Marcial Rodríguez Saldaña
Julio 23, 2020
La extradición de España a México de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, ha generado múltiples lecturas de este hecho, especialmente sobre los efectos que provocará en la clase política mexicana neoliberal.
1.- Los poderes fácticos del país, construyeron a través de la mercadotecnia, la candidatura presidencial de Peña Nieto en 2012. Ante el fracaso de los gobernantes del PAN –Vicente Fox y Felipe Calderón– lo hicieron aparecer como un gobernante modelo en el sentido literal de funcionario público que vendría a resolver los grandes problemas del país y como un actor de telenovela que atraía el voto femenino y el de los jóvenes.
La escuela política en la que se formó Peña Nieto, fue la del grupo Atlacomulco, heredera de los viejos políticos como Carlos Hank González y Arturo Montiel entre otros, hechos a los hábitos autoritarios, a las formas muy acartonadas y heterodoxas del poder; muy poco ilustrados, con niveles muy bajos de cultura en general; muy poco receptivos a los cambios de la sociedad, a la movilización ciudadana. Fueron hechos para la vida pública fácil, a los auditorios y escenarios preparados, muy poco o casi nada a la dinámica social y ciudadana.
2.- Entre los destellos que se recuerdan de Peña Nieto, se encuentra el de una entrevista –como siempre a modo, pues participaron periodistas en su gran mayoría dóciles al régimen neoliberal– realizada el 20 de agosto de 2014 en el Fondo de Cultura Económica, en la cual dijo que el problema de la corrupción en México era un asunto cultural.
Cuando un Presidente de la República tiene esta concepción, las implicaciones que esto conlleva, es que se arraiga en la clase política gobernante, quien la asume de su jefe para practicarla, para prohijarla, para hacer su modus vivendi de ella. Y es así, como la corrupción se despliega en todos los niveles de gobierno, en todos los poderes públicos del Estado, en sectores cercanos al poder como los empresarios deshonestos o los dueños de medios de comunicación o periodistas que viven a costa del erario público para esconder la corrupción y adular al gobernante en turno.
3.- Otro resplandor que se recuerda de Peña Nieto, consistió en que al considerarse un innovador, habló de una nueva clase política, de una nueva generación modelo de la vida pública, y para ello puso como ejemplos, entre otros, al ex gobernador de Veracruz Javier Duarte -hoy recluido en la cárcel; al ex gobernador de Chihuahua, César Duarte –hoy preso en Estados Unidos y quien próximamente será extraditado a México; al ex gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina; el ex gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge; al ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier; al ex gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval; al ex gobernador de Colima, Mario Anguiano; el ex gobernador de Tamaulipas, Eligio Torres, y el ex-gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, todos acusados de múltiples actos de corrupción y en algunos casos de vínculos con organizaciones criminales.
4.- El caso de Emilio Lozoya Austin es parte muy relevante de esa nueva generación de políticos a los que se refirió Peña Nieto, toda vez que le dio un encargo muy destacado en su campaña presidencial, como coordinador de asuntos –negocios– internacionales, desde donde se encargó de recaudar financiamiento –por miles de millones de dólares– para la contienda presidencial y otras campañas del PRI; ya en el gobierno, le dio un cargo de los más importantes, como lo es la dirección de Pemex, desde donde se ocupó de la compra a sobreprecio de las empresas chatarra Agro Nitrogenados y Fertinal, y de recibir sobornos multimillonarios de la Siderúrgica Altos Hornos de México (AHMSA) y de la empresa brasileña Odebrecht.
La concepción de Peña Nieto, de que la corrupción es parte de la cultura del pueblo, evidentemente equivocada, lo llevó a que esa nueva generación de políticos, se convirtiera con el paso del tiempo, en la generación de políticos y gobernantes corruptos y en su gran mayoría delincuentes.
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