quedado en el intento después de dos jornadas de sacrificio que los lleva a preferir quedarse sin vacunar para no repetir la experiencia de sufrir deshidratación insolados en la fila durante diez horas de espera.
Lo anterior echa por tierra todo el prestigio y reconocimiento ganados por el gobierno federal por el acierto de invertir millonarios recursos para reforzar el sistema de salud y conseguir suficientes vacunas en tiempo récord.
También resulta inaudito que de parte del gobierno federal no haya quien ponga atención en la eficacia de este servicio plagado ya de corrupción por el tráfico de influencias, reproduciendo los mismos vicios contra los que se votó. Se repite el abuso de los servidores públicos, muchos de ellos sin vocación para el servicio y promotores del influyentismo que reproduce el propio sistema repudiable.
La falta de transparencia en la dotación de vacunas casi siempre insuficientes para la atención a los diferentes grupos de edad es aberrante porque ha provocado la competencia por un lugar en la fila sin que nadie pueda tener la certeza de que será vacunado por más que madrugue, pues casi siempre se espera al final de la jornada para avisar que se han agotado, cuando ya los prospectos a vacunarse sufrieron insolación, sed, deshidratación y enojo.
Hasta mi nieta que por primera vez acude a un servicio público donde los tres órdenes de gobierno deberían ser ejemplo de coordinación y eficacia se irritó frente a tal inoperancia que obliga a quien quiere vacunarse a formarse y permanecer bajo los rayos del sol largas horas del día.
Solo si las vacunas son menos de las necesarias para el grupo de población a vacunar se puede justificar que los interesados compitan haciendo fila y madrugando queriendo ser los primeros, pero lo que no tiene sentido en absoluto es que se cite a todos los del grupo de edad determinado ignorando si se tendrá la cantidad de vacunas requeridas.
Lo ocurrido el jueves y viernes en la cancha techada de la Unidad Deportiva de la colonia Agua de Correa de Zihuatanejo para vacunar a los jóvenes de 14 años, es patético, porque desde la mañana del primer día se pudo calcular a simple vista que eran varios miles los jóvenes formados, pero a pesar de ello, a nadie se le ocurrió informar que solo había poco más de mil vacunas disponibles. Fue hasta después de la una de la tarde cuando las autoridades informaron que se habían agotado, exhortando a los que se quedaron en espera a regresar al otro día.
Eso provocó un gran descontento de las madres y padres de familia que se agolparon en la puerta reclamando la falta de previsión para tener suficientes vacunas y denunciando la entrada irregular de recomendados que se saltaban el orden de la fila mientras los encargados de la vigilancia se hacían los desentendidos.
Desde un principio el chanchullo para vacunarse cuando no correspondía se hacía anotándose como voluntario para ayudar a llenar los formatos y después de seis horas de trabajo se adquiría el derecho a la vacunación aunque la pertenencia fuera de otro grupo de edad diferente, pero ahora que se está vacunando a los menores de edad el influyentismo aparece disfrazado de mil formas. Frente a los ojos de miles de personas el jueves entraban y salían las camionetas con el logotipo de las autoridades locales transportando a jóvenes fuera de la formación como ejemplo de los mismos privilegios contra los que la gente votó, aprovechándose de que la mayoría de la población está desorganizada para protestar.
Ante las protestas y solo para justificarse, el coordinador de la brigada de vacunación dijo que no se trataba de recomendados los que ingresaban sin formarse, que eran rezagados pertenecientes a otros grupos de edad los que fueron atendidos de manera especial. Es decir que mientras eso ocurría los jóvenes menores de 15 años tuvieron que esperar el lento ritmo de la vacunación que según mis cuentas fue de 170 aplicaciones por hora.
Para el viernes 11 de marzo cuando todos esperaban que hubiera bajado sustancialmente el número de aspirantes a la vacuna, porque ignoraban que apenas poco más de mil se aplicaron el jueves, la fila de jóvenes formados se había incrementado notablemente en este segundo día, volviéndose a repetir el caso de cientos de citados que nuevamente se quedaron sin vacunar formados desde la madrugada hasta las 6 de la tarde, cuando desde temprano se pudieron contar para ahorrarles tiempo y sacrificio inútil.
Como me niego a creer que ninguna autoridad de Salud a cargo de los centros de vacunación desconozca la cantidad de vacunas recibidas al inicio de la jornada y también a que no haya nadie que se ocupe de evitar el daño que se causa a los derechos humanos de quienes se ven obligados a permanecer formados por más de cinco horas bajo los rayos del sol, deshidratándose y sin beber agua para no verse en la necesidad de ir al baño porque nadie de los organizadores piensa en que esos servicios son necesarios para la atención de los miles de personas congregadas, cada vez me convenzo más que toda esa desorganización es preparada meticulosamente para generar descontento en la base social que debería ser la única privilegiada en el trato.
Lo que señalo no es exclusivo de mi autoría, pues ahora se sabe que cada orden de gobierno tiene su propio juego, según sus particulares intereses, porque el gobierno federal se atiene a la información suministrada por el gobierno estatal respecto al número que integra el grupo de población a vacunar, mientras que el gobierno municipal aporta el personal de Salud encargado de aplicar las vacunas con el ritmo convenido.
Así contado parecería que hay una absoluta coordinación, pero eso es totalmente falso porque el personal de vigilancia responsable del orden en el centro de vacunación no impide el acceso de los recomendados. No hay nadie dotando de agua a quienes están formados y padecen de sed, menos para habilitar sanitarios portátiles suficientes y ni que decir tiene de los techos que den sombra a lo largo de la fila mientras se espera.
El viernes busqué afanosamente a las autoridades locales para pedir que alguien atendiera a tanta gente que sufría estoicamente el calor, me imaginaba que agradecerían el agua de una pipa que los bañara con manguera, pero la respuesta fue desalentadora porque del ayuntamiento me respondieron que los “servidores de la nación” son muy celosos y que no permiten que nadie ajeno a ellos se inmiscuya en lo que tienen como encomienda exclusiva, por eso concluí que es inevitable el daño que provoca en la sociedad el celo con el que actúa la clase política, más interesada en preservar sus privilegios de grupo que en ver por las necesidades de quienes los llevaron al poder. ¿No es eso traicionar al pueblo?