Adán Ramírez Serret
Mayo 31, 2019
Alberto Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951), es un sofisticado investigador del ser humano y de sus creaciones. Un lector cuidadoso de los vestigios culturales que produce la humanidad. Viajero incansable en busca de los sabores y colores que construyen el mundo.
A diferencia de buena parte de los creadores que buscan expresarse y muchas veces, incluso, gritan para ser escuchados; Ruy Sánchez parece más interesado en abrir los oídos, en observar con curiosidad auténtica lo que el mundo tiene que decir, que él en demostrar lo que el mundo debe escuchar.
La mayor parte de su obra es producto de esta actitud y así escribió a lo largo de 20 años la monumental obra Quinteto de Mogador así titulado por él mismo, el conjunto de cinco novelas en donde se detuvo a escuchar a las mujeres y lo que ellas decían o callaban sobre el deseo.
Si Alberto Ruy Sánchez, lejos de gritar, escucha, su escritura no sólo es elegante y precisa sino que también goza de una cadencia que resulta adictiva y por momentos, hipnótica. Una mezcla entre un erudito ensayo sobre la mente humana y la escritura que ésta produce, a la vez que sus libros tienen algo de literatura de viajes en donde recorremos el mundo con un compañero experto en arte y con ojos ávidos y frescos para desentrañar y disfrutar la naturaleza.
Su más reciente entrega Los sueños de la serpiente es una novela que se va desenvolviendo en giros largos que recuerdan precisamente la forma en la que avanzan las serpientes. La historia se va construyendo a partir de círculos, de anillos de serpiente que contienen preguntas como, ¿qué es el mal? Que se responden con personajes como Hitler, Stalin o Fidel Castro.
Si en sus otros libros explora el deseo como ente autónomo, por decirlo de cierta forma; aquí explora el mal unido al deseo o viceversa. Se despliega en collages que dan un panorama del sangriento siglo XX a partir de los grandes crímenes cometidos a nombre de una causa, de los fanatismos que han sido la gran tragedia de los últimos tiempos.
Termina por ser una exploración en otra de las grandes pasiones del ser humano, el mal. Ruy Sánchez va guiando al lector con gran sutileza, apareciendo aquí, hablando en primera persona allá, sobre sí mismo y sus búsquedas, y difuminándose cuando hace falta; explicando la historia unas veces y otras, mostrándola, poniéndola ante la vista del lector para que él tenga la última palabra.
El narrador nos cuenta que entre las voces que escuchó para sus búsquedas anteriores, hay una que es bastante original y anónima. Se trata de alguien que de manera epistolar se pone en contacto con él para contarle partes de su vida, entre otras sus sueños en donde aparecen serpientes. Estos sueños se van mezclando y la voz se vuelve cada vez más personal, más honda, hasta que ya no se sabe si la voz lo cuenta al narrador o es él quien sigue con los hilos de la trama. O si es la serpiente quien domina y sueña la novela misma.
Es una novela adictiva en donde la reflexión toma tintes estéticos, pues la lectura es una reflexión profunda sobre el ser humano y sus deseos. Es una hipnósis catártica para enfrentar el mundo.
(Alberto Ruy Sánchez, Los sueños de la serpiente, Ciudad de México, Alfaguara, 2017. 300 páginas).