EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La deuda de Guerrero y la deuda con Guerrero

Arturo Martínez Núñez

Agosto 05, 2005

 

La guerra por el poder que sostienen los distintos carteles de la droga en el país golpea a Guerrero de manera preocupante. Acapulco es el centro vacacional más importante del país y en consecuencia, apetitoso botín. En el teatro de operaciones de las mafias, se incluye a Guerrero por diversas razones: a) por su posición geográfica estratégica (de cara al océano Pacífico, cercado por una grande y agreste sierra, por La Montaña y por la Tierra Caliente); b) por la producción de enervantes en el estado (principalmente goma de opio y mariguana); c) porque sus centros urbanos son un atractivo para el narcomenudeo (pronto tendremos que omitir lo de “menudeo”) siendo Acapulco la zona metropolitana número 16 del país por población y; d) porque Acapulco y Zihuatanejo por sus bellezas naturales, por sus centros de diversiones y restaurantes y por su oferta inmobiliaria, se convierten en polos sumamente atractivos para los narcos.

La violencia golpea salvajemente a la nación y Guerrero no es la excepción. El programa México Seguro llegará inexorablemente a Acapulco y habrán de aumentar los controles policiales. El gobierno del estado, la sociedad y las organizaciones por los derechos humanos deben estar atentas para que el aumento de la “seguridad” no vaya a significar en realidad un aumento en los abusos por parte de los impartidores de justicia.

A pesar de que la discusión principal pareciera girar únicamente alrededor de la seguridad existe un tema preponderante que no podemos soslayar ni hacer a un lado, y sin cuya solución no habrá policía ni ejército que consiga domar al llamado México Bronco. Este tema es el desarrollo económico y social que en el caso de Guerrero pasa necesariamente por la condonación de la deuda pública estatal.

Vayamos por partes: de acuerdo con el Presupuesto de Egresos del Estado de Guerrero para el ejercicio fiscal 2005 los ingresos propios serán de alrededor de 753 millones de pesos. Dice el texto del decreto: “Para cubrir los compromisos derivados por el manejo de la deuda pública y el pago de los adeudos de ejercicios fiscales, se propone                                       una asignación de 226,678.4 miles de pesos, que representan el 3.4% del gasto del sector central, de los cuales 148,178.4 miles de pesos, se destinarán al pago de intereses de la deuda pública bursatilizada, y 78,500.0 miles de pesos para las erogaciones por concepto de adeudos de ejercicios fiscales anteriores”. Esto significa en palabras más o menos llanas que por cada peso que recauda el Estado, la tercera parte se utiliza para cubrir el servicio de la deuda. Es como si usted tuviera que destinar la tercera parte de su salario en el pago de los intereses de un préstamo que no contrató. Ni siquiera estamos hablando del pago de algún bien o de alguna magna obra de infraestructura. No. Estamos hablando de deuda que se contrató y se gastó vaya usted a saber en qué (aunque todos lo imaginamos). Es como si estuviera usted pagando la borrachera que se puso el inquilino anterior de la casa que renta.

La deuda documentada de Guerrero asciende a 2 mil millones de pesos. Por si esto fuera poco, existen otros 3 mil millones en adeudos de otra especie como impuestos, contribuciones a los trabajadores, SAR, y la participación del estado en la Autopista del Sol (que por cierto, no formó parte del rescate carretero).

Sumados estos dos rubros, la deuda pública del estado de Guerrero, en realidad asciende a 5 mil millones de pesos. Si comparamos esta cifra con los ingresos reales del estado, estaríamos hablando de una correlación de 7 a 1, esto significa que si cada año dedicáramos el total de nuestros ingresos al pago de la deuda, nos tomaría siete largos años pagar únicamente el principal del adeudo.

Si Guerrero fuera una nación independiente, estaría en la quiebra absoluta. Dependemos totalmente de las transferencias federales y el tema pareciera no importarle a nadie. Si queremos salir del infame atraso necesitamos luchar para que la federación, solidaria y republicanamente, absorba el adeudo de los estados más empobrecidos, que también conforman el eje donde se concentra la mayor cantidad de indígenas y los focos de descontento social y de rebelión armada, a saber, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

El tema no es utópico y en el plano internacional la Organización de Naciones Unidas ha fomentado que los países ricos condonen la deuda de los más pobres. Está comprobado científicamente que los llamados Países Altamente Endeudados no tienen futuro alguno porque la mayor parte de los pocos ingresos propios que generan, se diluyen haciendo frente a compromisos que muchas veces fueron contraídos por regímenes autoritarios, antidemocráticos y represores (¿le suena?).

Es mucho lo que la República le debe a estos estados donde se concentra la mayor parte de nuestros pueblos fundadores. La biodiversidad, las selvas y los mantos acuíferos; los yacimientos aún sin explorar y por si fuera poco, la belleza natural inigualable, hacen que nuestros estados se conviertan a los ojos de cualquier especialista en geopolítica, en territorios envidiables de cara a las guerras del nuevo siglo (agua, biodiversidad y materiales especiales). Los anteriores argumentos serían suficientes para atreverse a dar el paso a la condonación. Pero en caso de que hicieran falta razones, existe también la histórica: es mucho lo que la República le debe al eje Guerrero-Chiapas-Oaxaca. La viabilidad de México como República Federal pasa necesariamente por el reconocimiento de que sin la condonación de la deuda pública, nuestros estados estarán condenados a la administración sempiterna de la pobreza.

 

[email protected]