EL-SUR

Lunes 14 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

La diversidad biocultural

Octavio Klimek Alcaraz

Mayo 13, 2023

El próximo lunes 22 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Diversidad Biológica. El tema de este año es Del Acuerdo a la Acción: Reconstruir la Biodiversidad. En la anterior entrega (El Sur, 6 de mayo de 2023) se desarrolló la historia del término biodiversidad en la década de los 80, ahora presento otro concepto, que se expande en la siguiente década de los 90, la diversidad biocultural.
La creencia en la interconexión entre los seres humanos y la naturaleza ha sido generalizada en las visiones del mundo de muchas sociedades indígenas y tradicionales. Sin embargo, la idea de que la diversidad de la vida en la Tierra es diversidad biológica, diversidad cultural y lingüística –o “diversidad biocultural” para abreviar– todavía es novedosa y poco comprendida en los círculos académicos, mucho menos consagrada en los documentos de política pública.
En paralelo al surgimiento del término biodiversidad en la década de los 80, surge el concepto de diversidad biocultural, que busca renovar el enfoque respecto a la relación entre la cultura indígena y la naturaleza. La diversidad biocultural se ha definido por una de las pioneras del tema, la Dra. Luisa Maffi, como “la diversidad de la vida en todas sus manifestaciones: biológica, cultural y lingüística, que están interrelacionadas (y posiblemente coevolucionadas) dentro de un complejo sistema socio-ecológico adaptativo”. En la página electrónica de la Convención Ramsar se expresa que “La diversidad biocultural se refiere a la evolución paralela de la diversidad biológica y la diversidad cultural y la adaptación continua entre ambas. También está relacionada con la diversidad de lugares y refleja las maneras en que las personas viven con la naturaleza. A lo largo de generaciones, esta evolución paralela ha generado conocimientos ecológicos y prácticas locales que permiten a las sociedades de todo el mundo gestionar sus recursos de forma sostenible manteniendo al mismo tiempo su identidad cultural y sus estructuras sociales”.
En el libro de 2019 ¿Qué es la diversidad biocutural?, de los doctores Víctor Manuel Toledo, Narciso Barrera Bassols y Eckart Boege (tres referentes del tema en México), se señala, que en la década de los 90 fue presentad por el ya fallecido geógrafo Bernard Nietschmann el principio o “axioma biocultural” que es el “concepto de conservación simbiótica”, en el cual “la diversidad biológica y la cultural son mutuamente dependientes y geográficamente coexistentes. Posteriormente, en 1988 se realiza el Primer Congreso Internacional de Etnobiología en Belém, Brasil, los participantes del Congreso presentan la Declaración de Belém, en donde señalan que “hay un vínculo inextricable entre la diversidad cultural y biológica”. Luego, en octubre de 1996, un grupo de investigadores, profesionales y activistas –de las ciencias naturales y sociales, y de orígenes indígenas y no indígenas– se reunieron en Berkeley, California (Estados Unidos) para realizar la conferencia de trabajo, titulada Endangered Languages, Endangered Knowledge, Endangered Environments (Lenguas en peligro, conocimiento en peligro, ambientes en peligro). En la Conferencia se discutieron los vínculos entre la diversidad lingüística, cultural y biológica y las amenazas compartidas por estas diversidades. Asimismo, se pueden identificar libros fundacionales, como el de 2001 de Luisa Maffi, “On Biocultural Diversity: Linking Language, Knowledge, and the Environment” (Sobre la diversidad biocultural: Vinculando el lenguaje, el conocimiento y el medio ambiente) y el de David Harmon de 2002, “In Light of Our Differences: How Diversity in Nature and Culture Makes us Human” (A la luz de nuestras diferencias: Cómo la diversidad en la naturaleza y la cultura nos hace humanos), que han sido fundamentales para lanzar la diversidad biocultural como un campo transdisciplinario en el mundo académico y como un enfoque relevante para la política y la acción entre las organizaciones internacionales que se ocupan de la conservación de la naturaleza y la protección del patrimonio cultural.
El reconocimiento de la interconexión de la diversidad en la naturaleza y la cultura creció rápidamente a principios de la década de 1990, fomentado por una convergencia sin precedentes, que fue catalizada por la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro, entre la investigación antropológica y etnobiológica comprometida, el activismo ambiental y un creciente movimiento internacional de pueblos indígenas. El término “diversidad biocultural” surgió allí como una abreviatura conveniente para el concepto de “diversidad biológica y cultural interrelacionada”.
El Dr. Víctor Manuel Toledo en la evolución del concepto presenta un artículo clave del 2015, El holón biocultural y su expresión en el espacio en donde señala, que el binomio formado por lo biológico y lo cultural forma en realidad una totalidad que es espacial y temporalmente ubicable, un holón, como un conjunto o sistema que es autónomo y que posee la capacidad de autorregularse.
En la práctica, se ha identificado una estrecha relación entre la diversidad biológica y la diversidad cultural medida por el número de lenguas, que puede ser demostrada a diferentes escalas. Existen áreas del planeta en sus diferentes escalas de país, regiones, entre otras, donde coexisten una gran diversidad biológica asociadas; a regiones de alta diversidad de culturas, muchas de ellas milenarias.
En el año 2000 la World Wildlife Foundation (WWF), junto con la ONG internacional Terralingua: Partnerships for Linguistic and Biological Diversity (de la que los antes citados Luisa Maffi y David Harmond son fundadores), realizaron un primer trabajo al respecto. En este primer estudio encabezado por Gonzalo Oviedo, Luisa Maffi y Peter Bille Larsen se intentó correlacionar la diversidad biológica y natural con la información del Proyecto Global 200 de WWF. El WWF identificó 874 eco-regiones en el mundo, de las cuales 238 son extremadamente importantes por su biodiversidad (las llamadas eco-regiones Global 200), por ser altamente representativas de los principales tipos de hábitat terrestre, de agua dulce y marino, siguiendo un conjunto de criterios de “distintividad biológica”, entre los que se incluyen riqueza, endemismo, rareza de grupos taxonómicos superiores, presencia de fenómenos ecológicos o evolutivos extraordinarios, y la singularidad de los tipos principales de hábitat en el mundo. Los resultados muestran que existe una significativa superposición de las áreas más ricas en biodiversidad con las regiones de más alta concentración de diversidad cultural del planeta, como a continuación se presentan:
En dicho estudio, se encontró un total de 4 mil 635 grupos etnolingüisticos en 233 eco-regiones, cifra que representa el 67.5 por ciento del total mundial estimado de 6 mil 867 grupos etnolingüisticos. Una cuarta parte de los grupos etnolingüisticos en el Global 200 está localizado en el reino Afrotropical (25.5 por ciento), una cuarta parte en el de Australasia (24.9 por ciento), el 23.2 por ciento en el Indo-malayo, el 10 por ciento en el Paleártico, el 9.5 por ciento en el Neotrópico, el 2 por ciento en el Neoártico y el 0.2 por ciento en el de Oceanía; todos estos dominios concentran el 95.5 por ciento del total de los grupos etnolingüisticos que se encuentran en el Global 200. Las eco-regiones marinas en conjunto (regiones costeras e insulares) comprenden el 4.5 por ciento de los grupos etnolingüisticos en el mapa Global 200; de esta cifra más de la mitad (2.5 por ciento) está en la región del Pacífico Sur.
Los bosques húmedos tropicales se destacan por ser las áreas del mundo que tienen la más alta biodiversidad. Estos bosques cubren sólo el 7 por ciento de la superficie terrestre, pero albergan entre el 50 y el 90 por ciento de todas las especies que existen en el mundo. Estos ecosistemas son al mismo tiempo las regiones de más alta diversidad cultural, donde viven por lo menos mil 400 pueblos indígenas y comunidades tradicionales, si se consideran las superficies que actualmente tienen cobertura boscosa, y alrededor de 2 mil 500 pueblos, si se toma en cuenta la extensión original de las eco-regiones de bosque húmedo tropical. Esta cifra representa el 54 por ciento del total de grupos etnolingüisticos en el mapa Global 200 y el 36 por ciento del total de grupos etnolinguísticos en el mundo. Existen 2 mil 800 grupos etnolingüisticos en todas las eco-regiones de bosque tropical, incluidos los manglares, lo que corresponde al 62 por ciento de todos los grupos etnolingüisticos del Global 200 y el 42 por ciento de todos los grupos etnolingüisticos en el mundo.
En conclusión, la conservación de la diversidad biocultural es fundamental para el futuro del planeta que conocemos. México en especial tiene una gran diversidad biocultural que debe salvaguardar de manera urgente ante la erosión constante de la misma.