EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La generación del 68 llega al poder

Jorge Zepeda Patterson

Octubre 15, 2006

A mediados del año pasado la candidatura de Felipe Calderón parecía un sueño guajiro. No era el candidato del presidente del país ni del presidente de su partido, tampoco del gran capital o de la ultraderecha. Todavía está por hacerse la historia de cómo este candidato que carecía de padrinos importantes logró hacerse de la Presidencia doce meses más tarde. Lo cierto es que las escasas probabilidades con las que arrancó y la manera inesperada como llego al poder, son determinantes en la composición actual del equipo.
En primer término, porque no hay muchos compromisos de Calderón con gran parte de la clase política. Si bien es cierto que en los últimos tres meses de la campaña se sumaron muchos cuadros con el propósito de derrotar a López Obrador, el círculo interno tiene claro cuáles son “los meritorios” de la primera etapa, cuando las posibilidades del candidato eran muy bajas. Se trata de un grupo de profesionales nacidos después del 68, que estará tomando el poder a los treinta y tantos, prácticamente saltándose una generación.
En este grupo destaca Juan Camilo Mouriño, mano derecha del presidente electo. Con apenas 35 años nadie pone en duda de que Mouriño es el hombre fuerte del equipo calderonista. No está claro si ocupará alguna Secretaria de Estado, o hará las veces de chief of staff en Los Pinos, a la manera en que lo hicieron Ramón Muñoz o Córdoba Montoya en otros sexenios. Mouriño es hijo de un empresario español afincado en Campeche que se enriqueció como concesionario de gasolineras y exportador de maderas a Europa. Participó en Amigos de Fox durante la campaña de 2000. Actualmente reside en España y es propietario del club de futbol Celta de Vigo.
Camilo Mouriño es, como Felipe, una especie de Pancho López de la política. A los 26 años ya era diputado local por Campeche, y a los 28 se convirtió en diputado federal y llegó a ocupar la presidencia de la poderosa Comisión de Energía. Es a partir de esa tarea, en el año 2000, que arranca su relación con Calderón, quien fungió como coordinador de la diputación panista de la cual Camilo era parte. A lo largo de esos tres años se estrechó la relación y creció la aspiración de llegar a Los Pinos. Alguien ha señalado, con cierta dosis de mala leche, que a Felipe le atrae de Camilo todo lo que él no es: millonario, guapo y carismático. Lo cierto es que han hecho una buena mancuerna gracias a las dotes ejecutivas y de mando que posee Camilo sobre el equipo.
Germán Martínez, abogado michoacano de 39 años y representante del PAN ante el IFE es otro calderonista destinado a ocupar una posición de primer nivel. Ha sido dos veces diputado federal y fue vicecoordinador de Calderón en la Cámara de Diputados. Tiene fama de duro en la operación política, pero flexible en términos ideológicos. Podría no ser el caso de César Nava, abogado de 32 años, también michoacano, quien militó en El Yunque hasta hace algunos años (su padre fue uno de los líderes de esa organización). Paradójicamente Nava se ha caracterizado por un trato conciliador en sus relaciones con la oposición. Todo indica que será el secretario particular del presidente electo. Desplaza en este puesto a otro abogado, Rogelio Carbajal, coahuilense de 31 años, quien también ha sido señalado por tener nexos con El Yunque (según declaración de Luis Paredes Moctezuma, ver jorgezepeda.net). Actualmente es diputado federal, uno de los pocos hombres del presidente en la Cámara.
Max Cortázar, de 39 años es responsable de la comunicación social del equipo y seguramente tendrá esas funciones en el gabinete. Es un hombre conocido por su buen talante y su disposición para negociar. Ernesto Cordero, economista de 38 años, igual que Cortázar fue funcionario en la Sener de Felipe Calderón y es hombre clave en la conformación del programa de gobierno de Calderón.
A todo este equipo de treintañeros unidos a Felipe desde hace años, se han unido otros miembros más experimentados en el último año: Josefina Vázquez Mota, Florencio Salazar, Eduardo Sojo, Juan Molinar Horcaditas, Arturo Sarukhán y Carlos Medina Plascencia, entre otros. El gabinete resultante seguramente será una mezcla de estos dos grupos de jóvenes y veteranos felipistas, más los “externos” procedentes de las negociaciones con otros grupos y fuerzas políticas (Agustín Carstens o Luís Téllez en Hacienda, por ejemplo). Es muy probable que la mayoría de los veteranos termine como titulares de diversas dependencias, mientras que el grupo de jóvenes se convierta en el equipo fuerte que gobierne desde Los Pinos.
Resulta difícil ubicar en una misma corriente ideológica a estos jóvenes empoderados. Abogados en su mayoría, proceden de ambientes conservadores, pero salvo las veleidades yunquistas de un par de ellos, su común denominador es su identidad con Felipe Calderón. Han tenido continuos roces con el grupo más identificado con posiciones de El Yunque, que desde la dirigencia del PAN, la oficina de Ramón Muñoz en Los Pinos y desde Bucareli ha intentado imponerles una línea dura y de confrontación. En ese sentido, este grupo de jóvenes sería menos “fundamentalista” y más práctico y ejecutivo.
Su juventud misma genera incertidumbre. La última vez que una generación joven ascendió tan rápido fue en el sexenio echeverrista, con el saldo que todos conocemos. Aunque hay enormes diferencias históricas y su jefe tendría un talante muy distinto, cabe preguntarse si el éxito vertiginoso de este grupo será el mejor antecedente cuando lleguen situaciones difíciles que requieran una visión de Estado. Hay razones para temer al kínder de Felipe, pero también argumentos innegables de su capacidad. Después de todo, fueron un factor decisivo, no el único, para convertir en presidente a un candidato que hace un año carecía de posibilidades. Muy pronto sabremos cuanto de su triunfo es resultado del mérito y cuanto de las circunstancias.

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