EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La FIL Guadalajara, Mircea Cartarescu y el lápiz del carpintero

Adán Ramírez Serret

Noviembre 30, 2018

 

 

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara abarca un buen rango de la extensa cantidad de momentos que conciernen al libro. Desde políticos como Olga Sánchez Cordero hablando del aborto, ex presidentes, funcionarios-escritores, con declaraciones escandalosas y escritores de diferentes partes del mundo.
El país invitado de este año es Portugal. Como autores centrales los organizadores trajeron a Gonçalo M. Tavares (de quien escribí la semana anterior en este mismo espacio) y a Antonio Lobo Antúnez, autor sumamente denso y profundo, que en público resulta bastante provocador.
Otro autor brillante, Orhan Pamuk (Premio Nóbel 2006), quien entre otras cosas declaró que le pareció un error haber otorgado el Premio de la Academia Sueca a Bob Dylan, y argumentó que los premios son para descubrir nuevos autores. Lo cual, dicho sea de paso, comparto al mismo tiempo que me hizo feliz que le otorgaran el galardón a Dylan.
Sin embargo, me parece pertinente escribir la columna de hoy sobre el autor que más me ha deslumbrado de manera literaria en esta Feria del Libro de Guadalajara, Mircea C?rt?rescu (Bucarest, 1 de junio de 1956).
Escribo estas líneas con la emoción mágica que surge la primera vez que se descubre un gran autor. Hace un par de meses un amigo me regaló un libro de C?rt?rescu, se trataba de El ruletista, pequeño texto narrativo, entre un cuento un poco largo o una novela extremadamente breve, que cuenta la historia de un hombre, ludópata compulsivo, que se hizo adicto a las terribles apuestas subterráneas y desde luego ilegales, en una ciudad extraña, Bucarest supongo, y un tiempo brumoso y expresionista. y contaba la historia de otro hombre, El ruletista, el cual cambió su vida y este mundo sórdido por intrépido y salvaje.
El juego de la ruleta rusa es aquel que todos conocemos de cargar un revólver de seis tiros con tan solo una bala, poner a girar el tambor y apuntar directo a la sien con la esperanza de que no haya quedado en el martillo. En general, cuenta el narrador, aquel hombre desesperado que por una suma de dinero se pone una pistola en la cabeza, no puede correr con la suerte de salvarse más de tres veces. En estos juegos de apuesta el que se expone nunca sobrevive. Sin embargo, hubo uno con tal suerte, que en algún momento cargó el revolver con dos tiros, luego tres…, y ya no cuento más para no arruinar el libro.
Terminé de leer este texto con el aliento cortado y me hizo feliz que el rumano que todos quieren leer y candidato al Premio Nobel de Literatura, es en verdad fascinante. Mircea C?rt?rescu estuvo el miércoles por la tarde en Guadalajara, y leyó un texto, El lápiz del carpintero que me dejó boquiabierto al confirmar la certeza mencionada de descubrir a un autor fascinante con muchos libros por delante por leer.
En el texto citado habla de su experiencia y su destino como escritor. Lo hace de una manera un tanto mística, pues dice: “Un destino que me había convertido en una pluma en la mano de un Dios desconocido. Eso es lo que quería ser: un instrumento para escribir, alguien a través del cual se escribe”. C?rt?rescu dice que quien gana la carrera es siempre el caballo. Él se considera el jockey que guía el caballo con discreción sin apenas notarse.
Se trata de un escritor profundamente sofisticado y sencillo, capaz de construir imágenes únicas, como esta: “Leía ocho horas al día, comía libros, extendía sobre mi cuerpo esquelético una capa de libros y me autodevoraba a diario”.
Y es sencillo, quizá a veces de una manera un tanto religiosa, cuando se refiere a su vocación. Relata un rito rumano en donde le cortaban un mechón y ponían objetos frente a él, aún un bebé, y según lo que escogiera, sería su oficio, cuenta: “Tenía que elegir sucesivamente tres objetos de la bandeja que vaticinarían mi vida futura: si elegía el vaso, sería un borracho; si elegía la muñeca, un afeminado; si elegía las tenazas, un obrero diligente. Me pregunto qué Dios empujó en ese momento, con la punta del dedo, el lápiz de la oreja del padrino y lo hizo caer entre los objetos de la bandeja”.
C?rt?rescu, dice que con ese lápiz ha escrito sus libros. Es, en muchos sentidos, un escritor lleno de pasado y tradición, y, para mí, eso es el futuro.

(Mircea C?rt?rescu, El ruletista, Madrid, Impedimenta, 2014. 64 páginas).