EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La Gran Colombia

Silvestre Pacheco León

Agosto 15, 2022

Con un presidente economista de izquierda, de 62 años de edad, la mayoría de los colombianos pretende recuperar el liderazgo que hace dos siglos alcanzó su país cuando lo formaban Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá, conocida entonces como la Gran Colombia.
Eso dijo Gustavo Petro abanderado de Colombia Humana en su multitudinaria toma de posesión el domingo antepasado, convocando a México para que junto con su país sean quienes lideren en América Latina los cambios no solo regionales sino globales en busca de la utópica sociedad igualitaria, con paz social y en armonía con la naturaleza.
Colombia, después de la separación de sus partes quedó con una población que es casi la mitad de México, con más de 50 millones de habitantes cuya mayoría vive en condiciones quizá más difíciles que nosotros, entre el accionar de la guerrilla que controla grandes territorios y los poderosos cárteles del narcotráfico causantes de la violencia, y una hegemonía agresiva y retardataria de la derecha que gobernó por muchos años sin cumplir con el programa social de su constitución, hasta que echada del poder por una mayoría harta de sus abusos y equivocaciones dejó a la inflación como herencia maldita parecida a la que en México nos dejó el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Colombia es el segundo país con más hispanohablantes después de México en el continente, y comparte con nosotros la riqueza de la multiculturalidad y el origen africano de una parte de su población.
Es un país de riqueza diversa, de frutas y flores exóticas, minas de esmeraldas, oro y diamantes.
Es también la patria del premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, recordado por el flamante presidente que en su discurso de toma de posesión lo parafraseó con la “Segunda oportunidad” a que alude el final de su novela Cien Años de Soledad y que Petro describió como el fin de la violencia y el principio de una nueva estrategia para enfrentar el problema del narcotráfico como mandato de esa nueva mayoría que se ha dado un gobierno de izquierda.
Aunque ha sido Shakira, el café y la exportación de piedras preciosas, el vallenato y las flores lo que le ha dado presencia en el mundo, Colombia miró truncado su avance económico reciente, como México, por la aparición de la pandemia del Covid que a todos nos paralizó, dejando incólume uno de sus mayores problemas que sigue siendo la ocupación informal de casi la mitad de la fuerza productiva que se desperdicia por la falta de empleo en la industria mientras las familias enfrentan el problema de la crisis energética que ha elevado hasta los cielos el precio de la luz, el gas y el combustible.
A esta situación deberá enfrentarse Gustavo Francisco Petro Urrego quien ha vivido el mismo periplo político de Andrés Manuel López Obrador para alcanzar la presidencia, aunque a diferencia de éste, Petro fue antes senador y diputado, pero también vivió la experiencia de gobernar su ciudad capital como el mexicano, desde donde mostró a la sociedad colombiana la diferencia de un gobierno de izquierda, después de que en su juventud fue un radical opositor que participó en la guerrilla urbana como parte del M-19 que hizo su aparición como noticia mundial por su osadía de robar la espada de Simón Bolivar de la casa museo del libertador en el año de 1974, la cual –ha dicho también en su discurso de toma de posesión– solamente será guardada en su vaina cuando los derechos de los colombianos sean una realidad.
Pero hasta el simbolismo de la ascensión al poder que Petro le ha dado a su gobierno, es ya característica de esa segunda oportunidad que se están dando los pueblos del continente al despertar de la larga pesadilla de gobiernos neoliberales causantes de tanta desigualdad y sufrimiento.
De ahí el hecho de presentar en la plaza Bolívar esa espada libertaria, frente a cien mil colombianos que, puestos de pie, la ovacionaron reconociéndose en ella aquel domingo 7 de agosto.
Como el presidente de México, Gustavo Petro, siendo gobernador de Bogotá, creó su propia fuerza política para conquistar la presidencia en su tercer intento representando al partido Colombia Humana que con el Pacto Histórico como coalición llegó a la meta.
Gustavo Petro triunfó en la segunda vuelta electoral con el 50.4 por ciento de los votos, equivalentes a 11 millones de votantes, con un programa de gobierno bastante parecido al de México en el que sobresale la promesa de cambiar la estrategia para enfrentar al narcotráfico ante la evidente falta de resultados y con la novedad de que irá más allá que el gobernante mexicano que para financiar su programa de gobierno porque impondrá un impuesto a todos los colombianos que ganen más de 10 millones de pesos, con los que calcula obtener poco más de 20 billones de los pesos colombianos, equivalentes a 50 mil millones de los nuestros.
La decisión de cobrar ese impuesto requerido para financiar su gobierno constituye un acto justiciero que hace falta también en nuestro país porque el origen de esa determinación no se encuentra en su formación profesional de economista que le permitió estudiar a fondo la historia del capitalismo en Colombia, sino claramente en su ideología de izquierda porque se inscribe en el propósito justiciero de redistribuir una parte mínima de esa riqueza que acapara el 10 por ciento de los colombianos, obtenida como producto del trabajo de millones de sus paisanos que por generaciones entregaron su fuerza de trabajo con una retribución miserable, apenas suficiente para reponer sus fuerzas y reproducirse mientras la reducida cifra de ricos llenaban sus carteras como resultado de la explotación.
Con esa parte de la riqueza equivalente apenas al 2 por ciento de lo que ganan los potentados se obtendrá el financiamiento del programa que garantizará la educación de todos los niños y jóvenes de su país colombianos, y por las noticias sabemos que no habrá reparo ni mucha oposición para recabar lo que aquí en México se ha obtenido poniendo un alto a la corrupción y mejorando el mecanismo de la recaudación de impuestos, pues los colombianos saben que frente a la descomposición social se requiere de un viraje nuevo en el gobierno a partir del hecho de que, como dice Gustavo Petro, tanto el socialismo como el capitalismo han vivido un fracaso que nos ha sumido en la incertidumbre requiriendo de toda la sabiduría y el valor de la mayoría para emprender el camino para al búsqueda de la igualdad y la paz para el beneficio de todos.
De esa manera serán nuevamente las mayorías desposeídas las que decidirán el rumbo del mundo en esta vasta región del continente poniendo en manos de un gobierno de izquierda la responsabilidad política del barco.
Alguna vez nuestro amigo escritor Armando Bartra me contó que después de una plática en la universidad, caminando por las calles de Bogotá para distraerse, lo alcanzó presuroso uno de los maestros del simposium para regresarlo por donde venía porque se estaba adentrando en uno de los barrios que en la capital se consideran peligrosos para los visitantes, aunque procedente de la ciudad de México, Armando lo veía tan natural como andar por el Centro Histórico de nuestra capital.