EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La elección presidencial francesa podría cambiar el destino de Europa

Gaspard Estrada

Abril 20, 2022

 

Dentro de poco menos de una semana, Francia tendrá un nuevo (o nueva) presidente de la República. Se tratará, en todos los sentidos, de una elección histórica. Contrariamente a las elecciones de 2002 y de 2017, cuando las encuestas de opinión dejaban claro que la hipótesis de una victoria de Jean-Marie Le Pen (en 2002), y de su hija, Marine Le Pen (en 2017), no representaban una amenaza seria, en esta elección la extrema derecha tiene una posibilidad real de llegar al poder, y así, de cambiar el rumbo de Francia y de la Unión Europea.
La naturaleza misma de la quinta República francesa y de las instituciones europeas está en juego el próximo domingo.
Y es que, durante la campaña electoral, Marine Le Pen ha conseguido hasta ahora ocultar buena parte de su programa, que no ha dejado de ser de extrema derecha, estigmatizando a los migrantes, a los extranjeros e inclusive a los franceses con doble nacionalidad. Estos últimos podrían perder sus empleos en la función pública, y hasta beneficios sociales en caso de mantener esta doble pertenencia, marcando de esta manera la voluntad explícita de romper la igualdad entre los franceses. Esta voluntad también está presente en el programa económico de la candidata del partido Rassemblement National (“Encuentro Nacional”), al proponer que todos los jóvenes menores de treinta años no paguen impuestos sobre la renta, sin distinción de recursos, al tiempo que la fiscalidad hacia los más ricos tendería a disminuir en el caso de que gane. Estas iniciativas que aumentan las desigualdades y el patrimonio de los más ricos podrían ser consideradas como nocivas para la economía francesa, y en particular para el reparto igualitario de las riquezas. Sin embargo, los franceses parecen no darle mucha importancia a esta orientación en favor de los más ricos. De manera paradójica, durante la mayor parte de la campaña electoral, la lideresa de la extrema derecha francesa intentó hacer del poder de compra y del aumento de la inflación –temas prioritarios para las personas más pobres, en particular los obreros y los desempleados– el eje central de su campaña presidencial. Más ampliamente, durante meses, Marine Le Pen hizo de la economía su principal caballo de batalla en contra del gobierno de Emmanuel Macron. Al principio, esa narrativa no tuvo mucho impacto –a tal punto que a mediados de octubre, su rival de extrema derecha, Eric Zemmour, llegó a tener el mismo nivel de intención de voto en las encuestas. Pero a raíz de la invasión de Ucrania por Rusia, los precios de varios productos básicos, así como de la energía, aumentaron de manera palpable a los ojos (y los bolsillos) de los electores, dando juego al posicionamiento político de la dirigente de extrema derecha.
Es así como durante la mayor parte de la primera vuelta electoral, Le Pen fue tratada con mucha benevolencia por la mayoría de los medios de comunicación. Pero tras su paso a la segunda vuelta, y la posterior desaparición de la candidatura de Eric Zemmour, el discurso de odio, clasista y xenófobo de Marine Le Pen comenzó a salir a la luz, finalmente. En base a eso, la candidata del Rassemblement National ha perdido puntos en las encuestas de opinión. Si el domingo 10 de abril, la encuestadora IFOP daba cuenta de una elección empatada entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen (51 por ciento de los votos para Macron, frente al 49 por ciento para Marine Le Pen), una semana y media después, la tendencia parece haber cambiado, con 56 por ciento para el presidente saliente, frente al 44 por ciento de los votos para la dirigente de extrema derecha. De manera que Macron llega al debate por televisión en una situación de relativa comodidad frente a su rival, aunque todo puede pasar.
En dado caso que las encuestas se equivoquen, está claro que una eventual victoria de la extrema derecha sería un desastre para Francia, la Unión Europea y el mundo. Esperemos que este escenario apocalíptico no suceda.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada