Abelardo Martín M.
Mayo 09, 2017
La hiperactividad mediática desplegada en los últimos días por el gobernador, Héctor Astudillo, revela la preocupación de que el barco (el estado de Guerrero) haya perdido rumbo, destino y mando.
El reconocimiento explícito federal del fracaso de las políticas de combate a la delincuencia y al crimen organizado tienen como uno de los botones de muestra al estado de Guerrero, en donde el gobierno de Astudillo, lejos de satisfacer o cumplir la expectativa con la que asumió el poder, terminó ya de decepcionar a propios y extraños. En el resto de la República se tiene la certeza de que la ingobernabilidad se apoderó del estado o avanzó ante las impávidas autoridades astudillistas que se dedicaron a la observación y no a la acción ni la actuación. Se confiaron a que desde la federación se resolverían los problemas y aquí están ya los resultados.
Lo fácil ha sido pretender que el problema es de imagen o de maquillaje y que repitiendo una interpretación de Disneyland se convertirá en realidad. No obstante, el juego político continúa.
A Chilpancingo acudió la izquierda mexicana el fin de semana, en sucesivos eventos cuya coincidencia no es producto del azar, sino indicio de los procesos políticos que en el estado y en el país tienen lugar.
Primero llegó Andrés Manuel López Obrador, quien el sábado encabezó una concentración en la que, como en otros encuentros que ha tenido en diversas poblaciones del país, se llevó a cabo la firma de lo que ha llamado Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México.
Luego, el domingo, la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática realizó una marcha denominada “por la paz y la justicia”, que culminó en el Zócalo de la capital estatal, el mismo escenario del encuentro del día anterior.
El mitin de Morena fue visiblemente más concurrido que el PRD, partido que por cierto hace unos días conmemoró el 28 aniversario de su fundación.
Pero tamaños aparte, la sucesión de actos políticos fue el marco para el inicio de una discusión a muchas voces del futuro de la izquierda a nivel nacional y en Guerrero.
En la concentración de Morena, López Obrador tomó como referencia histórica y actual cuatro puntos fundamentales de los “Sentimientos de la Nación”, el documento que José María Morelos planteó al Primer Congreso de Anáhuac realizado en Chilpancingo hace ya más de dos siglos cumplidos. Estos puntos son: que se modere la opulencia y la indigencia, incrementos salariales para todos los trabajadores, que el gobierno garantice educación pública gratuita de calidad en todos los niveles escolares, y justicia para todos.
Un día antes, en Nayarit, Andrés Manuel había llamado a la unidad de los partidos de izquierda, a cuyos candidatos en las próximas elecciones estatales llamó a declinar en favor de las candidatos de Morena y, en lo que en los medios de comunicación se interpretó como un ultimátum, anunció que en caso de no producirse esta alianza ahora, en 2018 su partido irá solo.
Aunque en los corrillos políticos se dice que entre los dirigentes partidarios y figuras de la izquierda sí hay en privado mensajes e intentos de diálogo en torno a la posibilidad de aliarse ahora y en el futuro, en público la respuesta de los perredistas y de otros líderes políticos ha sido cautelosa pero no suave.
No obstante, Alejandra Barrales, la lideresa nacional del PRD, aceptó el domingo la necesidad de construir un frente amplio con vistas a los futuros comicios, y habló de dejar egos y siglas para anteponer el interés de México”. En particular, al referirse a AMLO, señaló que la izquierda primero debe definir un proyecto y luego quien lo encabece, pues no puede ser el proyecto de una sola persona.
No tardó el PRI de Guerrero para señalar que estas movilizaciones tienen el objetivo de medir fuerzas entre los partidos de izquierda. En cierto sentido tienen razón, pero el partido en el poder no debería confiarse cuando, pese a rispideces, agravios previos y protagonismos obvios, el tema de la unidad de la izquierda empieza a situarse como el eje de la discusión y el objetivo de Morena, el PRD y los otros partidos que se ubican del mismo lado.
En la entidad, en los estados donde habrá elecciones en cosa de un mes, y en el país entero, si las organizaciones de izquierda son capaces de ponerse de acuerdo, caminar juntas, y eventualmente postular candidaturas de unidad en los comicios estatales y a la Presidencia de la República en 2018, no habría forma de parar su victoria.
Antes todavía correrá mucha agua bajo el puente de Guerrero, en donde la desesperación y el hartazgo avanzan más rápido de lo que se imaginan. El miedo nunca ha sido buen consejero y la sociedad, los sectores productivos, están muy temerosos de que lejos de mejorarse la situación, como ha ocurrido, se empeore cada vez más.
Esa historia está por comenzar.