EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La Luna de queso

Florencio Salazar

Febrero 19, 2019

“Todo tiempo pasado fue mejor”, dicen los nostálgicos. Aun cuando lo vivido tiene mucho gratamente recordable, hoy sabemos más, es más prolongado el promedio de vida y el mundo es una nuez. También vemos más y somos más inconformes.
Al pasado nos adaptamos y, al hacerlo, sobrevivimos. Al pretender ir hacia atrás buscamos el confort a salvo de amenazas y desafíos.
Estamos aquí, en el efímero presente. Y toca hacer hoy lo que deseamos para el futuro. Ese futuro inasible que, no obstante, será el efecto de nuestros actos.
Las personas somos productos del medio, por más que los libros de defraudación personal pretendan convencernos de que el bienestar está a la vuelta de la esquina y que alcanzarlo dependa solo de nuestra voluntad.
El Estado hoy, cuando es democrático, está socialmente comprometido. En su origen y definición clásica el Estado tiene el deber primordial de otorgar seguridad a la población, pero ahora ese deber es mayor: educación, salud, empleo.
La formación del individuo tiene tres espacios, que a partir de la adolescencia se hacen simultáneos a lo largo de su existencia. Me refiero a la familia, la escuela y la calle. Una otorga valores, otra conocimiento y otra mas capacidad de sobrevivencia.
Pero la educación es fundamental para dotar al individuo de las aptitudes que resumen los valores y los códigos informales. La vocación para desarrollar destrezas debe ser de calidad; de no ser así, bien podríamos recordar una anécdota referida a Ignacio Manuel Altamirano.
Escritor, poeta, orador, parlamentario, político liberal, soldado de la República y diplomático, al ilustre guerrerense quisieron humillarlo gritándole: “Adiós, licenciado sin título”, a lo que respondió el maestro Altamirano: “Adiós, título sin licenciado”.
Sin embargo, actualmente la certificación del conocimiento es indispensable, el cual debe estar respaldado porque la educación simulada defrauda al individuo, genera rencor social y el futuro se vuelve un “aquí y ahora”, como advertimos en jóvenes enrolados por la delincuencia.
Indispensable para que el individuo desarrolle a plenitud sus capacidades físicas y mentales es, además, un organismo ausente de enfermedad, tal y como se define a la salud.
Es difícil educar a una persona enferma. De ahí que el Estado disponga de sistemas de seguridad social y de salud pública (aparte el privado). Es claro que la población sana tiene mejores oportunidades para la formación de una sociedad justa e igualitaria.
El círculo virtuoso lo cierra el empleo remunerado. No cualquier empleo sino aquel que satisfaga las necesidades básicas de la familia (alimentación, vestido, salud y vivienda) y permita el ahorro, sea en el sector público, en la iniciativa privada o como emprendedor.
Si además de educación, salud y empleo remunerado vivimos conforme a la ley y se respetan los derechos políticos y los derechos humanos, entonces estamos en la hora adecuada pensando que, más que el pasado, el presente es mejor o, por lo menos, nos coloca en la ruta hacia la realidad soñada por nuestros antepasados.
Que no le digan, que no le cuenten, que la Luna es de queso.