EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La inseguridad, sin fin y sin mejora

Abelardo Martín M.

Junio 06, 2017

Nelson Mandela afirmaba que el hecho de tener que usar métodos pacíficos o violentos depende de la situación. La violencia sólo se justifica cuando los métodos pacíficos resultan insuficientes. Recordaba a Jesucristo quien, en su época, usaba la fuerza en ocasiones porque en situaciones concretas era el único lenguaje que podía usar.
Grandes ríos de tinta y enormes caudales de palabras han corrido respecto a los temas vinculados con la seguridad. Estrategias y acciones van y vienen sin que haya resultados positivos. La población se siente cada vez más desprotegida y sin la confianza para acudir a las instancias que, supuestamente, están para proporcionar seguridad y justicia.
Graves y grandes errores se han cometido en el diseño y ejecución de acciones cuyo propósito ha sido el dar al pueblo la seguridad que le garantiza la Constitución General de la Republica. Los programas federales, estatales y municipales han sido insuficientes e ineficientes. La violencia y el imperio de la no ley se vuelven cada vez más conocidos por las comunidades de la costa y de la sierra, de las ciudades, de los pueblos y del campo.
Pasa el tiempo y no sólo la seguridad pública no mejora; día con día se advierten señales del deterioro que en todos los ámbitos vive el estado, pese a que ello no hace mella en el optimismo que desde su arribo al poder manifiesta el gobernador Héctor Astudillo.
En ese contexto es que la semana pasada se dio a conocer un nuevo grupo de autodefensa, conformado por pobladores de diez comunidades de los municipios Eduardo Neri y Tepecuacuilco, el cual tiene como finalidad intentar detener la ola de asesinatos, asaltos y extorsiones que sufren en la región.
Esta modalidad, que ya lleva años en el estado, ha surgido al igual que en otras entidades del país, ante la ineficacia de las instituciones de seguridad pública, incluso en muchas ocasiones infiltradas y dominadas por los criminales.
La inseguridad orilla a los pobladores a buscar formas de resguardo ante la criminalidad sin freno, aunque desde luego se trata de mecanismos irregulares con todos los riesgos que ello implica, el principal, ser auspiciados o penetrados por los mismos grupos de delincuentes para darle cobertura a sus actividades.
Lo cierto es que la crisis en la materia ha derivado en que los organismos policiacos exhiban cuarteaduras en su estructura. Las corporaciones municipales de plano no le dan confianza ni a sus jefes, menos a la ciudadanía.
Y la policía estatal no va mucho mejor. El paro de hace una semana de los agentes del estado culminó con el cese de 176 de ellos. Los policías demandaban equipo, respeto a sus días de descanso y un bono de riesgo. El movimiento terminó por lo pronto, pero la inconformidad y el peligro en que cotidianamente realizan su trabajo persistirán y se agravarán, pese a que el gobierno asegure que son de los mejor pagados del país.
Entretanto, la cuenta de ejecuciones y demás atrocidades a cargo de los grupos enfrentados de criminales se incrementa sin cesar, e incluso quienes ejercen el periodismo están con creciente frecuencia entre las víctimas. El fin de semana fue baleada al salir de su centro de trabajo en Ometepec la locutora amuzga Marcela de Jesús Natalia, quien actualmente se encuentra hospitalizada en estado de gravedad.
El atentado ocurrió sin importar que hace unos días el gobierno de Guerrero anunció que instrumentaría protocolos de seguridad para los periodistas guerrerenses.
Tampoco tuvo ninguna solución favorable el secuestro, robo y amenazas a los reporteros que hace unos días cubrían los bloqueos de caminos en la región de Totolapan, cometido por una banda armada que por lo que se ve, no es molestada por los cercanos retenes militares.
Así, entre policías descontentos, mal equipados y desmotivados por batallas que casi nunca ganan, y organizaciones criminales cada vez más fuertes y de crueldad exacerbada que dominan territorios y caminos del estado, transcurre la vida en Guerrero.
Hay un ingrediente adicional que se convierte en causa y efecto para agravar el problema de la seguridad pública, es la comunicación. Estrictamente en este tema se incurre en el error de querer resolver un problema produciendo el efecto y el resultado exactamente contrario. En el intento de informar del equipamiento, refuerzo de recursos técnicos y humanos, se cae en lo que algunos especialistas llaman la mercadotecnia de la violencia. Por eso recomiendan que los temas vinculados a la seguridad pública deben tener resultados concretos, sin promoción y sin difusión. Exactamente lo contrario de lo que apetecen los políticos o gobernantes, intentar convertirlos en instrumentos de fama y reconocimiento.
A esta situación no se le ve el fin y no se le ve mejora alguna, no obstante el esfuerzo y su clasificación de prioridad.
La referencia a Mandela no significa una invitación al uso de métodos violentos, sino a la reflexión de la fortaleza de carácter que debe caracterizar al gobernante, especialmente cuando la debilidad institucional le obliga al sacrificio y la reflexión. Pero esos son temas, cuya densidad no es apta para la superficialidad imperante.